Estamos atravesando tiempos vulnerables en los que se enfrentan cambios geopolíticos y financieros. Las cifras macroeconómicas de Costa Rica para el 2024 sugieren un déficit fiscal entre el 2 y el 3 %, con un superávit primario del 1 %.
Los gastos gubernamentales crecerán moderadamente, y serán menores si excluimos los intereses de la deuda pública. Solo en el 2023, destinamos el 4,4 % del PIB a intereses. Del total pagado, el 81,1 % correspondió a deuda interna y el 18,9 %, a deuda externa.
Es evidente que el pago de intereses está afectando las finanzas del gobierno. Por ello, es crucial readecuar y reducir la deuda a largo plazo para evitar apuros de caja a corto plazo.
La disciplina fiscal es imperativa para mejorar la calificación de riesgo país. Esta disciplina, clave para evitar déficits presupuestarios pasados que dieron origen a una deuda superior al 60 % del PIB, debe ser sostenible a largo plazo para ganar la confianza de inversionistas y lograr tasas de interés más bajas.
Una gestión fiscal prudente permite financiar programas sociales, reducir la pobreza, mejorar la equidad social y garantizar estabilidad para un crecimiento sostenido.
En este 2024, la deuda difícilmente bajará del 62 % del PIB. Enfrentaremos vencimientos significativos y el ministro de Hacienda cuenta con recursos externos, pero pendientes de recibir. Sin embargo, la estrategia de mayor crédito externo, aparentemente más barato, incrementa riesgos cambiarios, provoca exceso de oferta de dólares e incide en la apreciación del colón.
Aunque el ajuste fiscal equilibra las finanzas, la deuda persiste por encima del 60 %, con intereses absorbentes del 33 % de los ingresos tributarios.
Programas sociales carecen de financiamiento, subrayando la importancia de analizar exhaustivamente partidas y ajustar gastos innecesarios. La falta de evaluación de ingresos, ausencia de austeridad, priorización y mejora de controles, junto con el fácil endeudamiento, contribuyen a una situación estancada.
La actividad económica en el 2024 crecerá entre un 3 y un 4 %, impulsada por las zonas francas, estabilidad de precios internacionales y crecimiento estadounidense. Sin embargo, la dualidad de la producción, mayor desigualdad social, disminución del empleo y problemas en educación y salud son preocupantes, a pesar de buenos números macroeconómicos.
El problema de la revaluación del colón afecta costos en todos los sectores productivos. La política cambiaria del Banco Central (BCCR), sin variaciones significativas, provoca estrés financiero con posibles consecuencias en desempleo y problemas sociales.
Buscar soluciones a corto plazo es esencial para amortiguar el impacto en inversión, productividad, flujo de caja y fortalecimiento del sector productivo.
Es crucial dejar disputas callejeras y buscar soluciones a los graves problemas sociales, fiscales y de seguridad ciudadana.
El respeto a opiniones constructivas, clave del diálogo, debe prevalecer. La diversidad de opiniones enriquece la democracia, y el respeto mutuo fomenta confianza, colaboración y apoyo, especialmente en momentos críticos.
Cambiar el tono, dejar de repartir culpas y mejorar la comunicación abierta y honesta son pasos esenciales. La complejidad de problemas y soluciones debe ser comprendida y apoyada por todos a largo plazo.
El autor es ingeniero.