Columnistas

De burros y gallegos

Aún hoy seguimos pagando el error de haber ‘ahorrado’ en educación hace cuarenta años. ¡Y lo volvemos a hacer!

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“Ahora que el burro se nos había acostumbrado a no comer, va y se nos muere”, exclamó, entre sorprendido e indignado, su dueño. Mal gusto el del burro digo yo, noble y trabajador animal por lo demás, afectar así el patrimonio de toda una familia. Pero es la historia de siempre: la ingratitud ataca por la espalda o, al menos, así pasa en esa vieja fábula sobre un individuo que lo estropea todo por no invertir en lo que debe. Como cuando una sociedad recorta en educación y salud pública, sin las cuales no hay desarrollo.








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