Pese a lo golpeada que está la imagen del gobierno y de los políticos costarricenses -según las encuestas-, la administración de José María Figueres no hace todo lo necesario por recobrar la confianza de los ciudadanos en las instituciones democrácticas.
El manejo del secuestro de dos europeas -que permanecieron en cautiverio por 71 días en la zona norte del país- y las recientes medidas impuestas por el Ministerio de Información a los periodistas que visitan la Casa Presidencial, pueden contribuir al escepticismo con que el público observa los anuncios y actuaciones de los funcionarios públicos.
Si bien hay que estar de acuerdo en que el acceso de los reporteros al Mandatario debe ser ordenado, en un país como el nuestro, acostumbrado a fiscalizar la acción política con total independencia, la ausencia de respuestas a las preguntas de los reporteros produce un vacío que puede prestarse a malas interpretaciones.
El silencio asumido muchas veces, frente a los periodistas, por el presidente José María Figueres ha provocado dudas sobre si está lo suficientemente informado de los asuntos del día.
En el caso del secuestro de San Carlos, la encuesta publicada ayer por este diario es más que reveladora. De los entrevistados telefónicamente en todo el país, el 74 por ciento estimó que las autoridades no están capacitadas para manejar este tipo de situaciones, lo que necesariamente debe incluir la política informativa.
Confusas y de verdades a medias. Así fue la forma como la mayoría de los costarricenses interpretó las declaraciones brindadas por las exrehenes en el momento de su liberación. Una lección de que subestimar al público con engaños y reticencias puede convertirse en un bumerán.