Si hay un tema vital para el desarrollo de Costa Rica, pero del que se habló muy poco en la campaña electoral, es el que tiene que ver con las relaciones económicas internacionales.
Ha habido pocas manifestaciones al respecto y no se vislumbra que sea un asunto prioritario para los partidos. Esto responde a la agudeza de los problemas económicos domésticos, al poco interés que el gobierno le ha dado a la política comercial y, quizás, a la insuficiente preparación de varios de los candidatos.
Las propuestas presentadas son, en general, escuetas y tímidas. Algunas, además, peligrosas, pues reniegan del comercio internacional y la inversión extranjera, o pretenden alterar una receta que ha sido exitosa: la independencia del Comex en la definición de la política comercial y las inversiones.
El mayor acierto de nuestra política económica internacional en años recientes fue la plena incorporación de Costa Rica a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
Es fundamental aprovechar la membrecía como punta de lanza de nuestras relaciones económicas internacionales, tomando en cuenta la relación de la OCDE con los grupos G7, G8 y G20. De forma crucial, la OCDE reconoce que si bien la liberalización del comercio es beneficiosa para la economía, algunas partes se benefician más que otras, y, en algunos casos, ciertas actividades productivas disminuyen y los trabajadores resultan afectados.
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Conciliar intereses
Al mismo tiempo que se procura la mayor apertura comercial posible, es primordial encontrar la combinación correcta de las políticas, tanto para la fuerza laboral como para las personas que buscarán trabajo en el futuro.
Para que más trabajadores reciban los beneficios del comercio, es preciso un enfoque de las políticas más integrado, para que todo el sistema funcione mejor para más personas.
Es prioritario, por lo tanto, que el próximo gobierno delinee una estrategia con el propósito de promover más integración con el mundo y, a la vez, asegure que la gran mayoría goce los frutos de las alianzas. Visto así, el vínculo con el apagón educativo y la atención de la emergencia es obvio.
En el campo de la atracción de inversiones, la OCDE recomienda que las políticas maximicen el impacto de desarrollo más amplio de la inversión y no simplemente aumente la rentabilidad corporativa. Esa concepción es fundamental, pues la mayoría de las propuestas de los partidos políticos se han centrado en la necesidad de proveer más incentivos, sobre todo en las zonas rurales.
Si bien una estrategia de convergencia entre el desarrollo de las costas y fronteras y el Gran Área Metropolitana requiere incentivos para el establecimiento de empresas, es fundamental no perder de vista la necesidad de remediar las brechas estructurales entre ambas regiones.
De esta forma, la atracción de inversión extranjera hacia las zonas rurales debe tener como premisa el desarrollo sostenible de las regiones y el progreso social de sus habitantes.
Alianza del Pacífico
Particularmente, es una lástima que los dos partidos mejor posicionados en las encuestas hayan manifestado que, de llegar al gobierno, no promoverán el ingreso de Costa Rica a la Alianza del Pacífico.
El acuerdo —conformado por Chile, Colombia, México y Perú— es más que un tratado comercial; es un mecanismo de cooperación profunda, que establece acciones para la promoción de inversiones entre los países miembros y abre grandes oportunidades para sectores como la agricultura, entre otros.
De acuerdo con las condiciones de entrada en el 2018, la Alianza del Pacífico significaba llevar el 92% de las líneas arancelarias al libre comercio. El restante 8% acomodaba todas las sensibilidades del sector agropecuario, de donde surgió la mayor oposición contra la incorporación al bloque.
Ese 8% significan 603 líneas arancelarias (productos distintos) a 10 dígitos. Por lo tanto, hay mucho margen para negociar satisfactoriamente nuestro ingreso.
La Alianza del Pacífico entra en una nueva etapa de consolidación y expansión. El nuevo gobierno socialista de Chile, el país con mayor cobertura de tratados de libre comercio de América, determinó que la Alianza sería su prioridad. Y hace pocos días, en la cumbre de la Alianza, en Perú, se anunció el tratado de libre comercio con Singapur y la solicitud de Ecuador de formar parte del grupo.
La característica fundamental de la Alianza del Pacífico es establecer una plataforma de comercio e inversión para penetrar la región Asia-Pacífico, la de mayor dinamismo económico del planeta.
La incorporación de Costa Rica a la Alianza allanaría el camino para el establecimiento de relaciones comerciales con los grandes bloques de ese foro: el Tratado Integral y Progresivo de Asociación Transpacífico (CPTPP, por sus siglas en inglés), donde participan Australia, Canadá, Japón, Nueva Zelanda, Malasia y Vietnam, además de los cuatro miembros de la Alianza, y la Asociación Económica Integral Regional (RCEP, por sus siglas en inglés), formada por 15 países de Asia oriental y el Pacífico, incluidos China y Japón. En total, los países de la cuenca del Pacífico representan más del 50% de la economía planetaria.
Relaciones con Centroamérica
Más cerca de nosotros, en las propuestas de los partidos políticos tampoco se define el futuro de las relaciones económicas con Centroamérica. Cabe recordar que el mercado centroamericano es, junto con Panamá, el principal destino de las exportaciones de las pequeñas y medianas empresas, particularmente las dedicadas a la industria agroalimentaria.
Pero además del perfeccionamiento de los organismos y tratados de integración regional, es preciso asegurar que los productos que se transan fluyan entre los países de la región sin obstáculos, lo cual conlleva no solo prevenir la imposición de trabas ilegales y proteccionistas en perjuicio de los bienes costarricenses, sino también velar por que nuestras instituciones no caigan en el proteccionismo ilegal que tanto daño suele ocasionar.
En vista de la inminente segunda ronda electoral, es fundamental exigir que los partidos políticos promuevan una propuesta donde se asegure que el comercio exterior y la inversión extranjera continuarán siendo la base de la economía, con la firme meta de beneficiar a más personas, principalmente a quienes residen o desempeñan actividades productivas en las zonas rurales y costeras.
Víctor Umaña escribe para la sección de Opinión de La Nación desde el 2014. Es economista e investigador de políticas públicas con énfasis en economía política internacional y agricultura. Profesor universitario y miembro de la Academia de Centroamérica. Deportista. @victoruv