Lo que mal comienza, mal termina. El Instituto Costarricense de Acueductos y Alcantarillados (AyA) emprendió, con total improvisación, la instalación del alcantarillado sanitario para el tratamiento de aguas residuales en 11 cantones del área metropolitana. Después de abrir miles de huecos en las calles, se topó con otro, pero económico, de $175 millones en el presupuesto, con lo cual pone en peligro la conclusión de la red.
¿Quién tiene la culpa? Los ingenieros del AyA se la achacan a las “sorpresas” con las que se encontraron al excavar, pues el diseño se hizo con planos de hace 50 años, cuyos trazados no se ajustan a la realidad. Una “sorpresa” de unos cuantos millones sería razonable, pero una de $175 millones, equivalente a una tercera parte (37 %) del costo del proyecto, ahora calculado en $466 millones, es incomprensible.
Ello demuestra que los profesionales del AyA omitieron una etapa básica, la preingeniería, y se lanzaron a construir sin medir las consecuencias en costos. Tal falta de planificación no solo golpea las exiguas finanzas públicas, sino a un país en desaceleración. Los diarios cierres de carreteras y desvíos por aperturas y cierres de huecos generan pérdida de tiempo y dinero a miles de trabajadores y empresarios por el congestionamiento y, también, hunden más las ventas de los comerciantes.
Interminables se queda corto. En la carretera principal de Sabanilla de Montes de Oca, por ejemplo, la constructora contratada por el AyA lleva año y medio en apertura y cierre de huecos… Así, ningún presupuesto alcanza. En la transitada calle conocida como Chile de Perro, entre Moravia y Tibás, también. Un día la cierran durante horas y ahora lo hacen durante dos meses. Así, tampoco alcanza un presupuesto. ¿Quién llamará a cuentas al AyA por su improvisación? ¿Quién fiscalizará a quienes se les ha pagado cada dólar? ¿Intervendrá la Contraloría de la República?
Preguntas hay muchas, pero la única respuesta será endeudar al país por otros $175 millones para terminar los trabajos. Ni modo. Hay que aceptarlo. Lo inaceptable es que esta falta de planificación quede en la historia como una “sorpresa”.
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Armando Mayorga es jefe de Redacción de La Nación.