De aquella población precursora de tantas otras, no quedaban sino estas rutinas de adobes que, por milagro del cielo más que por interés de los costarricenses, se mantenían aún en noviembre de 1972.
De aquella población precursora de tantas otras, no quedaban sino estas rutinas de adobes que, por milagro del cielo más que por interés de los costarricenses, se mantenían aún en noviembre de 1972.