El lodo ya se arrastró a lo largo de 200 kilómetros por río Paraopeba –afluente del San Francisco– en el que la Agencia Nacional del Agua (ANA) detectó una presencia elevada de metales, en niveles peligrosos para la salud.
El lodo ya se arrastró a lo largo de 200 kilómetros por río Paraopeba –afluente del San Francisco– en el que la Agencia Nacional del Agua (ANA) detectó una presencia elevada de metales, en niveles peligrosos para la salud.