“No sé cómo ni por qué. Pero podía intuir que yo no estaba solo en ese rincón del rancho. Que alguien se fijaba en mí (...) picado por la curiosidad, volteé y descubrí a un bebé indígena quien, con sus grandes ojos negros, abiertos, sin pestañear, me observaba de pies a cabeza".