Ceiba, un velero cero emisiones para carga marítima, está construido ya en un 50% en un pequeño astillero junto al océano Pacífico, en donde sus creadores lo pondrían a flote en la segunda mitad del 2022.
Cuando zarpe, el navío de 45 metros de eslora (su longitud), podrá surcar los mares con 350 toneladas de carga a bordo (algo así como nueve contenedores).
Su nombre es Ceiba, como el árbol sagrado de la vida en la cultura maya, y está hecho con madera 100% costarricense, en un pequeño astillero localizado en Punta Morales (Chomes, Puntarenas).
La iniciativa de la empresa Sailcargo la guían Lynx Guimond, un carpintero, navegante y diseñador, y su esposa, Danielle Doggett, directora ejecutiva de la compañía con experiencia en manejo de proyectos navales. Con ellos, participa el tercer socio fundador de Sailcargo, el tico John Porras, quien es el asesor legal y comercial.
De la quilla del barco, (la pieza más importante y columna vertebral del navío) salen unas piezas como “costillas” gigantes llamados marcos los cuales sostiene el casco de la nave y le darán su forma y resistencia.
Entre estas “costillas” se colocan las vigas del puente donde irá la carga en el interior del velero en dos niveles distintos.
“Siempre, la parte más difícil es comenzar e ir dando forma de barco, pero eso no vuelve las siguientes etapas fáciles. En este momento, estamos a un 50% del proceso de construcción”, dijo Guimond.
En próximos meses, concluirá el acomodo de vigas interiores y vendrá el armado de la estructura del piso del puente. Mientras tanto, ya se elaboran elementos longitudinales y la tablazón (forros externos e internos) del velero.
Envueltos en un calor húmedo que castiga sin pausa, la faena es un testimonio de resistencia física y mental.
Hombres y mujeres empuñan mazos y taladros industriales, mientras llevan al límite sus músculos y tendones cuando agujerean la madera o clavan en esta barras de metal tan gruesas como el cuello de una botella de cerveza.
Mover las columnas de madera de afuera del barco a su interior, es otra batalla de fuerza. Esa se teje a empujones de brazos y piernas de varios, quienes, con ayuda de cuerdas y poleas, llevan cada viga al punto preciso donde martillos y taladros vuelven a sonar. Y son docenas de vigas.
Sobre toda esta estructura se alzarán luego tres mástiles que proporcionarán un área de vela suficiente para moverse con vientos muy ligeros, flexibilidad y maniobrabilidad para los cambios de vela si topan con mal tiempo.
Tal y como se navegaba hace 300 años y es justo como lo hará Ceiba.
“Si todo el proceso sigue sin interrupciones, tenemos programada la botadura del barco dentro de un año y medio. La parte final de la construcción se hará una vez en el agua”, adelantó Guimond, quien guía a un equipo abundante en variedad.
Todo este trabajo físico e intelectual lo ponen 45 almas aventureras de franceses, alemanes, belgas, polacos, ticos, daneses, nicaragüenses, canadienses, finlandeses, estadounidenses, holandeses y portugueses.
Junto a los constructores del barco, hay entre ellos profesionales en Ingeniería Naval, Mecánica, en Aduanas y Comercio, comunicadores, ingenieros ambientales y personal de limpieza, cocina y jardín.
Doggett agregó que reciben abundantes muestras de interés en el proyecto, aún y cuando Ceiba es el primer barco que desarrolla Sailcargo. Está valorado en $4,2 millones y lo costean inversionistas privados.
Sailcargo administrará el buque el cual dará servicios de transporte de carga de mercancías como café, cacao y otros bienes.
“Personas y empresas de unos 20 países se han mostrado interesados en trabajar y apoyar, tenemos solicitudes desde todo el mundo de personas que quieren unirse. Esto habla sobre cómo nuestra visión se comparte en diferentes idiomas, valores y edades”, refirió Doggett, quien califica la naturaleza del proceso como “extremadamente internacional”.
La empresaria recordó que el transporte marítimo internacional suele estar fuera de lo que la gente juzga importante. Sin embargo, dijo que esta industria mueve casi 90% de bienes de uso diario y es el quinto mayor contaminante del aire con 2,2% de los gases del efecto invernadero.
La empresaria ve Ceiba como una oportunidad de ser responsables del impacto que genera dicha industria sobre el planeta.
“Ceiba ofrece una solución a esta problemática con tecnología avanzada y métodos tradicionales de construcción de barcos para un modelo de envío eficiente y sin emisiones”, comentó.
Con la llegada de la pandemia, agregaron los esposos, más personas han descubierto lo débiles y dependientes que son los sistemas que impulsan las sociedades, por lo cual creen que su velero tiene sentido hoy.
En Costa Rica, también han recibido apoyo de institucionales para el desarrollo de futuras iniciativas derivadas del barco y la empresaria reitera que su interés a largo plazo es crear una conexión más profunda con el país.
Por la gente
Sailcargo creó la fundación AstilleroVerde para la restauración de ecosistemas de donde toman la madera para el barco.
En este momento, impulsan la campaña de reforestación Trees for Seas (Árboles para los Mares), la cual se hará cada año hasta completar la siembra de 12.000 árboles.
El año pasado se sembraron 2.000 árboles a lo largo del Corredor Biológico Pájaro Campana y sumarían 3.000 a ese bosque tropical seco este año.
Además, como en Punta Morales y Costa de Pájaros escasea el empleo, la empresa creó un programa de seguridad alimentaria llamado Mar y Miel de apoyo a familias con herramientas e instrucción en la producción de alimentos orgánicos como una alternativa para generación de ingresos.
Esto se ha materializado en programas educativos, formación profesional y oportunidades laborales para vecinos de ambas comunidades; una de las cuales es la sede del astillero, hogar del barco y una babel de aventureros con el mismo sueño ambiental.