La sensación de sentirse engañado, de no encontrar solución a sus necesidades y de percibir que sus líderes no llenan las expectativas al llegar al gobierno, son razones que impulsan al tico a desertar de la política.
Conforme se acerca la precampaña, el costarricense, lejos de estarse contagiando con los vientos del proselitismo, muestra una actitud de apatía y distanciamiento hacia la política electoral, así como mayor dureza a la hora de calificar la labor de los partidos.
En la última encuesta de la firma Unimer, realizada a pedido de La Nación entre el 16 y el 30 de enero pasados, el 31 por ciento de los 1.248 entrevistados dijo no simpatizar con ninguna agrupación de este tipo.
Tal porcentaje supera al 27 por ciento que respondió de igual forma en el sondeo de la misma empresa realizado en setiembre de 1995, y al 14 por ciento de mayo de ese mismo año. En otras palabras, la deserción sigue creciendo entre las fuerzas políticas.
Los partidos Liberación Nacional (PLN) y Unidad Social Cristiana (PUSC) sufren por igual los efectos de este fenómeno. La escasa concurrencia que tuvieron sus recientes asambleas distritales ha sido apuntada por algunos políticos como una muestra de este desencanto.
Para el PLN, el golpe ha sido más severo. Esta agrupación, cuya base popular ha sido históricamente mayor que la del PUSC, se ha visto afectada por la alta percepción negativa que tienen los ticos sobre la labor del Gobierno.
Las secuelas de esta situación saltan a la vista al comparar las encuestas de Unimer de setiembre de 1995 y enero de 1996. En la primera, el 41 por ciento dijo ser liberacionista pero en la segunda el porcentaje bajó a 34.
Pero el PUSC --que no ha estado sometido al desgaste del oficialismo-- también ha perdido caudal. En mayo del año pasado tenía un apoyo del 41 por ciento, cuatro meses después bajó al 37 por ciento y ahora tiene el 33 por ciento.
Desgano
Los síntomas del desgano político no solo se refleja en el número de personas que dicen no militar en ningún partido.
De los 841 sujetos de la muestra que afirmaron simpatizar con agrupaciones de este tipo, el 80 por ciento dijo que su participación se limita solo a presentarse a votar en los procesos internos o nacionales.
Solo el 17 por ciento reconoció que su colaboración va más allá y el 3 por ciento evadió referirse al tema.
Por otra parte, la mayoría de los entrevistados por Unimer consideró que los partidos más grandes (PLN y PUSC) podrían debilitarse, e incluso desaparecer, debido a la forma como funcionan actualmente.
Esta opinión es sostenida por el 59 por ciento de la muestra. Dentro de este subgrupo, 56 de cada 100 personas considera que la eventual desaparición de los dos partidos mayoritarios sería positiva para el país, mientras que 35 de cada 100 de ellos opina todo lo contrario.
Tales criterios surgen en momentos en que el PLN y el PUSC impulsan, en sus respectivos senos, reformas ideológicas y estatutarias, que procuran fomentar la participación en sus procesos internos y órganos directivos.
Pero la tendencia mayoritaria a considerar buena la desaparición de las agrupaciones grandes resulta contradictoria cuando se le compara con los resultados de la siguiente pregunta: ¿Han contribuido los partidos al progreso del país?
Un contundente 62 por ciento responde que sí y destaca como sus mayores aportes la creación de soluciones de vivienda, la mejora de la situación económica, la administración del país y la mejora de infraestructura.
Algunos pocos critican el hecho de que los partidos se han dedicado a hacer politiquería y a defender sus intereses.