Este 15 de agosto hay una nueva razón para celebrar a las mamás de Costa Rica: su aporte a la democracia, al ser ellas quienes más educan a los hijos sobre el valor del voto.
Esa enseñanza tiene un gran peso cuando los jóvenes cumplen 18 años y adquieren el derecho al sufragio, pues su comportamiento electoral estará muy influenciado por lo que ocurra en su familia: cuanto más activa o pasiva sea, mayor o menor su intención de acudir a las urnas.
Sin embargo, son las madres sobre los padres, quienes más les inculcan la práctica democrática de votar.
No solo porque lo ejercen ellas mismas (lo cual es observado e imitado por los hijos) sino también por ser quienes los inician en la dinámica electoral.
Estos son hallazgos de la tesis doctoral de Rónald Alfaro Redondo, catedrático, profesor e investigador de la Escuela de Ciencias Políticas de la Universidad de Costa Rica (UCR), donde coordina la Unidad de Opinión Pública del Centro de Investigación y Estudios Políticos (CIEP).
Su trabajo se plasma en el libro “Divide y Votarás”, en el cual analiza el estado de la participación electoral y la salud de la democracia tica a partir de modelos teóricos y matemáticos, incluidas proyecciones estadísticas y el análisis de unos 25 millones de datos tomados de padrones electorales e información del Registro Civil.
En su trabajo, el investigador recuerda que la identidad política y la conducta del voto son actividades socialmente aprendidas. Cada individuo las construye según observa e imita a las personas más relevantes desde el inicio y a lo largo de su vida.
Cinco elecciones
En Costa Rica, la dominancia materna en la influencia electoral la confirmaron por primera vez dos conjuntos de datos.
Los hijos aprenden observando conductas y luego imitándolas y en particular de sus padres y madres ¿Quiénes suelen involucrar más a los menores, acompañarlos y hasta organizarles estas primeras experiencias con política? Mujeres”.
— Rónald Alfaro Redondo, investigador
Uno se alimentó de cada uno de los padrones electorales del Tribunal Supremo de Elecciones (TSE) de cinco comicios presidenciales de 1994 a 2010, en los cuales, con datos del Registro Civil, se identificó quiénes de los empadronados eran padres y madres y en cuántas de esas ocasiones sufragaron.
El segundo grupo de datos es una derivación del primero, consistente en los nuevos votantes para cada uno de los procesos a partir de 1994. Se analizó tanto su participación en cada votación como la de sus padres.
El investigador construyó así una base con ambos grupos de datos en la que utilizó cuatro variables para dividir tendencias de los progenitores en términos de si solo votó el padre, o solo la madre, o ambos o ninguno en cada ocasión, cuando sus hijos se estrenaban como votantes y en los siguientes.
Al analizar a papás y mamás que votaron en las cinco ocasiones, se evidencia que acudieron más ellas: 44% las madres frente a 37% de los padres.
Además, en las siguientes convocatorias, los hijos tendían a volver a las urnas según lo hacían quienes más votaban en su familia: las mamás.
De hecho, en Costa Rica las mujeres votan más que los hombres desde 1994.
En las elecciones de 1982, 1986 y 1990, los hombres empadronados sí la superaron ya que promediaron 81,7% de asistencia en ese periodo frente a 79,7% de las mujeres.
Sin embargo, desde 1994 y por seis contiendas seguidas, votaron más ellas, según el TSE . Su asistencia promedió 72,3% mientras ellos 67,1%.
En ese registro de 36 años de votaciones (1982 a 2018), también se aprecia que siempre ha existido paridad entre las cifras de hombres y mujeres en el padrón.
Ellas votan más
En casi 40 años de elecciones, emerge una tendencia clara por la cual desde hace unos 25 años votan más mujeres que hombres.
FUENTE: TSE || INFOGRAFÍA / LA NACIÓN.
“Por eso la conducta de las madres impacta el comportamiento de las hijas e hijos más que la de los padres. Ellas son los agentes socializadores del voto dominantes porque lo hacen más”, explicó Alfaro Redondo.
El investigador agregó que las cifras evidencian cómo tener padres que votan eleva las posibilidades de que sus hijos también lo hagan. Su influencia es mayor al votar por primera vez y decae con el tiempo en las siguientes elecciones.
Sin embargo, la investigación también halló que la influencia de la madre es más significativa y duradera sobre la del padre sin importar los años transcurridos desde la primera elección de los hijos.
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Vínculo de peso
Alfaro Redondo atribuye esto a la fuerte conexión biológica y mayor interacción de madres e hijos. Esto las pone en posición privilegiada para moldear la conducta política de su descendencia.
Tradicionalmente, los niños y adolescentes en Costa Rica tienen tres oportunidades presenciales para involucrarse en la política electoral y, en casi todas, suelen ser sus mamás y mujeres educadoras quienes propician ese vínculo.
La primera son las “elecciones infantiles” que distintas organizaciones públicas y privadas preparan para niños de tres a 12 años, el día de la votación presidencial. Ahí se simula en un entorno muy real el ejercicio de votar.
La segunda experiencia ocurre semanas antes de las elecciones, cuando las agrupaciones políticas suelen reclutar niños y adolescentes para que sean parte de la “maquinaria del partido”. Son ellos los que guían a los votantes en los centros de votación localizados en escuelas y colegios.
Es un hallazgo sorprendente y contraintuitivo para mí en una estructura históricamente patriarcal, porque uno esperaría que la madre influya más y tenga más fuerza en otras áreas, antes que la electoral, frente a la influencia del padre”.
— Gustavo Román Jacobo, asesor político TSE
La última ocurre en sus aulas en el proceso de educación formal cuando, como parte del currículo de Educación Cívica, las escuelas y colegios realizan votaciones estudiantiles. El Ministerio de Educación Pública incluso define una semana nacional para este proceso.
“Los hijos aprenden observando conductas y luego imitándolas y en particular de sus padres y madres ¿Quiénes suelen involucrar más a los menores, acompañarlos y hasta organizarles estas primeras experiencias políticas? Mujeres”, concluyó.
Para Gustavo Román Jacobo, asesor Político en el TSE, el estudio tiene resultados inesperados para él, aunque sí reconoció que la participación de la mujeres ha sido mayor elección tras elección.
Tanto es así, narró, que el Tribunal elaboró una campaña de incentivo al voto en el 2018 con mujeres como protagonistas.
“Es un hallazgo sorprendente y contraintuitivo para mí en una estructura históricamente patriarcal, porque uno esperaría que la madre influya más y tenga más fuerza en otras áreas, antes que la electoral, frente a la influencia del padre”, expresó el abogado y especialista en Comunicación Política.
En el mundo de la Ciencia Política y el estudio de políticas públicas hay evidencia de que los hábitos de voto de por vida se forman en la niñez y adolescencia.
En el 2004, la Universidad de Cambridge (Inglaterra) publicó una investigación de patrones de voto desde 1945 en democracias de países desarrollados según la cual los hábitos de sufragio se forman temprano en la vida. Las personas que votan tres veces seguidas, en las tres primeras elecciones para las cuales son elegibles, tienen más probabilidades de ser votantes de por vida.
Los menores de edad tienen más probabilidad de adoptar los puntos de vista políticos de su familia cuando la política es importante en su hogar. Un estudio de esa misma universidad en el 2013 luego confirmó que hijos de padres políticamente activos tienden a convertirse luego en adultos políticamente activos.
Recuerdos de votaciones
Como parte de su investigación, Alfaro Redondo entrevistó a personas para recoger sus recuerdos de elecciones ligadas a mujeres en sus familias, en un país donde el voto femenino se ejerce desde 1949.
El autor protegió con nombres ficticios, la identidad de sus entrevistados.
La mamá de Ramón
“La madre de Ramón era una liberacionista fiel, nunca votó por ningún otro partido en su vida. Su tía (la gemela de su mamá) apoyaba al partido opositor. Eran rivales y fuertes adversarias en la política. Ramón pasaba las vacaciones con su tía, lo que lo exponía a las diferentes ideologías partidarias y según él, su mamá y su tía apoyaban a sus partidos de una forma irracional”.
“Su mamá iba a los mítines con banderas y vivían cerca del centro de transporte del PLN. Muy temprano, el día de las elecciones los votantes llegaban al centro de transporte para que les asignaran un bus que los trasladaría a diferentes partes del país”.
“Se acuerda de las banderas en los techos de las casas y la influencia de los partidos políticos en las elecciones de la asociación de estudiantes en la Universidad de Costa Rica o en el Colegio de Abogados”.
La abuela de Elisa
“La abuela de Elisa siempre le contaba cómo le gustaba lo que escuchaba de política y cómo le hubiera gustado tener la oportunidad de votar, pero nunca pudo. Su mamá pudo votar y le contó sus experiencias en las elecciones”.
“Para cuando tenía siete u ocho años su mamá la llevó a los mítines en San José en buses llenos de gente cantando, gritando y con banderas del partido. Como dice Elisa, los niños de su edad que participaban en la política muy temprano como “guías electorales” después se unían a la juventud del partido. Así también comenzó ella. Iba a las urnas electorales con su mamá varias veces y la esperaba afuera”.
“Se acuerda de su abuelita y su mamá alistándose para ir a emitir el voto, con la única idea de impedir al partido opositor ganar las elecciones. Votaban y se quedaban afuera de la escuela, regresaban a la casa y volvían a la escuela cuando se acercaban las 6 p.m. para escuchar los reportes de los resultados. En su barrio se preparaba un ataúd con la bandera y los colores del partido derrotado y se recorría el pueblo durante la noche con el ataúd. El día de las elecciones lo recuerda como una fecha muy alegre”.