Grandes cantidades de arroz, frijoles, ensalada y carne desperdiciadas en el almuerzo de la escuela Fidel Chaves Murillo, en la Ribera de Belén, en Heredia, eran señal de que algo estaba ocurriendo con el apetito de los estudiantes.
Bastaba con observar a los niños en el recreo de las 11 a. m. haciendo largas filas frente a la soda para llenar sus estómagos con gaseosas, frituras y golosinas.
Pero ese no era el problema para las autoridades de la escuela. Los estudios de obesidad hechos por el Ebáis de la comunidad en las tres escuelas del cantón indicaban que el 25% de los alumnos padecía de sobrepeso.
Tras analizar la situación, el director del centro educativo, Ronny Morales, junto el orientador, Beltrán Seco, y nutricionistas, decidieron cerrar el contrato con la soda a mediados de setiembre del año anterior e iniciar un plan para enseñar a los padres a enviar meriendas a sus hijos y comer saludablemente, desde la casa.
"No fue una tarea sencilla enseñar a los padres a alimentar a sus hijos. El Ebáis nos dio un reporte de que encontró problemas de obesidad, bajo peso, anemia y problemas bucodentales. Algo había qué hacer. Descubrimos que en la soda había de todo tipo de golosinas y con eso era que se estaban alimentando los alumnos, por eso, las cifras tan alarmantes y, como primera medida, cerramos la soda", explicó el director de le escuela cuya población es de 893 alumnos.
La pregunta que las autoridades del centro educativo se hacían era ¿cómo hacer para que desde la casa los niños se alimenten saludablemente?
El orientador Beltrán Seco explicó que centro educativo se organizó con el departamento de nutrición y la escuela de Educación Física de la Universidad Nacional (UNA) para ofrecer un taller a padres familia sobre alimentación balanceada. La condición era que los padres asistieran con sus hijos quienes simultánemente asistirían a clases de actividad física.
"Se inscribieron en total 40 familias. Se escogieron los niveles de tercero, cuarto, quinto y sexto que era los presentaban mayores índices de sobrepeso. A las madres se les enseñó en el taller cómo alimentar correctamente a sus hijos y cuáles eran los errores que estaban cometiendo en las cantidades y los tiempos de comida, que deben ser entre cinco y seis".
A los alumnos se les enseñaron juegos tradicionales que requerían de esfuerzo físico. Estos niños eran relativamente sedentarios, por eso este cambio fue muy positivo para salud. El taller duró cuatro meses y estamos a punto de abrir otro para más padres", explicó Seco.
A todos ellos se les envió el reporte dado por la CCSS del estado físico de sus hijos y se les informó sobre la necesidad de que les enviaran alimentos saludables para que los menores contaran con buen estado de salud.
Con los niños de escasos recursos, que son cerca de 70, se planeó destinar una parte de los ¢3 millones del presupuesto mensual para alimentación, que da Ministerio de Educación Pública, para ofrecerle meriendas saludables que incluyeran frutas, proteína, lácteos, entre otros.
A toda la población estudiantil se le da diariamente un almuerzo balanceado con jugos naturales, proteínas, carbohidratos, frutas y vegetales. Ya no sobra tanta comida y es común ver a los alumnos en los recreos con frutas, jugos y emparedados.
En conjunto con la UNA, se intervinieron los recreos. Se sacaron las suizas, los balones de fútbol y los ula-ula con los cuales se incentivaba a los niños a moverse.
Resultados alentadores
Tras seis meses de este plan, Seco explicó que el porcentaje de obesidad en las tres escuelas del cantón pasó de un 25% a un 21%. La escuela Fidel Chaves fue la mejor calificada.
Una de las madres que asistió al taller contra la obesidad infantil fue María José Coronado, madre de la alumna de cuarto grado, Camila González.
"Recibí los resultados de la CCSS sobre el estado físico de mi hija y me dijeron que estaba pasada del peso que se requería para su edad. En el taller de padres nos ayudaron y explicaron las cantidades que mi hija necesitaba comer. Lo más fácil es mandar a los chiquitos galletas y jugos pero en el taller nos enseñaron a preparar sándwich nutritivos, las calorías de las comidas, tiempos de comida, etc. En mi casa se bajó el consumo de comida chatarra y mi hija y yo vamos juntas a correr a diario", contó Coronado.
Ella pesaba 78 kilos y logró llegar a su peso ideal que son 60 kilos. Su hija ya alcanzó el peso acorde con su edad.
"Antes no me gustaba la papaya pero ahora la como porque mi mamá le echa leche en polvo y sabe muy rica. Lo que más me gusta son los mangos con sal. Mi mamá siempre me pone", dijo la niña Camila González.
Otra de las madres que participó en la capacitación fue Mariela González, quien asistió con su hijo Anthony Herrera, de quinto grado, y su abuelo, Gerardo González.
Ellos, durante esos seis meses, lograron llegar a un peso saludable. El abuelo González se encargó de impulsar la actividad física en la familia y la escuela.
"Yo siempre saco la suiza en la casa, me llevo a mi nieto del cuarto y lo pongo a brincar, casi todos los días. Yo también colaboré en la escuela enseñando a los niños a brincar la suiza. Es un ejercicio muy completo y requiere de mucha coordinación", dijo González.
"Según yo, mi hijo estaba bien, pero en el taller nos dimos cuenta de que estábamos fallando en las cantidades y la distribución de las comidas. En mi familia hay cuatro miembros y poco a poco estamos aprendiendo a comer", relató González.
Desde el 2012, existe el Reglamento para el Funcionamiento de Sodas en Escuelas y Colegios Públicos que prohíbe la venta de frituras, gaseosas, refrescos con exceso de azúcar y snacks en las pulperías o sodas dentro de las escuelas y colegios públicos.
El Ministerio de Salud confirmó que será hasta el segundo semestre de este año cuando cuente con un programa de supervisión de sodas y comedores y una estrategia para promover una alimentación sana en los niños.