Paris. AFP. Los disturbios callejeros que tuvieron lugar días atrás en dos puntos de Francia tras la muerte de dos jóvenes por disparos de la Policía, pusieron en evidencia un creciente malestar hacia los uniformados y reactivaron el debate sobre seguridad.
La violencia comenzó el viernes, en Grenoble, luego de que un muchacho del barrio Villeneuve murió baleado por la Policía tras robar un casino de la zona.
Luego, jóvenes de ese barrio incendiaron unos 80 vehículos y destrozaron comercios vecinos.
Los actos de violencia en ese barrio duraron tres noches.
El ministro del Interior, Brice Hortefeux, pidió a los responsables de seguridad poner en marcha medidas para restablecer el orden y ordenó movilizar a unos 500 gendarmes, policías y un helicóptero.
Laurent Mucchielli, sociólogo e investigador, entiende que “lo que está en tela de juicio es la manera en que interviene la Policía”.
El domingo, en Saint Aignan, un pueblo en el centro de Francia, atacaron una estación policial con hachas y barras para protestar por la muerte de un joven, alcanzado por disparos de un gendarme tras saltar un control, según autoridades.
Mucchielli sostiene que la violencia se desata porque la gente considera injusto, humillante y desproporcionado, morir por un control policial.
Tanto en Grenoble como en Saint Aignan se trata de “situaciones de exclusión, en la medida en que son considerados diferentes, rechazados, vistos como sinvergüenzas, ladrones”, agregó.
Autoridades locales ponen en la mesa otros dos factores: el recorte de efectivos en la Policía y la gendarmería que significó la casi eliminación de la “policía de cercanía” en los barrios difíciles.