Barcelona
Ingeniero industrial de 46 años de Barcelona, Jaume Gutiérrez siempre había deseado una Cataluña independiente. Ahora, a pocos días de la votación simbólica del 9 de noviembre, se lanza para convencer a sus vecinos.
Junto a Toni Viñas, un jubilado de 74 años enérgico y hablador, recorren puerta por puerta el barrio de la Sagrada Familia de Barcelona, la archiconocida catedral modernista de Antoni Gaudí, en la campaña por el sí lanzada por la Asamblea Nacional de Cataluña (ANC), la principal asociación independentista.
Nacida tras la organización de unas consultas sobre la secesión celebradas entre 2009 y 2011 en 550 municipios, esta asociación consiguió llevar el independentismo de las calles al epicentro de la esfera política a través de grandes movilizaciones que han hecho virar el curso histórico de esta región.
Empujado por este fervor, al presidente catalán Artur Mas prometió un referendo que finalmente convocó el pasado 27 de setiembre, algo impensable hace cuatro años, cuando apenas un 20% de los 7,5 millones de catalanes apostaban por la secesión.
Pero el Gobierno español de Mariano Rajoy, férreamente opuesto a permitir el escrutinio, impugnó el referendo y también la simbólica votación impulsada en su lugar. Ambos han sido suspendidos por el Tribunal Constitucional.
Aun así, el Gobierno catalán se comprometió a continuar adelante para lo que cuenta con el apoyo de esta asociación, dispuesta a convertir la jornada en una gran movilización.
Liderada por Carme Forcadell, una lingüista de discurso aguerrido, esta entidad congregó a cientos de miles de catalanes en una manifestación en Barcelona el 11 de setiembre de 2012, día nacional de Cataluña, que puso definitivamente sobre la mesa la cuestión independentista.
En los años siguientes, haciendo gala de una organización admirable, realizaron una enorme cadena humana de 400 kilómetros de norte a sur de la región y una V gigante en dos avenidas de Barcelona con las franjas rojas y doradas de la bandera catalana.
Se definen como una asociación de presión a los partidos y con unos ingresos procedentes únicamente de las cuotas de sus socios y la venta de camisetas y otros artículos independentistas que se venden como golosinas en la región.
Formada principalmente por voluntarios que trabajan en pequeñas redes locales, la asociación cuenta con 50.000 socios de sectores tan divergentes como empresarios, funcionarios, estudiantes o campesinos.
Además, han creado una amplia base de datos con los teléfonos y correos de los asistentes a sus manifestaciones, lo que les permite un contacto directo y una amplia capacidad de movilización.
Junto a Omnium, una entidad de defensa de la cultura catalana, son las principales protagonistas de la campaña por la independencia, incluso por delante de los partidos que han optado por un discreto segundo plano.