A Chinese tourist takes a picture herself in front of a wire fence, where ribbons hanging with messages wishing for the reunification of the two Koreas, at the Imjingak Pavilion near the border village of Panmunjom, which has separated the two Koreas since the Korean War, in Paju, north of Seoul, South Korea, Friday, April 5, 2013. After a series of escalating threats, North Korea has moved a missile with "considerable range" to its east coast, South Korea's defense minister said Thursday. But he emphasized that the missile was not capable of reaching the United States and that there are no signs that the North is preparing for a full-scale conflict. (AP Photo/Lee Jin-man) (Lee Jin-man)
Zona desmilitarizada de Corea Estamos en zona de guerra y se nos advierte de que ingresamos bajo nuestro propio riesgo a un sitio donde no hay garantía de seguridad. Estampamos nuestras firmas en un formulario que exime de toda responsabilidad a las autoridades militares en caso de herida o muerte a causa de la acción del enemigo.
Es sábado 6 de abril por la mañana, y con esa advertencia iniciamos la visita a la Zona desmilitarizada de Corea ( ZDC ) en la frontera que divide las dos Coreas. A solo 52 kilómetros de Seúl, capital de Corea del Sur , es una de las fronteras más fuertemente armadas y uno de los sitios más tensos del mundo en este momento.
Un soldado estadounidense que hace de guía, nos recuerda que estaremos a pocos metros de los soldados norcoreanos y que es prohibido señalarlos, hablarles, hacerles gestos o cualquier otra expresión comunicativa verbal o no verbal que podría ser considerada una provocación. Tampoco podemos tomar fotografías en las zonas restringidas o interferir con las formaciones militares.
Las tensiones militares recientes entre ambos países y la persistente lluvia, merman la afluencia de turistas y visitantes a la ZDC. Aparte de mi grupo, compuesto por profesores y sus hijos, se suma una veintena de reservistas estadounidenses recién llegados al Campo Bonifas, residencia de las tropas de ese país y de las surcoreanas en la ZDC.
Nos recuerdan que el Campo Bonifas siempre está en estado de máxima alerta, por lo que el sonido de una descarga de ametralladoras no nos debe extrañar, ni las barricadas camufladas ni las mallas electrificadas ni los tanques de guerra a nuestro paso.
Paralelo 38. La ZDC es la franja limítrofe que ambas partes se comprometieron a no penetrar desde la firma del armisticio o cese al fuego en 1953. Por su ubicación, la zona es conocida como Paralelo 38 y mide 238 kilómetros de largo y 4 kilómetros de ancho e incluye los límites aéreos y marítimos.
Luego de diez minutos en un autobús militar, llegamos al Área de Seguridad Conjunta (JSA, por sus siglas en inglés) en el pequeño poblado de Panmunjom. Es el único lugar donde los soldados de ambos países están frente a frente. La tensión es palpable y cada gesto lo registran las cámaras de seguridad.
Allí hay tres pequeños salones azules justo en medio de la Línea de Demarcación Militar. Al norte y al sur de los salones, las Coreas tienen su propio edificio custodiado por soldados, cámaras infrarrojas y termales y equipo de espionaje.
Nos colocamos de frente al edificio norcoreano para que el único soldado norteño visible nos inspeccione con sus binoculares, a solo cincuenta metros de distancia.
Los salones son el lugar reservado para las conversaciones entre las dos Coreas, bajo el auspicio de un comando de Naciones Unidas.
Nos trasladamos al puesto de revisión número 3, una casetilla en lo alto de una loma desde se ve una enorme bandera de Corea del Norte, en una torre de 160 metros.
Cerca de la torre, vemos edificios de apartamentos y locales en Gijeong-Dong, un pueblo donde nunca ha vivido nadie y que los norcoreanos utilizan con fines propagandísticos. Desde allí emiten mensajes que se escuchan a muchos kilómetros a la redonda y de noche encienden un rótulo que dice: ‘Sigue el camino del líder’. Corea del Sur responde con un enorme rótulo de neón: “Libertad, Abundancia y Felicidad”.
Refugio natural. El entorno de la DMZ es paradójicamente apacible. La prohibición de ingreso y la baja densidad poblacional han hecho de este lugar un refugio de especies de flora y fauna. En todo caso, con la gran cantidad de minas sembradas, es probable que siga la prohibición de ingreso luego del cese de las hostilidades.
Por razones de seguridad, los surcoreanos no pueden ingresar en la DMZ, excepto los guías turísticos, que cuentan con pases especiales, o quienes trabajan en el parque industrial Kaesong en territorio norcoreano, cuyo acceso fue cerrado por Pionyang, el miércoles anterior, como parte de la escalada de la crisis.
Nuestra visita concluye en el Observatorio de Dorasan, donde contamos con una panorámica del valle entre las dos Coreas, no sin antes pasar de lejos por la única comunidad de civiles en la zona. El poblado de Daeseong-Dong cuenta con una iglesia, una escuelita primaria y con 230 habitantes surcoreanos. A sus residentes se les exime el pago de impuestos y tienen la opción de vivir en modernas casas y cultivar grandes extensiones de arroz y ginseng.
De vuelta en Seúl, el pesado tráfico nos recuerda que, a pesar de la tensa situación, los surcoreanos se resisten a vivir en pánico y hacen gala de su serenidad, pese a 60 años de lidiar con un hermano incómodo.