Washington
Estados Unidos inició este jueves el proceso de renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA) con México y Canadá, que el gobierno del presidente Donald Trump considera nefasto.
Negociado por George Bush padre y firmado en 1994 por Bill Clinton, el acuerdo formó una de las mayores zonas de libre comercio del mundo y según sus defensores dio un envión al empleo y la inversión en América del Norte.
En su campaña hacia las elecciones de noviembre, Trump ganó votos al denunciar el NAFTA como el "peor acuerdo" jamás firmado por Estados Unidos.
Sostuvo que el acuerdo devoró millones de empleos estadounidenses debido a que numerosas compañías se trasladaron a México donde la mano de obra es más barata.
Trump prometió renegociarlo rápidamente para que Estados Unidos saque ventajas y amenazó incluso con retirarse del acuerdo si no consigue un resultado satisfactorio.
Su administración comenzó este jueves a dar pasos formales para reabrir ese acuerdo que concierne a 500 millones de consumidores al informar al Congreso de que comenzará a discutirlo con sus dos socios.
Las conversaciones empezarán "no antes del 16 de agosto de 2017", dijo en una nota al Congreso el representante comercial de Estados Unidos, Robert Lighthizer.
En los próximos 90 días, Lighthizer dialogará con congresistas e interesados en procura de "alcanzar un acuerdo que potencie los intereses de los trabajadores, granjeros, ganaderos y empresarios de Estados Unidos".
Lighthizer indicó que reformar el NAFTA es cumplir con los electores de Trump.
Funcionarios de Canadá y de México viajaron varias veces a Washington para demandar al equipo de Trump iniciar lo antes posible las negociaciones para modernizar ese acuerdo vigente desde 1994.
¿Por qué renegociarlo? En su carta al Congreso, Lighthizer señaló que el NAFTA no se ha acomodado a los cambios económicos y empresariales de los últimos 25 años, incluyendo el auge del comercio electrónico.
"Muchos capítulos están desactualizados y no reflejan los estándares modernos", dijo el funcionario.
Estados Unidos apuntará a mejorar "la efectiva implementación y una dinámica aplicación" de los compromisos del NAFTA a fin de abordar asuntos como los derechos de propiedad intelectual, reglamentación de servicios, trabajo, ambiente y otros temas, añadió.
Tras el anuncio estadounidense, México y Canadá dijeron están dispuestos a sentarse a renegociar.
Los tres países "merecen un instrumento moderno que regule su relación comercial", dijo la Secretaría de Economía de México en una nota.
México, cuya economía depende de Estados Unidos, señaló que "espera un proceso de negociación constructivo, que permita aumentar la cooperación y la integración económicas".
El presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, manifestó que su gobierno tiene confianza en llegar a un buen acuerdo y a una modernización del tratado, vigente desde 1994.
Hay "condiciones para tomar oportunidad de los cambios, de los avances tecnológicos, del comercio electrónico. Temas que hace 20 años no existían", consideró al término de un evento en el estado central de Querétaro.
Desde que entró en vigor en 1994, el NAFTA aumentó en más de 480% las exportaciones de México hacia Estados Unidos, principalmente de productos manufacturados.
Canadá, por su parte, también se declaró abierto a la renegociación para que "toda la población canadiense se beneficie", según la ministra de Relaciones Exteriores, Chrystia Freeland.
"Estamos firmemente decididos a favorecer el libre comercio en el continente norteamericano y a hacerlo en forma tal de que toda la población canadiense se beneficie", puntualizó en un comunicado.
Freeland prometió consultar a las provincias, territorios, comunidades, sindicatos y empresas de su país para "examinar las prioridades" y defender los intereses de Canadá en esas negociaciones.
Por su lado, el secretario estadounidense de Comercio, Wilbur Ross, sostuvo que el NAFTA "ha diezmado" la industria del país e incontables trabajadores quedaron sin empleo. "El presidente Trump cambiará eso", declaró.
La Casa Blanca tiene la mira puesta en la industrial del automóvil, la cual se aprovecha de la ventajas de producir en México para fabricar allí vehículos que después vende en Estados Unidos.
Después de la victoria de Trump en noviembre, gigantes como GM, Ford y FCA trataron de congraciarse con la nueva administración y anunciaron inversiones en Estados unidos o la repatriación de líneas de producción.