Resultó tal cual se esperaba: en Argentina ganó el peronismo de centroizquierda, que regresará a la Casa Rosada.
En Uruguay tampoco hubo sorpresa: quién gobierne se decidirá en una segunda vuelta, el 24 de noviembre, pero en esta otra orilla del río de la Plata también podría haber un cambio de rumbo si la centroderecha consigue derrotar al Frente Amplio.
En ambos países suramericanos, los ciudadanos fueron a las urnas el domingo para elegir al presidente y vicepresidente, así como a los miembros de las dos cámaras del Congreso.
La decisión de los ciudadanos implicará, por un lado, reacomodos de fuerzas en cada país, donde hasta ahora han gobernado mandatarios de orientación político-ideológica diferente: derecha liberal en Argentina, que llegó al poder en el 2015 de la mano del empresario Mauricio Macri.
En Uruguay, donde el Frente Amplio (centroizquierda) gobierna desde hace 15 años, podría suceder que Luis Lacalle Pou, postulado por el Partido Nacional (centroderecha), logre dar un golpe de timón con el apoyo de otras fuerzas de derecha.
Enfrente tendrá al otro “clasificado” para la segunda ronda: Daniel Martínez, candidato por el Frente Amplio.
El regreso del peronismo kirchnerista, con Alberto Fernández triunfador, constituirá también la vuelta de la exmandataria Cristina Fernández al gobierno, ahora como vicepresidenta de quien fue su jefe de gabinete.
Igualmente, este cambio en el gobierno argentino, a partir del 10 de diciembre, significará un punto a favor de la izquierda en Latinoamérica, golpeada en los últimos años por cambios hacia la derecha (Brasil y Chile, por ejemplo) o, como en Ecuador y El Salvador, hacia la centroderecha.
La factura a Macri
Las votaciones primarias en Argentina, cuando los partidos y/o coaliciones escogieron sus fórmulas presidenciales en agosto, anticiparon lo que ocurrió el domingo. Si bien Macri consiguió disminuir la brecha de 17 puntos con respecto a Fernández, no fue suficiente para lograr su objetivo de obtener otro periodo. Macri obtuvo 40,37% frente a 48,10% de su rival.
Si el aumento del desempleo (10,6% en el segundo semestre de este año) ya de por sí ha enviado a miles de familias a vivir en las calles, ante la imposibilidad de cubrir el costo de la vivienda, el actual presidente se encontró con otra mala noticia: la pobreza se incrementó a 35,4%, la cifra más alta desde la grave crisis que sacudió la economía en el 2001. Y pedir votos le resultó una empresa muy difícil si se toma en cuenta que en el 2013, cuando gobernaba Cristina Fernández, ese indicador era de 26%.
La devaluación del peso agregó otro factor negativo: en el 2016 se cotizaba a 12 por dólar y este lunes se vendía a 63 por billete verde (mercado oficial) y 74 en el mercado paralelo (dólar blue).
Congreso de Argentina
En las elecciones del 27 de octubre del 2019 se renovó la mitad de la Cámara de Diputados y un tercio del Senado. Asumirán funciones el 10 de diciembre
FUENTE: AMBITO.COM. || J.C. / LA NACIÓN.
El gobierno de Macri recurrió al Fondo Monetario Internacional (FMI) en procura de auxilio financiero para tratar de frenar la estampida cambiaria que a partir de abril del 2018 puso al peso cuesta abajo. El FMI otorgó créditos por $57.000 millones a cambio del compromiso de reducir la inflación y llevar el déficit fiscal a cero. En setiembre, la inflación alcanzaba 37,7% mientras que las finanzas públicas registraron en agosto un superávit primario de 0,2% del producto interno bruto (PIB), según cifras del Ministerio de Hacienda.
Además del reto que significan la devaluación y el alza de la pobreza, el próximo gobierno deberá hacer frente a una deuda externa que junio se estimaba en $283.567 millones, la cual se duplicó en los últimos dos años y representa el 58% del PIB.
El nuevo presidente tendrá que relacionarse con un Congreso en el cual el Frente de Todos –que lo postuló– contará con 107 de los 257 diputados, lo cual obligará a negociaciones. El panorama es mejor en el Senado: el peronismo tendrá control de esta cámara (38 de 72 escaños).
Decisión pendiente
Cruzando el río de la Plata, la contienda por la Presidencia de Uruguay se decidirá en noviembre.
Habrá balotaje, tal como se esperaba y como ocurrió en las elecciones del 2014 y el 2009, pero esta vez el Frente Amplio deberá enfrentar el desafío en una posición que evidencia un debilitamiento de su cuota electoral.
En efecto, en el 2004, Tabaré Vásquez triunfó con 51,67% de los votos válidos, sin necesidad de ir a segunda ronda. Cinco años después, esa coalición de centroizquierda consiguió 47,96% y su candidato, José Pepe Mujica, ganó la contienda en segunda vuelta. En el 2014, la cuota del Frente Amplio en la primera ronda fue de 47,81%. Vásquez logró su segunda presidencia en el balotaje.
Con miras a noviembre, el oficialismo tendrá que buscar más votos en otros nichos. El domingo, aunque fue la agrupación con mayor votación (39,2%), se las verá con Luis Lacalle Pou (28,6% de los sufragios), quien trabaja en formar una coalición “multicolor” con grupos de derecha como el Partido Colorado (12,3%) y Cabildo Abierto (10,9%).
La posibilidad de un cambio en la orientación político-ideológica es factible y evidentemente plantea un serio desafío para el Frente Amplio, que acusa el desgaste de 15 años de ejercicio de gobierno, el incremento de la inseguridad ciudadana (la cantidad de homicidios subió 45,8% en el 2018 y la tasa llegó a 11,8 por cada 100.000 habitantes), el desempleo más alto desde el 2007 (9,8% en el 2018) y un crecimiento económico que el gobierno estimó en 0,6% este año.
De los comicios del domingo surge un Congreso en el que ningún partido tendrá predominio.
Ninguna agrupación política consiguió los 50 escaños para tener la mayoría absoluta en la Cámara de Diputados (99) y en Senado, integrado por 30 bancas, se necesitan 16 para el control, cifra que tampoco está al alcance de ninguna fuerza.
Uruguay: ningún partido dominará el Congreso
Según los resultados preliminares, en el Congreso uruguayo no habrá una fuerza con mayoría absoluta
FUENTE: Diario El País/Uruguay. || J.C. / LA NACIÓN.