Hace pocas semanas la pérdida del sumergible Titán le dio la vuelta al mundo, cinco personas tenían como objetivo ver los restos del naufragio del famoso Titanic, en aguas del Atlántico norte, pero la aventura no fue como esperaban.
Tras unas horas perdieron comunicación con el exterior, y luego de días sin tener rastro del vehículo, encontraron los restos de lo que fue declarado como una implosión en las profundidades del amplio océano, allí fallecieron los cinco pasajeros.
Pero, las horas previas a subirse al Titán resultaron curiosas y diferentes para cada una de las personas.
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El diario estadounidense The New York Times realizó un relato desde los preparativos hasta las ilusiones de los excursionistas, a los cuales ver un histórico Titanic les terminó costando la vida.
La publicación cuenta la historia de la familia Dawood, pues dos de los miembros de este hogar perdieron la vida en el Titán. Shahzada y el joven de 19 años Suleman, de quien su madre reveló que abordó la embarcación con un cubo de Rubik y una cámara Nikon para retratar las profundidades del océano. “Era como un niño pequeño que vibra”, dijo Christine, quien se quedó en el barco de apoyo en la superficie, con la hija de la pareja, Alina.
Ambas vieron por última vez a su familia ese 18 de junio, justamente el Día del Padre.
La señora Dawood vivió de cerca la angustia, desde los primeros segundos de descenso en una expedición que duraría tan solo horas, a pasar cuatro días en medio de la incertidumbre que acabó cuando confirmaron la implosión del Titán.
“Además de los Dawood, estaba Paul-Henri Nargeolet, de 77 años, un científico francés y una autoridad mundial en el Titanic, que intentaba realizar su 38.ª inmersión entre los restos. Estaba Hamish Harding, de 58 años, un ejecutivo de una aerolínea británica, emocionado de hacer su primera incursión. Y estaba Stockton Rush, el fundador y director ejecutivo de OceanGate, de 61 años, que se veía a sí mismo como un híbrido de ciencia y turismo”, señala el Times, medio que confirmó el rechazo de la compañía a ofrecer entrevistas.
“En febrero, Stockton Rush y su esposa, Wendy, volaron a Londres y se reunieron con los Dawood en un café cerca de la estación de Waterloo. Hablaron sobre el diseño y la seguridad del sumergible y cómo era sumergirse en él”, relata el medio de comunicación.
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Shahzada Dawood fue un empresario británico-pakistaní de una de las familias más adineradas de Pakistán, él y toda su familia quedaron fascinados con el Titanic desde el 2012 tras visitar una exposición de Nargeolet, así fue como tiempo después se reencontraron esta vez para juntos llegar a las profundidades hasta el pecio del Titanic.
El diario estadounidense hace la comparación tal cual película, “un científico pionero (o un loco misterioso, para algunos) ofrece una rara o costosa visión de su descubrimiento a unos pocos forasteros seleccionados incapaces de resistir su propia curiosidad.
Estos no eran los dinosaurios de Jurassic Park o los dulces de Willy Wonka. Esta fue la oportunidad de ver, de primera mano, a través de un ojo de buey de 21 pulgadas, el naufragio más famoso del mundo en el fondo del mar”, narra el texto.
Rush deseaba que con él se adentraran clientes igual de entusiastas que él, así fue como contactó a Alan Stern (piloto de jet, explorador polar, líder de la exploración New Horizon de la NASA de Plutón y el cinturón de Kuiper), un científico planetario de Colorado, a él le ofreció entrenarlo y ser su copiloto, el viaje le saldría gratis y él aceptó.
“’En la última expedición, el señor Nargeolet hizo una presentación sobre sus 37 inmersiones anteriores al Titanic. También le contó al grupo una historia sobre cómo una vez estuvo “atrapado allí durante tres días y el submarino estaba fuera de comunicación’, recordó la señora Dawood”, para el Times.
El último en sumarse a esta “misión”, fue Hamish Harding, de 58 años, era el presidente de Action Aviation, una empresa de ventas y operaciones aéreas con sede en Dubái. Anteriormente, había volado al espacio con la compañía de cohetes Blue Origin de Jeff Bezos.
Harding estaba claramente emocionado, incluso publicó en sus redes sociales varias fotografías, una de ellas “sentado con las piernas cruzadas, sonriendo. Tenía el cabello ralo y rojizo. Llevaba una chaqueta negra y verde para todo clima desabrochada sobre una camiseta estilo rugby, bluejeans, calcetines con el tema de la NASA y zapatillas deportivas”, explica el medio.
Una atracción más, fue que “OceanGate habló en el idioma de los viajes espaciales: había una ‘central de comando’, un ‘director de misión’, la ‘plataforma de lanzamiento y recuperación (LARS)’ y una ‘cuenta regresiva’ para el lanzamiento”.
“Los pasajeros que pagaron fueron llamados “especialistas de la misión”, y la compañía solicitó que no se los llamara “clientes” o turistas, o “pasajeros”. Les obsequiaron camisetas y camperas bordadas con sus nombres y las banderas de sus países. Un parche en la manga decía: “Titanic Survey Exploration Crew”, según The New York Times.
Durante los días previos a la inmersión tenían reuniones dos veces al día las cuales duraban una hora o más para conversar sobre lo aprendido, los pasos a seguir y las previsiones que debían tomar.
También habían charlas de los científicos, conversatorios de las preocupaciones de los pasajeros y también veían la película Titanic.
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“El señor Rush siempre recomendaba una ‘dieta baja en residuos’ el día antes de una inmersión y nada de café la mañana de la expedición. Hacer sus necesidades durante las 12 horas planificadas significaba apuntar firmemente a una botella o un inodoro estilo campamento detrás de una cortina.
“Use calcetines gruesos y traiga un gorro porque hará más frío a medida que profundicemos. Trate de no mojarse los pies por la condensación que se acumula en el piso”, les decía, así como les pidió llevar sus canciones favoritas en el celular para compartirlas con los otros.
Según el diario, Suleman y Shahzada tenían sus trajes de vuelo OceanGate, así como pantalones impermeables, una chaqueta impermeable naranja, botas con punta de acero, chalecos salvavidas y cascos.
Así fue como los buzos que acompañaban a los tripulantes cerraron la escotilla y apretaron los tornillos, mientras familiares veían cómo se perdía Titán en el fondo del océano.
“En el interior, el resplandor de la luz del día sobre su cabeza se habría atenuado lentamente. Dentro de unos minutos, Titán sería absorbido por la oscuridad, y el ojo de buey sería un anillo negro”, finaliza el texto del Times.