Tener salud y un buen empleo son dos de los factores más importantes para que los ciudadanos de los países desarrollados perciban que gozan de bienestar subjetivo.
Así lo determinó la reciente medición del índice para una vida mejor (BLI, por sus siglas en inglés), aplicada por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) entre 38 naciones parte o que colaboran con esta entidad. Los resultados fueron divulgados este 31 de mayo.
La medición se hace mediante la calificación que dan las personas a su satisfacción general ante la vida.
Según el informe de la OCDE, estos datos subjetivos permiten incorporar una evaluación personal de la salud, la educación, los ingresos y otras condiciones sociales, mediante encuestas.
Noruega, con 7,6 puntos; Suiza (7,6) y Dinamarca (7,5) fueron las naciones con puntajes más altos en un indicador que se mide de cero a 10, donde esta última es la mejor calificación.
En el otro extremo de la clasificación, los últimos lugares fueron ocupados por Hungría (5,3), Portugal (5,1) y Sudáfrica (4,9).
El promedio en países miembros de la OCDE es de 6,5 puntos.
Se determinó que, al tomar en cuenta el nivel educativo de las personas, surgen diferencias: mientras la población que concluyó solo la primaria dio una puntuación media de 5,9, quienes tienen estudios superiores dijeron que su satisfacción llegaba, en promedio, a 6,9 puntos.
De igual manera, los países con mejores niveles de empleo resultaron mejor ubicados en la puntuación general del BLI, entre esos, Nueva Zelanda, Canadá y Australia.
“En los países donde la satisfacción ante la vida es menor, los niveles de empleo y, a menudo, la esperanza de vida, se encuentran por debajo del promedio de la OCDE”, señaló el reporte.
Aunque los niveles de satisfacción están asociados a países con los mejores indicadores económicos, como el producto interno bruto o las remuneraciones, también se determinó que, independientemente de su producción por habitante, los países de la OCDE pueden tener áreas débiles, por ejemplo en seguridad, calidad del aire, asequibilidad de vivienda y balance con el trabajo.
Costa Rica inició el proceso de ingreso a esta organización en el 2012. Las autoridades actuales estiman que la decisión sea emitida en el 2018, para que luego el acuerdo sea ratificado por la Asamblea Legislativa.