Las condiciones de la economía en el mundo de hoy no son en nada halagüeñas y no solo en Costa Rica hay problemas por razones fiscales.
De paso por México tuve la oportunidad de escuchar a un analista que, entre otras cosas, alertó de la situación fiscal compleja del gigante latinoamericano, particularmente, por el efecto del alza en las tasas de interés y su impacto en el déficit fiscal, considerando que la relación entre este y su carga fiscal (porcentaje de la recaudado por impuestos respecto del PIB ) no parece razonable si se compara con la misma proporción de tales variables de sus pares en la OCDE.
La media de carga fiscal en los países de la OCDE es de 34% y la carga fiscal de México, de solo el 17,2%.
Su déficit no es tan alarmante como el nuestro, pero es alto comparado con otros países OCDE.
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A las puertas de un gobierno de izquierda con mayoría en el Congreso y Senado, es probable que veamos una nueva reforma fiscal en ese país, cuya recaudación al igual que la nuestra, ha crecido más por el impuesto de renta que por el IVA. Ya veremos si será tal la prioridad de López Obrador y de ser así, si será tan traumática su reforma como la nuestra.
Ver estos datos sobre la situación mexicana es interesante y sirve para no sentirnos ni tan solos ni tan únicos. Denota, igualmente, que las condiciones globales determinan las condiciones de la discusión política local, pero también es cierto que las situaciones de incertidumbre local crean nerviosismo en los mercados y entre otras cosas afectan los tipos de cambio.
Las elecciones y los largos procesos de reformas legales (en el caso de Costa Rica la fiscal, en el caso de México, el tratado de comercio con Estados Unidos) son dos aspectos que terminan siempre erosionando la capacidad de crecimiento de una economía. Por eso es importante que cerremos el capítulo de los impuestos y que pasemos a discutir y decidir sobre otras cosas.
A veces se nos olvida que tenemos que hacer lo que podamos para proteger nuestras condiciones de estabilidad porque si no, el mercado se encarga él mismo de hacer los ajustes necesarios y usualmente ingratos.
Nos recuerda el mercado entonces, que no estamos solos y que nuestra economía se interconecta con la del mundo. Es el caso de México y es nuestro caso igualmente.
Francisco Villalobos. Socio Impuestos & Legal Deloitte