Los dueños de restaurantes, cafeterías, cines, teatros y estadios de Nueva York, EE. UU., podrán seguir vendiendo bebidas gaseosas o azucaradas de más de medio litro.
El juez Justice Tingling invalidó el reglamento que impediría su venta a partir de hoy por considerarlo “arbitrario y caprichoso”.
El reglamento pretendía ser un arma contra la obesidad. Más de la mitad de los neoyorquinos (58%) tienen sobrepeso u obesidad, así como el 40% de los niños.
Además, unos 6.000 neoyorquinos mueren al año por problemas vinculados a la obesidad y uno de cada ocho adultos tiene diabetes.
La normativa no incluía bebidas de dieta y alcohólicas, por lo que el juez lo consideró contradictorio: “El decreto excluye otras bebidas que tienen contenidos mucho mayores de edulcorantes o calorías”, cita el documento.
Lucha. Desde que el alcalde Michael Bloomberg anunció la medida, se dio un debate entre quienes estaban a favor y en contra.
Los primeros defendían esto como medida de salud pública, los otros lo veían como atropello a las libertades individuales, y decían que el alcalde no era quién para imponer qué pueden beber y qué no.
Por otro lado, los comerciantes reclamaron. La Asociación Estadounidense de Bebidas y la Asociación Nacional de Restaurantes demandaron a la ciudad en octubre.
Michael Cardozo, colaborador de Bloomberg, dijo en entrevista con el New York Times: “Planeamos apelar la decisión cuanto antes. Confiamos en que la decisión tomada por nuestro comité de salud se restablezca. Creemos en nuestra responsabilidad de atacar las causas de la obesidad”.