¿Se imagina poder sustituir el plástico que se usa en la electrónica con materiales naturales y biodegrables?
Podrá sonar como una idea muy ambiciosa, pero para la española Elisabeth Lorenzi es una pregunta que todos nos deberíamos hacer.
De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas (ONU), el mundo generó en el 2018 más de 50 millones de toneladas de residuos electrónicos; el equivalente a tirar a la basura 125.000 aviones jumbo o 4.500 torres Eiffel y suficientes para cubrir de desperdicios toda la isla de Manhattan, en Estados Unidos.
“Solo una pequeña porción de los restos de computadoras, electrodomésticos, teléfonos, baterías son reciclados correctamente, a pesar de que tienen un alto valor económico y el potencial de crear trabajos. Sin una gestión adecuada, dañan el medio ambiente y la salud humana”, indica ese organismo en su sitio web.
Punto de partida
En el campus de la Universidad Earth en Liberia, Guanacaste, Lorenzi y un equipo de exportes en distintos campos, estudiaron la posibilidad de aprovechar los plásticos que produce la naturaleza como gelatina, celulosa, proteínas, la carcasa de los crustáceos y el almidón, para sustituir los materiales convencionales.
“Los probamos y tratamos de construir dispositivos electrónicos. E estamos en el estadio de probar el grado de conductividad o aislamiento de los materiales para su implementación.
"Hemos encontrando muchas posibilidades, por medio de mezclas, circuitos sencillos. Tenemos la primera semilla para seguir con este desarrollo, pero es necesario más investigación e inversión. Es importante hacer que la tecnología sea algo más cercano a las personas y que se pueda producir con otros elementos de la naturaleza”, indicó.
La propuesta de electrónica biodegradable de la española, fue uno de los 10 proyectos desarrollados durante el 6º Laboratorio de Innovación Ciudadana (LABIC), organizado por el proyecto Innovación Ciudadana de la Secretaria General Iberoamericana (Segib), que se realizó del 29 de octubre y hasta el 10 de noviembre.
En una cocina del campus de la Earth fueron probando productos que fácilmente podrían encontrarse en las cocinas de muchos hogares, para evaluar su efectividad. La esperanza es que en un futuro sean materia prima para elaborar placas de circuito impreso (PCB, por sus siglas en inglés), que se emplean en la electrónica.
Lorenzi reconoce que su propuesta de crear estas placas electrónicas biodegradables, es solo un punto de partida. Aún se requieren hacer muchas más pruebas y análisis de materiales para determinar su capacidad como aislantes o conductores.
También, espera compartir toda la información recabada, con otros ciudadanos que como ella tienen esta inquietud y que algún día podría generar nuevos emprendimientos, a la vez de brindar al medio ambiente una alternativa sostenible.
Con este proyecto, además, espera generar conciencia en las personas sobre sus hábitos de consumo, considerando lo acelerado que avanza la tecnología y cómo los objetos electrónicos son rápidamente desechados, conforme versiones más recientes son puestas a disposición en el mercado.