Tal y como la pieza faltante de un motor, la ausencia de los depredadores en una cadena alimentaria puede afectar el funcionamiento de todo un ecosistema.
Una investigación publicada en la última edición de la revista Science reseña los hallazgos de varios estudios sobre el efecto que tiene la ausencia de grandes depredadores en las redes alimenticias.
Los autores estudiaron el impacto de 31 de las especies de carnívoros más grandes sobre los ecosistemas entre ellos la nutria marina, el león, el leopardo, el puma, el dingo y el lobo.
Estos grandes depredadores se ven perjudicados por la cacería y por la disminución de sus presas y de sus hábitats.
La ausencia de siete de estas especies mostró tener efectos negativos en la abundancia de ejemplares de otras especies que se encuentran más abajo en esas cadenas, especialmente algas y álamos.
Evidencia. Las poblaciones de algunas especies de plantas y animales aumentaron o disminuyeron su número hasta 100 veces en ausencia de los carnívoros estudiados. Por ejemplo, en el este de EE.UU., la ausencia de estos animales acarreó erosión, pues facilitó la propagación de herbívoros y dificultó el crecimiento de nuevos árboles a las orillas de los ríos.
La ausencia de estos carnívoros puede perturbar a un ecosistema, pero su reinserción a un hábitat puede traer grandes beneficios.
En Finlandia, un programa de recuperación de poblaciones de linces logró controlar a sus presas naturales, el corzo y el zorro rojo, cuyas poblaciones habían crecido de forma desproporcionada.
Indirectamente, la disminución de zorros permitió la recuperación de poblaciones de gallos silvestres y liebres y el aumento en la productividad del ecosistema.
Mientras las poblaciones de grandes carnívoros en todo el mundo continúan disminuyendo, los investigadores estiman que la tendencia se acompañará de cambios en diversidad de especies de plantas, biomasa y productividad.
Dado que las plantas son el inicio de toda cadena alimentaria, estos cambios tendrían consecuencias en otras especies.
Los efectos incluirían variaciones en la propagación de enfermedades, el comportamiento de incendios forestales y la absorción de carbono atmosférico.
Los científicos apuntan a que aún es necesario averiguar la cantidad idónea de carnívoros necesaria para mantener los ecosistemas sanos. Asimismo, es necesario continuar investigando los impactos que la actividad humana (ganadería y cambios de uso de la tierra) tiene sobre estos animales.
Los autores concluyen que dedicar terrenos a la conservación no será suficiente para proteger a estas especies si no se halla la forma de que coexistan con las actividades humanas, especialmente en zonas rurales.
En el pasado se decía que los animales carnívoros debían de controlarse o erradicarse para mantener recursos en el ecosistema. Al menos, esta antigua creencia ha sido desmentida y los autores demuestran que estos animales en realidad proveen beneficios a nivel global.
En la elaboración de esta revisión de estudios participaron Universidad Estatal de Oregon, Universidad de California en Santa Cruz, Deakin University y Universidad de Montana, entre otras.