Aunque prácticamente nunca me refiero a temas deportivos en los artículos que publico en esta página, el deporte siempre ha sido una parte muy importante de mi vida. De joven participé en casi todas las disciplinas deportivas: futbol de canchas abiertas, volley-ball , boxeo, (en el liceo y en la universidad, e incluso participé en una noche de boxeo en el antiguo Estadio Mendoza), ciclismo, natación, esgrima, tenis y jiu-jitsu (mi primo Orlando Madrigal fue el primero en fundar una academia de artes marciales en Costa Rica). Los años me fueron alejando de estas disciplinas, pero aún hoy en día juego tenis y nado al menos dos veces a la semana.
Además, dirigí durante varios años una revista, “Deportivo Mundial,” lo cual me permitió estar muy cerca de todos los deportistas de aquella época y de algunas de sus grandes actuaciones. Cuty Monge, a los 15 años, no solo jugó en primeras divisiones, sino que fue votado como el centro delantero de la Selección Ideal durante el Campeonato Panamericano efectuado en México y en el cual participaron Brasil y Argentina.
Más tarde tuvo, en el antiguo Estadio Nacional, una actuación extraordinaria. Saprissa jugaba contra el Cartaginés, y el joven jugador estaba muy preocupado porque esa noche su esposa estaba en el hospital, en labores de parto. Su actuación en el primer tiempo fue desastrosa y los aficionados lo silbaban y pedían que lo sacaran.
Al iniciarse el segundo tiempo, un funcionario del equipo se acercó a la cancha y le gritó: “Es un varón, y todo está perfecto”. Cuty dió un salto de alegría y comenzó a jugar como nunca lo había hecho en su vida. Metió 6 goles, en uno de los cuales eludió, desde la media cancha, a todos los jugadores que se le enfrentaron, incluyendo al portero y entró caminado con la bola en el marco contrario. Al día siguiente un periódico, no recuerdo si fue La Nación , sacó un titular con letras muy grandes que decían: “Cartaginés 0- Cuty 6”.
Recuerdo también a Catato Cordero, defensa central, tanto del Saprissa como de la Selección Nacional, quién, aunque su obligación era, no dejar pasar a ningún jugador contrario, siempre lo hizo con hidalguía y sin jugadas arteras. Más tarde, lo mismo hizo Evaristo Coronado a quién, por cierto, la FIFA lo iba a premiar por no haber recibido una sola tarjeta roja en toda su carrera, cuando fue expulsado por juego brusco. Más tarde, la “victima” reconoció que había fingido una falta inexistente.
Vulgaridad. ¡Qué diferencia de estos jugadores, con los del Alajuelense y el Herediano, que se enfrascaron en una vulgar pelea callejera de golpes y patadas, algunas a un jugador que estaba, indefenso, en el suelo! El ejemplar castigo recibido hizo pensar que, por fin, iban a acabar con estas malacrianzas, con estas escenas, que solo daño pueden producir a los niños que asisten a los estadio y admiran y tratan de imitar a estos ídolos de barro. Increíblemente, la apelación de la Liga Deportiva Alajuelense tuvo éxito y abrió el camino para que estos bochornosos actos se lleven a cabo, impunemente, en el futuro.
Se alegó que había errores de forma en el castigo, pero ¿qué es más importante, la forma, los requisitos que debe cumplir un castigo, o la falta en sí? Nadie, y mucho menos un juez deportivo, puede alegar ignorancia de hechos que no son secretos, que se han visto por la televisión muchas veces, con todos sus detalles.
Durante tantos años que fui miembro de la junta directiva de la Compañía Nacional de Teatro, recibía de vez en cuando, unos formulario de la Contraloría General de la Republica en los que debía hacer una declaración jurada de todos mis bienes, y siempre me negué a hacerlo porque por mis manos no pasaban ni cinco céntimos del Estado, no ganaba ningún sueldo y solo brindaba mi trabajo y mi tiempo, sin esperar ninguna recompensa monetaria. En una ocasión, le pregunté a un funcionario de la Contraloría cuál podría ser mi castigo por no cumplir con ese requisito y me contestó que podría ser destituido. Nunca llené esos papeles y nunca fui despedido.
Algunos considerarán que hay muchas otras cosas más importantes que se deben corregir en las actividades públicas o privadas. Pero el deporte es salud, o al menos debiera serlo, y el juego limpio, la caballerosidad y el honor son partes muy importantes de la formación de nuestros niños, para que luego los apliquen en todas sus actuaciones, no necesariamente solo las deportivas.