Agresión física y psicológica, asesinatos, violaciones, embarazos no deseados, poca participación en la política, discriminación, falta de empleo, cumplir tantos roles a la vez, irrespeto, machismo... Hay tantas problemáticas que visten a la mujer en el país, pero usted, obispo José Francisco Ulloa, decidió usar su púlpito y la resonancia de su voz para hacer un llamado a “vestir con recato”.
Nos pidió vestir con cautela o reserva, si la definición del Diccionario de la Lengua Española no se equivoca. Defendió su llamado porque, según usted, la falta de recato hace que se nos vea como objeto. Sin profundizar en lo trasnochado y oscurantista que me parece el tema, ¿no cae usted en su propia trampa al juzgarnos por nuestro envoltorio? ¿Por qué decide juzgar a la mujer por aquello más superficial: su vestimenta?
He oído mil y una veces en diferentes homilías la importancia de la vida espiritual, de cumplir con los mandamientos de Dios, de ser bueno, de respetar al prójimo, pero nunca de que vestir con recato sea un requisito para entrar en el reino de Dios ni siquiera para asistir a misa.
Han sido muchas las generaciones de mujeres que han luchado para librarnos de estereotipos, para que a estas alturas del siglo nos vengan a meter en el cajón más cuadrado y tonto que hay: el de cómo vestimos. ¿No es que el hábito no hace al monje? Y, si este asunto de los ropajes no es importante, quisiera saber por qué lo lanzó a los cuatro vientos el 1.° de agosto.
A través de los medios de comunicación, me enteré de un llamado sesgado y que puede ser leído como machista, cómo no, si solo se les pide a las mujeres prudencia, mas no hay ninguna petición al género masculino. ¿Dónde quedó la igualdad entre géneros? ¿No es que la Iglesia somos todos?
¿No cree que el país y nuestra sociedad vive problemas muy serios como para gastar la vitrina que le ofrecía esa ceremonia en un asunto tan superfluo? Había tantos temas importantes de los cuales hablar y en los cuales la iglesia católica podría tener una voz importante: el respeto hacia la mujer, el repudio a la violencia, un llamado a la igualdad y destierro de toda forma de machismo, la falta de participación de mujeres en puestos de tomas de decisiones...
En fin, señor obispo, no, no voy a ser recatada: no me parece un tema importante ni pertinente. Prefiero ser recatada en el decir y ese consejo se lo dejo para su próxima reflexión en público.