Las empresas dedicadas a la distribución y comercialización de gas LPG –más conocido como gas de cocina– presionan por lograr un mayor aumento en el precio de los cilindros que venden al público.
El sector puja para que la Autoridad Reguladora de los Servicios Públicos (Aresep) le reconozca en la tarifa un inventario mayor, de manera que el tope de la reserva de gas suba de dos a cinco días.
“Hay una situación de desequilibrio financiero; es una situación de crisis”, asegura Víctor González, vicepresidente del gremio, que surte del líquido a más de 10.000 clientes en el país, entre sodas, restaurantes y hoteles.
La molestia quedó patente en un campo pagado que las empresas Tropigás y Gas Zeta publicaron en
González advirtió que el ajuste tarifario menor a lo planteado y el estrecho inventario que pueden mantener “no les da margen para incrementar sus reservas y atender eventuales problemas”.
Indicó que la semana pasada “hubo un problema de abastecimiento” por dos factores: el ajuste tarifario (desde ¢6 hasta ¢60 en las diferentes presentaciones de cilindros) y el cierre de la planta en Moín (que almacena el gas) por parte de Recope “durante cuatro días”.
“Los primeros días de la semana pasada fueron críticos para nosotros por esos factores”, exclamó.
Asimismo, la entidad reguladora les pidió a Gas Zeta y Tropigás –mediante la resolución 500-RCR-2011 de la cual
Por su parte, Francisco Rojas, gerente de Distribución y Ventas de Recope, rechazó que la entidad haya suspendido la distribución de gas LPG durante cuatro días, tal y como lo afirma el gremio.
“El lunes pasado, en la mañana, detectamos un problema técnico en la refinería en Moín, y enviamos una circular en la que informamos de que cerraríamos ese día al mediodía, y que reabriríamos el miércoles. Solo estuvimos cerrados un día y medio”, sostuvo.
El funcionario de Recope agregó que la semana pasada la entidad amplió en dos horas el horario de servicio “para restituir lo que se dejó de comprar”.