Aunque no todos los tuits se deban tomar en serio, hubo uno que se popularizó por decir una verdad entre una broma. Aquel tuit decía que ahora, en vez de coleccionar cuadros de arte, la gente colecciona tatuajes. El chiste va sobre la inflación, naturalmente, pero debajo se asoma algo muy cierto: la percepción sobre los tatuajes pasa por un filtro completamente distinto al que se tenía antes de este siglo.
La exposición Marcas vivas: algunos encuentros entre tatuaje, arte y diseño en Costa Rica trata justamente de reflexionar sobre los cambios de visión al respecto. En las salas 3 y 4 del Museo de Arte y Diseño Contemporáneo ya se encuentra en exhibición.
“Buscar un tatuaje es hoy como buscar una pintura”, explica Fernando Chaves, uno de los curadores de la muestra, quien precisamente ubica ese tuit como ejemplo. “Si uno quiere tatuarse, busca un estilo específico y a un diseñador en particular. Tiene la misma dinámica”, agrega.
Para Chaves, el tatuaje ya no es una disciplina marginal, como ocurrió antes de mediados del siglo XX, sino que es una cultura preponderante. De hecho, el curador se apoya en un dato de la Encuesta de la Escuela de Estadística de la Universidad de Costa Rica, realizado en el 2016, el cual revela que casi el 14% de la población tica está tatuada. “Han pasado seis años; no dudo que esa cifra creció considerablemente”, comenta.
Ese crecimiento y cambio de percepción es razón más que suficiente para la realización de esta muestra, que no tiene fines historiogŕaficos ni pretende ser una antología definitiva sobre los más grandiosos tatuadores del país. El enfoque no va por ahí.
Más bien, es un proyecto de investigación que se enfoca en el contexto actual del tatuaje en Costa Rica. La exhibición se interesa en capturar la efervescencia del tatuaje en los más diversos lenguajes y en la búsqueda de encontrar en el oficio una forma de marcar vidas, cuerpos y culturas.
Los tatuajes tienen una historia extensa, milenaria, que difiere según desde la cultura que se quiera investigar, pero lo que sí es irrefutable es que, desde los años 50, ha cambiado. Ya no es algo de tribus urbanas, sino que ha pasado a ser eje del mainstream cultural.
Marcas vivas, entonces, ha convocado a tatuadores de distintas generaciones y estilos, desde emergentes hasta consolidados, con técnicas e intereses distintos. Algunos tatuadores buscan en los diseños una forma de arte experimental, otros un abordaje investigativo... Hay mucho por descubrir a través de cada uno.
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Ideas y arte en la piel
Por supuesto, tatuar no es solo marcar. Como bien dice Chaves, este oficio es un mercado de arte y un vehículo expresivo para intereses estéticos. En otras palabras: los diseñadores no están en esto solo “por sacar plata”, sino también que es un modo de experimentar, teniendo en cuenta que muchos tatuadores provienen de otras disciplinas.
Muchos graduados de arte, sean de pintura, grabado, fotografía, etc., no han encontrado un mecanismo de exhibición “tradicional”: conseguir un salón donde exhibir sus trabajos. La eclosión digital, principalmente a través de Instagram, ha beneficiado a que estos artistas muestren sus diseños y los ofrezcan para ser colocados en la piel.
Puede parecer una locura, pero una cuenta de Instagram puede verse como un museo en potencia: allí se reúne la obra de un artista que lleva su trabajo hasta el cuerpo.
De la mano con esta tendencia, el tatuaje se ha alejado, paulatinamente, de cánones tóxicos que lo han ofuscado. En tiempos recientes, ha sido habitual leer en redes “quemas públicas” sobre instructores de tatuajes que incurren en el acoso (laboral y sexual) contra sus aprendices, entre otras prácticas nocivas.
“Ahora la situación es muy diferente”, cuenta Mariia Tijeras, una de las tatuadoras que es parte de la exhibición. “Uno siempre ha escuchado historias así, de ambientes tóxicos, pero cada vez hay más libertad y respeto. Es parte de la profesionalización que ocurre”.
Mariia lleva una década tatuando y asegura que, en este corto tiempo, la paleta de creadores se ha diversificado. “Antes no era habitual ver tantas mujeres, personas queer, trans y no binarias creando”.
Ella, particularmente, encontró la pasión por el tatuaje a través de su padre, quien siempre recibía a tatuadores en su casa. El anzuelo apareció por sí solo y, conforme fue creciendo, iba fascinándose con la idea de no solo querer tatuarse, sino crear.
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Su historia es particular, pues no considera tener un estilo propio. “No creo que el arte deba limitarse solo a una forma de ver las cosas”, sentencia. Mariia empezó a tatuar inspirándose en los animales, luego quiso hacer pokémones y a la fecha está abierta a lo que la gente le pida.
Ella se dedica plenamente al oficio en una empresa ubicada en Barrio Escalante. Asegura que las olas de interesados en tatuarse son recurrentes; que no es de extrañarse que uno vea en la calle tanta gente tatuada porque ella es testigo en primera fila de la fiebre que hay en torno a la tinta en la piel.
“Y no creo que sea una moda”, agrega. “La gente ahorra para un tatuaje como lo haría para un viaje. O incluso para ambos”. Mariia es un ejemplo de eso que ella misma señala pues ha realizado dos viajes a Colombia para tatuarse con un diseñador que admira. “Lo hago con toda la emoción, ¡y aún me faltan más viajes para terminarlo!”, dice.
Parte de los diseños de Mariia están al inicio de la exposición en la sala 3, donde se extiende una larga carpeta de trabajos que simula una piel humana. Allí aparecen sus figuras (especialmente animales) y un texto que ella misma escribió, en el que se lee una consigna sobre cómo encontró en el tatuaje una emancipación personal.
“El tatuaje es algo liberador. Me libera como persona y como creativa, me pone en contacto con gente de toda clase de lugar... Es una forma de encontrarse con personas y tener algo más que un gusto en común. El tatuaje ha significado mi vida”, agrega.
Después de su trabajo, en esta pared se extienden trabajos de todo tipo: hay diseños tribales, japoneses, acuarelas, recreaciones de cultura pop, emulaciones a dibujos de kínder... En fin: se trata de un extenso y diverso catálogo.
Arte en específico
En la sala 4 del MADC, la muestra continúa. “En esta parte de la exposición se trata de continuar la idea de que existe un panorama de prácticas vinculadas al tatuaje”, dice el curador José Picado.
Allí hay obras de artistas como Laura Astorga, artista visual que realizó diseños que no fueron pensados para ser tatuados, con contenidos más políticos y reflexivos, y que igual acabaron siendo insumo para marcar en la piel.
También hay un espacio en que se fotografía a Javier Calvo, un diseñador fascinado con la tinta blanca. Aparece una imagaen de él donde se ven los nombres de barcos de La Pinta, La Niña y La Santa María marcados en su cráneo, con esa misma tinta blanca. “Son dimensiones más conceptuales ligadas al arte contemporáneo; son formas de explorar las posibilidades que da la tinta y el cuerpo como método de expresión”, manifiesta el curador Picado.
También en la sala 4, se ha dispuesto una gran mesa para realizar talleres con los expositores. El museo ha programado una serie de visitas y seminarios (que irán publicándose en las redes sociales del MADC) para extender esta conversación al respecto.
Serán sesiones sobre conceptualización del tatuaje, historia del tatuaje, economía y pedagogía de tatuaje, espacio seguro y acoso sexual, y el tatuaje desde la filosofía del arte contemporáneo.
“Esperamos que esta exposición sirva para propiciar más estudios al respecto. Es casi nula la existencia de artículos o investigaciones al respecto y, como se puede encontrar en esta muestra, hay mucho por seguir diseccionando desde lo social y lo antropológico para seguir sorprendiéndose”, finaliza Picado.
No se lo pierda
La muestra se puede visitar en la Sala 3 y 4 del Museo de Arte y Diseño Contemporáneo, ubicado en el Centro Nacional de Cultura (CENAC, antigua FANAL), al costado oeste de la Biblioteca Nacional, en San José.
La entrada tiene un costo de ¢1.800 para nacionales, ¢1.200 estudiantes y ¢2.500 para extranjeros. La muestra es apta para todo público y estará en exhibición hasta el 11 de febrero del 2023.
Lista completa de expositores
Kerem Madrigal, Emma Castillo, Andrés Webb, Paola Marín, Venus Mora, Alonsx Campos Pérez, Mariia Tijeras, Karol Vindas, AstroKids (Vladi), Benjamín Daljeet, Rebeca Martínez, Fernanda Solano Arrieta, Adriana Umaña Mora, Alejandro Rodríguez, Natalia Gutiérrez, Negus, Paula Artavia, Alex Nuñez, Moisés Kampos, Dave Segura, Jennifer Karczynski, Laura Astorga Monestel, Javier Calvo Sandí, Alejandro Ramírez, Daniel Ortiz, Juan Vargas, Manrique Vargas, Pablo Yañiuk, Sebastián Montero y Margot Castro.