Ambas se han puesto los zapatos de la heroína más trágica de Giacomo Puccini; ambas han pasado por un duro proceso para poder interpretar a la geisha burlada por un teniente de la Marina de Estados Unidos, a quien le entrega su vida e ilusiones; ambas han hecho que el público las acompañe a lo largo de la melodramática historia para terminar llorando emocionado. Ambas sopranos costarricenses se han convertido en Cio-Cio-San, la protagonista absoluta de la ópera Madama Butterfly: Gloriela Villalobos lo hace actualmente en el montaje que presenta la Compañía Lírica Nacional desde el viernes 26, en el Teatro Melico Salazar, y Anayanci Quirós lo hizo hace 15 años, en la versión anterior que ofreció esta misma compañía en el Teatro Nacional
Desde allí, ellas dibujan con su voz lo que es meterse en la piel de la japonesa, los retos y la emoción que acarrea y otros pormenores de este trabajo.
LEA MÁS: 'Madama Butterfly': Llanto, traición y muerte
–¿Qué significa para una soprano interpretar a Cio-Cio-San, heroína trágica de Puccini?
–Gloriela: Un gran reto para cualquier soprano del mundo. Uno debe tomar el papel con precaución y verlo realmente como un reto. Es un rol que cansa mucho. Es el rol de Puccini más largo que hay y el que pasa más tiempo en el escenario.
–Anayanci: Significa mucho. La ópera está sobre los hombros de la soprano. Tiene que estar bien uno con la voz y totalmente conectado el cuerpo con lo que se está haciendo. Significa también una gran alegría porque es uno de los roles más hermosos escritos en la historia de la lírica. Significa también saber que vas a mover las emociones del público y que no podés ser un espectador más porque es peligroso si te emocionás muchísimo. Hay que concentrarse y no dejarse llevar por la emoción en esos momentos.
LEA MÁS: Madama Butterfly, la heroína del Sol Naciente
–¿Qué piensan acerca de este personaje, esta geisha burlada, en comparación con otras heroínas de ópera y otros personajes de Puccini?
–Gloriela: Es realmente emblemática. Es un personaje que demuestra la sensibilidad más pura femenina que escribió Puccini; me refiero a la maternidad, un tema con el que todos podemos empatizar por nuestra relación con este amor. Para mí, Cio-Cio-San, igual que Suor Angelica, son los roles más exigentes emocionalmente. Todos podemos entender el amor de madre, todos hemos visto el amor de madre…
–Anayanci: Sí, de hecho, cuando lo canté mi hijo estaba de meses apenas. Están los sacrificios que puede hacer la mamá para que su hijo esté bien y, sobre todo, un tema muy importante: el honor. Ella espera hasta el último minuto para que él (B. F. Pinkerton) venga a hablar con ella y le diga que se va a llevar a su hijo. Allí se ve el honor de esa mujer, que durante esos tres años tuvo que madurar con el dolor. Ella prefiere entregar su vida y dar a su hijo a una mejor vida. El honor corresponde a la cultura japonesa.
–Gloriela: No puede conservar su vida si no es con honor.
–Anayanci: Se sacrifica para que ese hijo tenga un mejor futuro que ella no le podrá dar. Ella había renunciado a todo por el amor a este hombre: para él era un juego y para ella era su vida. Es un personaje lleno de matices, por todo lo que renunció en su vida y, al final, renuncia a su vida por el amor a ese hijo.
––¿Cómo se afronta un personaje así, de una cultura tan diferente?
–Gloriela: Se hace una investigación que ayude a entender la cultura, a entender la realidad social de ese momento, específicamente de ser mujer y de ser geisha. Se hace este trabajo y se parte de allí porque necesitamos alejarnos de los chiclés, de lo que dicen…
–Anayanci: Trabajé este personaje desde un año antes y leí libros…
–Gloriela: Claro, los libros y la obra de teatro.
–Anayanci: Después un estudio sobre la cultura japonesa y un libro buenísimo sobre la obra de Puccini. Como la canción: Yo soy un instrumento en manos de un autor. Uno no puede aparecer como una cosa egocéntrica de yo soy la cantante, sino ser solamente un medio para efectivamente darle a un público lo que quería decir el autor. Además, por supuesto, con el director escénico una trabaja los modismos japoneses.
–¿Cuál ha sido el principal desafío para meterse en el papel de Cio-Cio-San?
–Anayanci: Es una obra tan conocida que una tiene la responsabilidad de hacerlo lo mejor posible y hacer su propia versión; no copiarle a nadie ni que se parezca a la versión de nadie, sino que sea su propia versión. Eso es válido para todas las obras. Es muy triste porque algunas nuevas generaciones de cantantes convierten el arte casi que en un karaoke porque se ponen a oír a este y al otro y se trata de un sinnúmero de sonidos que no les corresponde ni a su desarrollo como artista. Esto de tu propia versión es muy importante porque ahí le aportás a una obra tan icónica como es Butterfly.
–Gloriela: Exactamente. Entender y saber cuáles son las necesidades vocales de uno. Pienso que cuando la parte vocal está clara y resuelta, uno puede estar tranquilo para interpretar el personaje. Es muy exigente el rol, así que esa parte debe estar completamente resuelta desde antes para poder tener a libertad de interpretar en el escenario, para poder ser Cio-Cio-San.
LEA MÁS: La Cio-cio-san costarricense le tapó la boca a muchos
–Al asumir este papel, ¿en qué momento estaban?
–Anayanci: Era un momento de mucha frustración por todas las administraciones de las Compañía Lírica; a veces teníamos que obligar a los directores de turno para que nos hicieran audiciones. Con la oportunidad de que vino alguien de afuera, como fue con Chosei Komatsu y su esposa, Christine, y que vieran a todos los cantantes nacionales en una audición, me dieron el papel de Cio-Cio-San. Fue una gran tranquilidad porque ellos con su experiencia me escogieron; yo no había vuelto a cantar luego de un pequeño papel en Lucia di Lammermoor. Nosotros íbamos insistiendo como generación y exigiendo audiciones para ir haciendo un proceso (ir pasando de los pequeños papeles a los más grandes), así que esto era meterse a un reto bien fuerte porque era la gran oportunidad de hacer un rol de gran envergadura. Había que demostrar que se podía hacer y muy bien. Gracias a Dios, el trabajo que hicimos el cuarteto nacional fue muy importante. Fue la primera vez que el crítico de La Nación en aquel entonces, Andrés Sáenz, hizo una segunda crítica de ópera dedicada al cuarteto nacional. Fue muy importante esa oportunidad e implicaba un gran riesgo: no en lo vocal porque uno sabía que había estado trabajando seriamente, sino lo que significaba en el ambiente costarricense.
LEA MÁS: Crítica de ópera (2005): Elenco de altura
–Gloriela: Yo lo veo como un trampolín, como un impulso muy importante para mi carrera. He tenido experiencia estudiando afuera y cantando óperas universitarias. Lo veo como un impulso para mí. Vocalmente es una gran oportunidad y quisiera sentirlo y verlo como inicio de mi carrera profesional porque acabo de terminar mi maestría (en Alemania); me falta solo mi recital de graduación que lo tuve que posponer por la producción. Esto es un buen augurio para mi carrera profesional.
–Un bel dì, vedremo (Un día veremos) es la más célebre aria de esta ópera. Hay tanta esperanza, hay tanto amor, es conmovedora… ¿Cómo ven esta escena, qué les provoca, cuál ha sido su relación con ella?
–Gloriela: Es complicado hasta cierto punto porque hay que llenar la expectativa; mucho del público va a escuchar la ópera por Un bel dì, vedremo. Es una gran responsabilidad porque hay una gran expectativa. El aria no es lo más exigente de la ópera, definitivamente no. Sin embargo, es el momento en que Cio-Cio-San se sincera por completo y donde ella demuestra lo que ha pasado, toda la espera, cómo se convence cada día de que su relación va a funcionar, qué le va a decir Pinkerton. Probablemente es la parte en la que hay más conexión de los sentimientos de Cio-Cio-San con el público, donde ella se abre y es como un libro que cuenta su historia y lo que ella se repite cada día para seguir adelante en esos tres años de espera. Es eso: una gran responsabilidad, una gran expectativa que hay que llenar y es una historia que hay que contar por el público.
–Anayanci: Es una de las arias que más me gusta cantar en la vida. Cio-Cio-San, en realidad, va pintando todo lo que pasa. Cuando suena el cañón de puerto, ella empieza esta discusión tan amorosa, pero tan inocente donde ve a aquel esposo como un pequeño punto, que me dice mi esposita que hueles a verbena… Es tan cálido lo que genera este personaje y está tan bien compuesta para que le llegue al alma al intérprete y a quien está oyendo. Es uno de los momentos más sublimes de la ópera. A mí me encanta y trato de cantarla en todos mis conciertos.
–¿De qué forma construir una propia versión de Cio-Cio-San cuando hay interpretaciones tan célebres y cuando cada quien que escucha la ópera se hace su propia idea?
–Gloriela: Lo que uno puede aportarle al personaje es, simple y sencillamente, lo que uno tiene adentro. Mi personaje yo lo construyo mis experiencias, mis sentimientos y mis sensaciones. (...) Toda la fuerza, todos los dioses, todas las sensaciones, todo lo que yo necesito, está dentro de mí; yo las tengo que buscar y las tengo que encontrar. Si vos construís un personaje de afuera hacia adentro va a tener siempre una barrera entre lo que yo soy y el público. Yo construyo mi personaje con mis herramientas, con lo que yo tengo. Claro que hay un cliché, una idea, pero si yo construyo un personaje auténtico y creíble para mí va a funcionar.
–Anayanci: Sí, totalmente de acuerdo, para cualquier personaje la construcción debe ser de adentro hacia afuera. Se trabaja primero la psicología del personaje y los sentimientos. La verdad del personaje se tiene que notar en la voz y uno modifica ese sentido del sonido según si ese personaje tiene una vida interna dentro de usted, sino no es real, nadie se lo cree y nadie se va a emocionar.
–¿Cuántas veces lloraron en la preparación?
–Gloriela: Un montón; soy muy llorona de familia de lágrima fácil. Preparándolo, practicándolo, cantándolo… Muchas veces no es solamente la escena, sino que el todo conjugado con la música maravillosa que escribe Puccini. Yo me tengo que aguantar y se me hace un nudo en la garganta en el coro a bocca chiusa (coro a boca cerrada); no puedo explicar el sentimiento que me genera también. En esta producción me mantienen en escena en esa parte, yo tengo que escuchar.
–Anayanci: En esa parte que es muy conmovedora, cuando ella está esperando toda la noche. A mí, además, el director me puso a hacer un trabajo escénico sin cantar, fue bellísimo y dan muchas ganas de llorar.
–Un papel así, ¿qué les deja como cantantes?
–Gloriela: Me llena de amor. Por supuesto hay sufrimiento y mucho más, pero Cio-Cio-San hace todo lo que hace por amor. Me deja una humildad, suavidad, sutileza, y sacrificio; todas palabras que puede uno asociar al amor.
–Anayanci: Asumir este reto y sacarlo adelante es una gran experiencia de vida. Saber con mayor certeza que no me había equivocado en escoger esta carrera porque es una experiencia hermosísima haber cantado esta ópera y haber llegado al corazón de mucha gente. Como dice Gloriela, es amor; esta obra expresa amor en todas sus formas y es un reto técnico.