Abya Yala tiene la edad de Cristo: 33 años de transitar la escena teatral independiente costarricense. No solo han sobrevivido en el intento, sino que en el camino han sabido provocar, criticar, sacudir, experimentar, jugar, reflexionar y profundizar. El riesgo es leitmotiv en su historia y ahora regresan a escena con un proyecto tan grande como sus ambiciones: In Search of This Lost Time. ¡Menuda tarea releer al gran Marcel Proust!
Entre el 2018 y el 2021, David Korish, uno de los fundadores del grupo, se sumergió en la lectura de los siete volúmenes de la magna novela En busca del tiempo perdido, de Proust (1871-1922). Tras finalizar la empresa, quedó el vacío y la necesidad de hablar de la memoria, el paso del tiempo, la vida misma y los recuerdos desde el lenguaje que conoce mejor: el teatro. Así nació la obra In Search of This Lost Time, una reflexión personal y diálogo con el texto cumbre del autor francés.
Después de leer la pieza en Madrid en el 2022, Roxana Ávila, otra de las fundadoras de Abya Yala, se imaginó la puesta en escena y se encargó de la traducción al teatro del texto de Korish. Luego de 16 meses de trabajo de orfebre, ellos presentarán este montaje teatral durante tres días (3, 4 y 5 de mayo) en el Teatro Eugene O’Neill, del Centro Cultural Costarricense Norteamericano (barrio Dent).
Estarán sobre las tablas, Ávila, Korish, unos títeres de madera creados por Kembly Aguilar, libros enormes y un sinfín de detalles. Entre correos, mensajes de WhatsApp y documentos, conversamos con Abya Yala sobre esta obra de teatro:
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Sé que pasó tres años devorando los volúmenes de En busca del tiempo perdido, de Marcel Proust, y luego nació su obra y reflexión personal In Search of This Lost Time. ¿Qué lo hizo escribir acerca de este clásico?
–David Korish: Cuando terminé de leer, después de estar inmerso en estos libros por tanto tiempo, cinco años, de hecho, sentí un vacío. Sabía que no lo podía dejar así, que tenía que responder a esta experiencia tan profunda de haberme sumergido en el universo de Proust. Esta respuesta tenía que ser algo teatral, ya que el teatro es la manera en la cual yo entro en diálogo con el mundo.
¿Qué despertó la lectura de la obra de Proust en usted?
–Korish: Tantas cosas; la primera, el hilo temático relacionado con el tiempo y la memoria. Desde que recuerdo, he tenido una fascinación por el flujo del tiempo, la relación con un pasado recordado y la construcción de un futuro anticipado. Proust coloca el tiempo como el hilo conductor de una reflexión sobre la memoria y la identidad; el personaje principal de la novela descubre al final que la relación entre el tiempo y la memoria es la manera en la cual forjamos nuestra identidad. Me parece estimulante esta idea.
En busca del tiempo perdido es una gran novela con una buena cuota de densidad o complejidad. Usted alega que en el olor de la cocina de la abuela o el insomnio en que se recuerda el primer amor desaparecido está Proust. ¿Es esta una manera de acercar el texto a la cotidianidad?
–Korish: No tanto a la cotidianidad, sino a la universalidad humana. Lo que Proust escribe es tan común y tan profundo a la vez; y en eso radica su grandeza. Es una obra que captura algo esencial de la experiencia humana: cómo y por qué recordamos qué, la importancia de estas pequeñas cosas-olores, colores, sensaciones, caras del pasado, fragmentos de interacciones. Estas cosas son tan fundamentales en nuestras vidas, y Proust tocó este nervio.
Tengo claro que no es una adaptación, pero ¿cuáles desafíos afrontó al escribir su propia reflexión a partir de la obra de Proust?
–Korish: Primero, el reto de entrar en diálogo con la novela. Proust crea una versión ficticia de sí mismo; yo quería tomar esta estrategia y fusionar el personaje que Proust creó con una versión ficticia de mí mismo. Segundo, convertir algo que es esencialmente literario en algo escénico. Proust celebra en cada palabra el acto de escribir; yo tenía que buscar las maneras de traducir esta celebración de lo escrito al evento teatral. Es importante recordar que mi respuesta, en el fondo, era algo escrito, solo que de otra forma; fue Roxana, en su visión de la puesta, quien realmente encontró las llaves para la traducción de literatura a teatro.
¿Por qué decidió usar este título en inglés?
–Korish: Para ser honesto en el proceso, tenía que trabajar en inglés. La lengua materna en este caso era fundamental para poder sentirme en contacto con lo que estaba intentando, lo cual es una reflexión sobre la vida y la memoria.
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¿El teatro le sirvió para entender mejor la novela?
–Korish: El ejercicio de convertir las siete novelas en una obra de teatro me obligó a releerlas, buscando e identificando elementos que quería usar. Este proceso fue exhaustivo, más de un año de volver a pasar por la obra de Proust minuciosamente, escogiendo textos, personajes, eventos, temas que quería incluir. Además, decidí ahondar en la literatura paralela, biografías de Proust, crítica literaria; en este sentido, definitivamente, el esfuerzo de entrar en diálogo con el trabajo de Proust me sirvió enormemente para entenderlo mejor. Y sí me sirvió para desatar ese recorrido por la memoria.
Me llama la atención a que advierta en el programa que no es una experiencia “fácil”, en especial en tiempos en que muchas artes rehúyen a la dificultad y la complejidad por temor a perder público. ¿Cómo afrontan en Abya Yala este tema?
–Roxana Ávila: Abya Yala es el espacio para expresar nuestra alma, en la faceta y color que tenga en ese momento; por eso todas las obras son distintas. Si el resultado artístico de esa expresión le gusta a la gente que la va a ver, es fenomenal, pero no es imprescindible. El deseo es exponer lo que tenemos dentro nuestro de manera no solo ‘sentida’, sino con una alta dosis de oficio teatral, que esto sea significativo para el público.
”Sin embargo, nunca nuestra pregunta es si la gente no va entender o va a requerir de un esfuerzo para recibir la obra. Claramente intentamos no ser herméticos, pero que algo difícil ahuyente o no a alguna gente no es un norte en el trabajo. Siempre creemos que hay algo para todas las personas espectadoras y, como todo en la vida, cada quien recibe aquello con lo que puede establecer un diálogo personal. En este caso, hay muchos detalles con los que la gente puede interactuar”.
En el montaje actúan solo David y Roxana, quien además funge como directora. ¿Qué posibilidades les da ser solo dos en escena?
–Ávila: Este fue un deseo de más de tres décadas: el tener una pieza donde actuáramos solos los dos y hasta ahora ese deseo ve la luz. La primera ventaja es el horario de ensayos que, cada vez más, se ha vuelto una labor titánica en el medio teatral. La segunda ventaja es que las giras con menos personas son más factibles de hacerse, y esto asegura que se pueda presentar con frecuencia.
Un libro, un narrador, títeres les ayudan a contar esta historia. ¿Qué tipo de lectura le ofrecen a los espectadores en In Search of This Lost Time?
–Ávila: Desde que leí la obra comprendí que no todo era “actuable” por David y por mí, pero sí por los títeres. Comprendí también que los recuerdos no se nos vienen completos, precisos y claros, sino en fragmentos, dispersos, donde se mezclan lenguajes, épocas, personas; en ese sentido, el uso de los títeres es un gran apoyo para reflejar esa relación con la memoria. Algunos de los títeres nos remontan a la infancia misma, sobre todo los muñecos. Nos llevan a la frase de la obra: “Todo Hammond (ciudad ficticia de la infancia) se desplegaba ante mí como un escenario”. La idea de los enormes libros pop-up como escenografía también da la sensación del recuerdo de la vida como un enorme libro personal. Creo que la puesta hace más fácil la lectura de la obra (o, por lo menos, ese es el intento).
¿Cuán satisfechos están con el montaje que presentarán?
–Ávila: Pues, como decía Bertolt Brecht, “lo que quedó en escena es porque no hubo suficientes ensayos para cambiarlo”. Si tuviera no sé si más tiempo, pero sí la opción de rehacer algunas cosas, cambiaría algunos elementos que podrían mejorarse, pero realmente creo que estamos preparados para recibir a la gente y, quizá, a partir de lo que nos digan, poder transformar algunos detalles.
“Estamos satisfechos con el trabajo en tanto sabemos lo cuidado que está, pero, más que satisfechos, estamos muy contentos de poder compartir nuestro trabajo”.
¿Qué aporta (o qué nos da) Proust y esta reflexión aquí en este momento histórico?
–Ávila: Proust, en esencia, se pregunta sobre qué es una vida ‘bien vivida’. Y esa pregunta no tiene época, quizá tiene ‘edad’; es decir, tal vez a la gente joven la pregunta no les parezca imprescindible... Sin embargo, hoy y siempre, deberíamos hacernos esa pregunta. Quizá hoy más que nunca, si vemos el estado de los problemas y conflictos en la Tierra.
”Una vida con plena conciencia, donde los recuerdos me ayuden a esculpir el tiempo, es, a lo mejor, un camino para el autoconocimiento y, ahí, Proust es el guía”.
La presentación de In Search of This Lost Time
¿Qué? Obra In Search of This Lost Time, de David Korish, bajo la dirección de Roxana Ávila.
¿Cuándo? 3 y 4 de mayo, a las 7 p. m.; 5 de mayo, a las 5 p. m.
¿Dónde? Teatro Eugene O’Neill, en el Centro Cultural Costarricense Norteamericano (150 metros al norte del Automercado de Los Yoses).
Precio: La entrada general cuesta ¢12.500 y los boletos para estudiantes y adultos mayores vale ¢5.000.
Obra presentada en inglés con subtítulos en español.