¿Será que en la Real Academia Española saben de fútbol? Algo deben conocer esos señores canosos, de lentes, intelectuales. Si no, ¿cómo explicarse que en su diccionario el término cele sea atribuido exclusivamente a Costa Rica?
Cele: adj. C. Rica. Dicho de la fruta: celeque. Mango cele.
Si existiera un diccionario del fútbol, también incluiría cele como un término exclusivamente costarricense.
Sería algo así como:
Cele: f. Equipo representativo de Costa Rica, la Cele de las seis derrotas consecutivas ante Panamá, desde junio del 2022 hasta noviembre del 2024.
En apenas dos años y cinco meses, el hexafracaso en realidad ha tenido protagonistas en exceso y no se le podría considerar el mismo plantel, aunque sí la misma y, por supuesto, idéntico sinsabor. A la selección canalera la enfrentaron tres timoneles —Luis Fernando Suárez, Gustavo Alfaro y Claudio Vivas— y casi medio centenar de jugadores (47, para ser exactos), entre titulares o relevos con ingreso de cambio, sin contar aquellos que se quedaron en el banquillo sin jugar.
En esos seis juegos, sin un solo jugador que fuese titular en todos, la Cele recurrió a tres guardametas (Moreira, Chamorro y Sequeira), un sinnúmero de defensores y todo tipo de volantes. Mediocampistas de marca como Alejandro Bran, Yeltsin Tejeda o Jefferson Brenes; creativos como Elías Aguilar, Gerson Torres, Warren Madrigal y Brandon Aguilera; vertiginosos como Allen Guevara, Josimar Alcócer y Aarón Suárez. Con unos y otros, el resultado ha variado muy poco.
En un cambio generacional forzado, lleno de jóvenes en proceso de consolidación, muchos en sus primeros pasos como legionarios, la Cele muestra talento, pero carece de madurez. Si resiste el momento —las derrotas, las críticas, el divorcio con la afición y el difuso estilo de juego tras un técnico y otro—, podría consolidarse como una gran generación, a riesgo de “quemar” a varios jóvenes en el camino.
Mientras tanto, Francisco Calvo corre al encuentro de las críticas, como si quisiera absorberlas todas y amotiguar el golpe a los muchachos, pero difícilmente lo consigue, porque la Sele está cele.
Cele, como la frase “no pasa nada” de Warren Madrigal sobre las seis derrotas seguidas ante Panamá, justo cuando la afición está frustrada y necesita, al menos, un poco de autocrítica, al parecer escasa hasta en el técnico Claudio Vivas. Cele, como el admirable deseo de jugar de Kenneth Vargas, que alguna vez lo traicionó en sus declaraciones.
Cele, como los planteamientos: un día al no sé qué; después muy bien al contraataque (ante Guatemala) y finalmente deficitario en la presión alta (ante Panamá).
Cele, como la marca de Jeyland Mitchell, entre lo sublime y lo riesgoso, a veces imponente, a veces imprudente. Diamante en bruto de este equipo, en el prestigioso Feyenoord de Países Bajos, ilustra a la perfección el talento aún no pulido del equipo tico. Su oportunidad en la catalogada octava mejor liga del mundo, según el escalafón de la Federación Internacional de Historia y Estadística en Fútbol, quizás le llegó sin que aún estuviera del todo formado para el reto. Tenía que tomarlo, claro está. Ahora le corresponde crecer.
Entre tanto por madurar en el equipo de Costa Rica, ambición no falta en los muchachos, decididos a comerse el mundo. El guardameta Patrick Sequeira parece en el camino al estrellato. Manfred Ugalde muestra el aplomo de un consolidado. Francisco Calvo ha asumido con autoridad el vacío de liderazgo que dejaron Celso, Bryan Ruiz y compañía, con Joel Campbell como socio principal.
Jugadores hay. Talento también. Quizás equilibrar la autocrítica y el optimismo puede ser un buen primer paso. Eso que llaman ‘madurar’.
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