Las democracias no se construyen en un día, por más que nos guste decir “tal día, que hoy celebramos, fue cuando nació”. ¡Qué va! Lleva tiempo armar el rompecabezas. Descifrarlo involucra complicados procesos históricos, llenos de conflictos y derramamientos de sangre. Y si bien intelectuales y políticos logran ponerse de acuerdo sobre una fecha en la que dicen, no sin disidencias, “ah, para ese entonces el país era una democracia”, determinar el momento exacto de cuando se avivó el gen democrático se hunde en los misterios de la historia. Eso sí, las democracias pueden morir en un solo día, por un golpe de Estado, aunque la mayoría fallece luego de largas enfermedades.
Pensemos en el caso nuestro. Es común oír que “la democracia tica nació en 1949, después de la guerra civil, cuando terminó el período de facto de la Junta Fundadora y entró a regir la Constitución Política actual”. Pues no. En esa época había perseguidos y exiliados, censura a la libre expresión y partidos políticos proscritos. Es cierto que en los años de la posguerra se crearon instituciones fundamentales del moderno Estado democrático, pero hubo que esperar hasta 1975 para que se quitara de la Constitución la última cláusula antidemocrática contra la participación política.
Por otro lado, las prácticas democráticas no se inventaron en 1949. Desde finales del siglo XIX la competencia entre partidos se convirtió en el principal mecanismo para elegir gobiernos, cada vez más personas pudieron votar y se crearon antecedentes institucionales sin los cuales no se entiende la existencia hoy, entre otros, de un poder judicial como rama independiente del Estado o las garantías sociales. Y tampoco es que la aventura democrática se detuvo en una fecha: la seguimos ampliando mediante, por ejemplo, la creación de la Sala IV y nuevos derechos ciudadanos.
Es decir, señoras y señores, en un día como hoy reflexiono acerca de lo mucho que costó construir nuestra democracia, un régimen de libertad y participación ciudadana en el gobierno y la convivencia social que nos distingue internacionalmente. Es esa reflexión la que me hace celebrar con alegría el 75 aniversario del Tribunal Supremo de Elecciones y la Contraloría General de la República, y los 45 años de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, cuyos fallos Costa Rica se obligó a respetar. Esta tríada es un pilar de nuestra vida democrática. Gracias.
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