La periodista costarricense Andrea Aguilar se encontraba trabajando desde una cafetería en Beirut, la capital de Líbano, cuando cerca de las 6 p.m. el piso comenzó a moverse.
Primero pensó que se trataba de un temblor, pero cuando estallaron las puertas y los vidrios del lugar cayó en cuenta que lo que acababa de ocurrir era más bien una explosión.
“Cinco segundos después de que el suelo empezó a rebotar estallaron las ventanas y las puertas y lo que hice fue meterme debajo de una mesa. Había dos muchachas libanesas a la par mía y les dije: ‘yo soy de Costa Rica, sé que un terremoto no es así”, relata durante una entrevista vía telefónica concedida a este diario.
La comunicadora, quien es originaria de San José, cuenta que la detonación fue tan fuerte que creyó que había sucedido en la misma calle en la que se encontraba. Sin embargo, ella estaba a tres kilómetros del almacén donde detonaron 2.750 toneladas de nitrato de amonio, en el puerto de Beirut.
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“Después de unos minutos me di cuenta que podía salir. Me vine para mi casa corriendo y vi la nube roja que se estaba extendiendo en la ciudad. Ahí caí en cuenta que no se trataba de un atentado terrorista ni de un ataque a un edificio ni de un coche bomba”, afirma.
Las dos explosiones sembraron pánico este martes en la capital libanesa en medio de escenas de devastación. El primer ministro de Líbano, Hassan Diab, consideró que lo sucedido era “un gran desastre nacional”. El jerarca prometió que los responsables rendirań cuentas y pidió apoyo de otros países.
“La reacción de las personas en ese momento fue de confusión. No había gente gritando o llorando, todo el mundo estaba confundido por lo que estaba sucediendo”, menciona.
La periodista costarricense vive desde hace casi tres años en la capital libanesa. La primera vez que viajó a Líbano lo hizo por vacaciones. “Vine solo una semana porque tenía bastante miedo, pero aquí es súper tranquilo y muy seguro”, señala.
Sin embargo, esa calma tardará en regresar a Beirut. La tica asegura que las autoridades solicitaron a los habitantes quedarse en sus casas y les recomendaron estar lejos de las ventanas, ya que se desconoce el grado de toxicidad que hay en el aire.
“Se está hablando de que en las próximas dos semanas habrá un control militar, porque lo que pasó se considera una catástrofe. Cada vez que veo las fotos que me están pasando mis amigos acá se observa que el daño es muy grande, parece que como que hubiera sucedido una guerra, está bastante destruido.
“Beirut es una ciudad muy pequeña, es mucho más pequeña que San José. Está muy densamente poblada y todo está muy pegado. Hay edificios tras otros y prácticamente no tiene espacio, entonces considerando que la explosión se dio en un lugar tan céntrico creo que por eso los daños son tan cuantiosos”, comenta.
La cifra de fallecidos y heridos sigue en aumento. Además, el estallido ocurrió en momentos en que los contagios por el nuevo coronavirus van en aumento, por lo que el gobierno aplica alterna las medidas restrictivas. Casualmente, este martes, las personas tenían aval para movilizarse por la ciudad.
“Eso fue un poco desafortunado. En las últimas semanas estaban surgiendo nuevos casos y como se decidió hacer una cuarentena el fin de semana que acaba de pasar y el que viene, se dio permiso para abrir comercios y bancos lunes, martes y miércoles para que la gente hiciera sus papeleos, entonces las calles estaban llenas”, dice la periodista costarricense.
El puerto de Beirut se encuentra en una zona industrial y está rodeados de barrios. Muy cerca se encuentra una de las principales autopistas de la ciudad.
La tragedia de este martes se suma a la difícil situación de Líbano, que atraviesa su peor crisis económica en décadas, marcada por una depreciación monetaria inédita, hiperinflación, despidos masivos y drásticas restricciones bancarias, que alimentan manifestaciones desde hace meses.