
Es un domingo nublado en Costa Rica y, algunos minutos después de regresar de misa, el aroma de la comida inunda la casa. La carne, las verduras y el sazón del caldo anuncian la hora más esperada del día. Se escuchan risas porque toda la familia está reunida. De pronto, una voz familiar dice: “Mi amor, ya está el almuercito, venga”. Quizá en su mente resuena la voz de su mamá o su abuelita.
Ese sentimiento es el que Carlos Álvarez quiere transmitir con su nuevo negocio, Sopa Manía. Su objetivo es evocar recuerdos familiares con cada sorbo de una olla de carne, una sopa de albóndigas o una de mondongo.
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Lo cierto es que, desde siempre, el locutor sintió la inquietud de abrir un restaurante: “Seguro porque soy muy comelón”, dijo entre risas a este medio. Entonces se unió con dos amigos, John Padilla y Ronald Chacón, quienes compartían la misma idea. Uno de ellos sugirió especializarse en sopas y, desde hace un año y ocho meses, han logrado conquistar a sus clientes.
“A mí me pareció una excelente idea. Es accesible para la gente de a pie, es noble porque evoca momentos familiares: la tía que hacía sopa deliciosa, la abuela, la mamá. Te conecta con buenos recuerdos”, explicó el presentador.
Uno de los mayores placeres de Álvarez es ver a familias reunidas en su restaurante o escuchar a una clienta decir que la sopa le quedó deliciosa.

Doña Teresa, la encargada del sazón
Cuando abrió el local, ni Carlos ni sus socios sabían preparar sopas; “solo sábíamos comerlas”, confesó. Por eso pensó en doña Teresa Blanco, una cocinera a quien conoció hace más de 30 años en un restaurante y con quien siempre quiso trabajar.
“Me enamoré de su forma de cocinar. Siempre me decía: ‘Venga, hoy hice sopa de albóndigas, hice sopa de mondongo’, y yo pensaba que eso debía convertirse en un negocio. Teresa nos enseñó como si fuéramos niños a los que les da sopa, y nos encantó”, contó Álvarez. La define como una mujer a quien quiere con toda su alma.
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Desde el inicio, Teresa asumió la cocina. La única petición que le hicieron fue mantener las recetas tradicionales. “La sopa del tico, del de a pie”, porque querían conservar la esencia del costarricense.
Álvarez se considera un curioso de la cocina. Para él, la clave de sus platillos no está en los ingredientes, sino en los recuerdos que evocan. Su sopa favorita es la de mondongo o albóndigas, porque lo conecta con su madre, quien aún le cocina estos platillos que le llenan el corazón y el estómago.
Sopa Manía tiene dos sedes, una en Guadalupe de Goicoechea y otra en el centro de Cartago. Álvarez adelantó que pronto podrían abrir dos o tres más.
