De acuerdo con datos recientes publicados en un artículo de este medio el pasado lunes, cerca de 1,4 millones de costarricenses viajaron al extranjero en 2024, una cifra que supera en más de 130.000 el número registrado el año anterior y que marca un récord histórico. Los destinos favoritos de los costarricenses continúan siendo Estados Unidos y Panamá, seguidos por Colombia, México y España. En conjunto, se estima que estos viajeros gastaron aproximadamente ¢1.900 millones durante dicho período.
Los motivos para viajar al extranjero son variados: desde razones de negocios, laborales, educativas o de salud, hasta el deseo de desconectarse del estrés diario, explorar nuevas culturas y modos de vida, reencontrarse con familiares y amigos, o practicar un segundo idioma. Se trata, sin duda, de una experiencia enriquecedora individualmente y positiva para la vida en sociedad. Es señal, además, de una mejoría en la situación económica de las personas. En el caso de Costa Rica, este fenómeno ha cobrado fuerza recientemente debido a varios factores que han incentivado esta tendencia.
Por un lado, la oferta de vuelos baratos ha crecido significativamente gracias a la incursión de aerolíneas de bajo costo, lo que ha democratizado el acceso a los viajes internacionales y permitido que una mayor cantidad de gente viaje con menos restricciones que en el pasado. Además, muchos viajeros han aprendido a aprovechar las tarifas más económicas de temporada baja y optar por boletos básicos sin servicios adicionales como una forma de reducir sus costos. Esto, aun sin considerar la posibilidad de una eventual reducción en los impuestos que pesan sobre los vuelos regionales (Centroamérica, Panamá y República Dominicana), una medida aún en discusión en la Asamblea Legislativa tras el veto del Poder Ejecutivo, lo que podría fomentar todavía más esta actividad.
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Por otro lado, la dramática apreciación del colón en los últimos años ha incrementado el poder adquisitivo de los costarricenses que reciben sus ingresos en moneda local frente a bienes y servicios cotizados en dólares o en otras monedas extranjeras. Esta situación tiene un doble impacto: mientras encarece el turismo receptivo para los extranjeros, permite a los locales acceder a precios más cómodos en el extranjero. Además, en muchos casos, los costarricenses encuentran más asequible viajar fuera del país que disfrutar de destinos nacionales como Guanacaste, Limón o la zona sur, donde los altos costos de hospedaje y alimentación pueden superar los gastos asociados a un viaje internacional, incluyendo el pago de los boletos.
Este panorama pone de relieve nuevamente los desafíos que enfrenta actualmente el turismo receptivo local. La combinación de altos costos y la apreciación del colón no solo ha reducido la llegada de turistas extranjeros, sino que también desincentiva a los nacionales a vacacionar dentro del país, aunque cabe señalar que el aumento del turismo emisor también tiene efectos positivos para el sector, pues alivia la presión sobre el Banco Central y contribuye a estabilizar el tipo de cambio en su favor.
Así, el auge del turismo emisor en el país refleja una transformación significativa en los hábitos de consumo de los costarricenses. Los factores antes mencionados han abierto nuevas oportunidades para sectores de la población que antes no podían permitirse viajar o que lo hacían menos frecuentemente. Pero, al mismo tiempo, este fenómeno contribuye también a agravar los importantes retos que ya tiene el sector turístico receptivo nacional, el cual debe afrontar una creciente competencia tanto interna como externa debido a los altos costos y la pérdida de las evidentes ventajas que hasta hace poco tenía.
Por supuesto que la solución no radica en imponer restricciones, agregar obstáculos o encarecer los viajes al extranjero para los costarricenses que tienen la oportunidad de hacerlo; más bien, es necesario abordar los problemas reales que están afectando la competitividad del turismo local y trabajar en estrategias que lo hagan más atractivo y accesible tanto para visitantes extranjeros como nacionales.
Las señales de alarma para el sector turismo provienen ya de muchas fuentes; seguir ignorándolas, culpar a terceros o apostar a que cambien los actores de gobierno, solo hará que las dificultades se profundicen y que cada vez sea más difícil resolverlas.
