El miércoles 22, sin fanfarria, la Comisión de Competencia, órgano independiente al que Hacienda ha cercenado recursos, divulgó un estudio que sí aborda la integralidad de los altos precios. Lo hace desde un análisis profundo del mercado, y propone una ruta metódica para contenerlos o bajarlos. Incluye agilizar los registros (que el primer decreto no logró), valorar cambios a las reglas de importación, fomentar la competencia y armonizar la regulación con Centroamérica.
En el primer caso, la línea son los anuncios destinados a pretender que se hace lo que no se hace; pirotecnia para aparentar decisión, proyectar poder y atraer atención, aunque no haya resultados tangibles. Es la política en su sentido minúsculo. En el segundo, destaca un abordaje responsable para afrontar el desafío con visión sistémica, que implica investigación, método, seriedad y una buena estrategia. Toma tiempo y requiere articular normas, actores y procesos. De esto se trata, en sentido mayúsculo, el diseño y ejecución de la política pública.
El contraste es representativo de cuán lejos está la forma de gobernar prevaleciente en la actualidad de atender con seriedad los desafíos nacionales. Resultado: los problemas reales se acumulan con la misma rapidez que los anuncios, mientras se aceleran las distracciones para manipular la atención, en una frenética carrera de simulaciones, reclamos, ataques, insultos y hasta amenazas.
“Otros pensarán en la historia; yo he pensado en la fábula”, dice el principal personaje de El consejo de Egipto, novela de Leonardo Sciascia, para justificar su falsa traducción de un manuscrito árabe. En algo similar hemos caído. Pedir sentido histórico al Ejecutivo sería demasiado, pero, al menos, sus ocupantes podrían tomar su tarea en serio y dejar de fabular.
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