La declaratoria de la obesidad como enfermedad crónica de importancia no solo estableció que a nadie con esta condición se le puede negar atención para atender el problema. Además, trajo consigo una normativa que deben atender todos los servicios de salud, públicos, privados o mixtos, que ofrecen atención contra la obesidad y proponen tratamientos para bajar de peso.
Dicha normativa no solo establece prohibiciones a terapias que no deben ofrecerse, también aclara en qué condiciones y bajo qué requisitos puede indicarse el uso de fármacos o de cirugías para bajar de peso.
De acuerdo con la normativa, los servicios de primer, segundo y tercer nivel de atención en salud de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) deben contar con clínicas para el tratamiento integral del sobrepeso y obesidad. El servicio debe ser brindado por equipos interdisciplinarios conformados por médico general o especialista, nutricionista, farmacéutico y psicólogo.
En los servicios privados y mixtos se pedirán los mismos requisitos, y pueden incorporar otras profesiones o especialidades si lo consideran pertinente.
El Ministerio de Salud da dos años de plazo para tener disponibles los medicamentos para atender la obesidad y tenerlos accesibles para la población usuaria, según la recomendación médica.
Esto incluye también las cirugías. No obstante, no toda persona con obesidad es candidata a estos procedimientos.
Definir la obesidad

Para entender los lineamientos es necesario saber cómo la normativa define la obesidad.
Los parámetros cambian según la edad de la persona. En la niñez y la adolescencia, el sobrepeso y la obesidad se definen según el promedio de cada peso para el sexo, edad y talla.
En los adultos se mide con el índice de masa corporal (IMC), una relación entre estatura y peso. Para calcular el IMC una persona debe pesarse en una báscula con la menor cantidad de ropa posible y después dividir su peso entre su estatura en metros elevada al cuadrado.
Entre los 20 y los 64 años, quienes tienen 25 y 29,9 tendrán sobrepeso. Habrá obesidad grado I cuando el IMC esté entre 30 y 34,9; obesidad grado II cuando esté entre 35 y 39,9, y obesidad grado III (o mórbida) cuando es igual o mayor a 40.
En los adultos mayores, el sobrepeso es si el número obtenido está entre 28 y 29,9. Se habla de obesidad a partir de 30, sin más clasificaciones.
Por ejemplo, alguien de 54 años que pesa 78 kilos y mide 1,70 metros, debe multiplicar 1,70 por 1,70. El producto es 2,89. Luego tiene que dividir los 78 kilos entre 2,89. El resultado es 26,98. Este individuo tendría sobrepeso.
No obstante, esta definición se queda corta, según especialistas internacionales. La Comisión sobre la Obesidad Clínica indicó este 14 de enero que el IMC es poco confiable y podría prestarse para errores que luego afecten la salud.
Según la Comisión, algunas personas con obesidad pueden mantener el funcionamiento normal de sus órganos y una salud general adecuada incluso a largo plazo, mientras que otras presentan una enfermedad grave de manera inmediata.
Medicamentos para la obesidad
La normativa indica que cada programa debe incluir un plan de alimentación, de actividad y ejercicio físicos e intervenciones conductuales personalizadas, así como la participación en estrategias grupales.
El tratamiento debe estar adaptado a su edad e incluir a profesionales en medicina (general y especializada), nutrición, psicología, enfermería, educación física, terapia física, terapia respiratoria y cualquier otro según sea la necesidad del paciente.
Para determinar si una persona puede recibir medicamentos estos son los criterios:
- Adultos con IMC mayor a 30.
- Adultos con IMC de 27 a 29,9 pero con comorbilidades.
- Quienes luego de seis meses no han logrado perder al menos 5% del peso corporal pese al apego al plan de alimentación y de ejercicio, o que no hayan logrado las metas de bajar grasa y riesgo cardiovascular establecidos en el tiempo previsto por médico y paciente.
Hay tres tipos de fármacos considerados en la norma:
- Los agonistas del receptor del péptido similar al glucagón tipo l. O agonistas GLP-1. Ejemplos comerciales de esto son Ozempic y Wegovy, Rybelsus, y Victoza (laboratorio Novo Nordisk), y Mounjaro y Trulicity (farmacéutica Eli Lilly).
- Los inhibidores de la lipasa que alteran la digestión de las grasas. Un ejemplo es el Orlistat.
- Los simpaticomiméticos más activadores del receptor GABA, también usados en control de ansiedad.
La norma pide considerar el inicio de los medicamentos contra la obesidad a dosis bajas con aumentos graduales en función de la eficacia, seguridad y la tolerabilidad hasta la dosis recomendada, sin excederla.
“El equipo interdisciplinario debe realizar el seguimiento y monitoreo del tratamiento farmacológico para la pérdida de peso, la cual debe dar continuidad a las intervenciones en estilo de vida saludable. Es importante que en este proceso se pueda detectar trastornos del estado de ánimo, depresión e ideación suicida, secundario a este tratamiento”, cita la normativa.
El documento también señala que una vez alcanzada la meta no debe suspenderse el uso del fármaco, porque “puede ocurrir una nueva ganancia, con la pérdida de salud asociada. El tiempo de uso de la farmacoterapia y su desescalonamiento es un proceso médico e individualizado”.
Cirugía contra la obesidad

La norma enfatiza que los candidatos al tratamiento quirúrgico deben ser evaluados por un equipo que incluya cirujano, nutricionista, psicólogo y otros especialistas según sea necesario.
La persona debe estar informada de los posibles resultados y riesgos del procedimiento.
Para ser candidato a cirugía bariátrica deben cumplirse estos requisitos:
- Un IMC superior a 40
- Un IMC entre 35 y 39,9 si tienen una enfermedad metabólica.
- Un IMC entre 35 y 39,9 si no consiguen “una pérdida de peso sustancia o duradera ni mejora de comorbilidades”.
- Un IMC de 30 si se tiene diabetes tipo 2 con control glucémico inadecuado, a pesar de que tienen un estilo de vida y adherencia a tratamiento médico óptimos.
Finalmente, la norma dispone que todo servicio de salud público, privado y mixto que aborde personas con secuelas de la obesidad, debe brindar al usuario un plan de atención individualizado para la rehabilitación, acorde con las necesidades de su condición.