Quién sabe si desde que el ser humano celebró su primera fiesta ya se llevaba recuerditos a casa. Tal vez este pensamiento sea anacrónico, pero la verdad histórica es que desde tiempos inmemoriales festejamos, celebramos, conmemoramos. Es más, esos mismos ritos y agasajos nos han ayudado a recordar y a convertirnos en culturas, sociedad, pueblos y países como Costa Rica, tal como apreciamos en la exposición del Museo del Jade ¡Por la fiesta!
El año pasado, el Instituto Nacional de Seguros (INS) cumplió su primer centenario y decidió celebrar en su Museo del Jade, en San José. Aparte de su extensa colección precolombina, el museo también ha dedicado ingentes esfuerzos a estudiar y promover arte costarricense, de modo que ya tenía un acervo suficiente para expandir el festejo más allá de la memoria institucional.

“Pensando en los objetivos de proyección social, y todo el esfuerzo que el INS ha mantenido por más de 50 años con esta colección, quisimos partir de ahí y generar una exposición que se vinculara con el público”, dice Liz Rojas, de la unidad de gestión curatorial y colecciones del museo. “Queríamos poner en valor el celebrar como tal, algo inherente al ser humano, que es el punto en común que nos reúne en este espacio”.
Para la curadora, ¡Por la fiesta! les permitía además dialogar con colecciones e instituciones que, “al igual que nosotros, hacen esfuerzos por mantener estas colecciones y diseñar estrategias para que todos los costarricenses puedan ser parte de este trabajo”.
De este modo, la exposición no solo incluya piezas de las áreas de arqueología y de arte del Museo del Jade, sino también aportes de la Universidad Estatal a Distancia y la Universidad Nacional de Costa Rica, la Fundación Museos del Banco Central de Costa Rica, la Biblioteca Nacional, el Museo de Arte Costarricense, el Museo de Arte y Diseño Contemporáneo, y el Museo Histórico Cultural Juan Santamaría. Incluso se suman obras creadas para el proyecto.
Pasamos de fiesta en fiesta por el Museo del Jade
Abierta al público hasta julio, la exposición ¡Por la fiesta! inicia, cómo no, con fotografías de aniversarios previos del INS. ¿Qué vemos en la foto de una fiesta? No solo rostros conocidos u olvidados, sino también los vestidos, los gestos, la decoración, las actitudes, lo que fue y lo que no sabemos qué fue: las imágenes de celebraciones nutren estudios históricos y culturales de toda índole.
Pero luego, la exhibición nos lleva por tres ejes temáticos: “Hacer la fiesta”, “La transformación de lo cotidiano” y “La fiesta y sus efectos”, que con arte, juegos y objetos exploran “nuestras sensaciones, nuestra visión del mundo y nuestras interacciones”. La fiesta, de hecho, salpica el museo desde la entrada, con colores encendidos y juegos y detalles por aquí y por allá; es como si la alegría se derramara por el museo.

“Seleccionamos algunos acontecimientos festivos que se despliegan a lo largo del país, de los que somos parte cada año en Costa Rica”, explica Liz Rojas. “Se eligieron para mostrar la diversidad a lo largo del territorio, las coincidencias a lo largo de la historia, incluso la capacidad de la fiesta para adaptarse. Nos permitió ligar reflexiones sobre temas como la la transformación del cuerpo y del espacio, e incluso conceptos como la construcción identitaria”.
Lo vemos, por ejemplo, en sugerentes fotografías de Francisco Coto de eventos como las fiestas patrias, las Fiestas de la Virgen del Mar en Puntarenas y otros eventos; las decoraciones abigarradas, las sonrisas, los desfiles... “Ciertas celebraciones forman parte de un proyecto de celebración nacional: vemos como hay elementos, imágenes y retóricas que se repiten en la historia de Costa Rica, y que se retoman a partir de la imagen artística”, explica Rojas.
Incluso se conectan con otras conmemoraciones, acaso a manera de vincular nuestro país con la historia universal: el centenario de la Revolución Francesa se conectó en su momento con el recuerdo de la Campaña de 1856, y en 1989, se realizó un concurso artístico, cuyas obras ganadora de Guillermo Porras, Ana Isabel Martén y Mariano Prado vemos aquí.

Entre las obras artísticas presentes, por cierto, vemos piezas de Francisco Amighetti, Otto Apuy, Zulay Soto, Ana Griselda Hine, así como Roberto Lizano y Margarita Gómez. No solo dialogan entre sí, sino que acompañan el recorrido histórico y temático que nos plantea ¡Por la fiesta!
Toda fiesta es un umbral, una transición entre un estado y otro. Diversos autores han enfatizado el carácter transformador del carnaval, de ese momento donde incluso una celebración se puede contradecir a sí misma. Pensemos por ejemplo en la “quema de Judas”, difícil de reconciliar con la solemnidad católica, o las burlas a figuras de poder en las mascaras, alentadas por todo el pueblo.
Cómo nos cambia vivir una fiesta
“Podemos referirnos a los efectos de la fiesta, de cierta capacidad o permiso que la fiesta otorga para hacer un tratamiento distinto, la burla hacia figuras que deberian ser abordadas desde la formalidad o la seriedad; hay circunstancias muy específicas en las que se llevan a cabo celebraciones que no son parte del programa”, detalla la curadora
Quinceaños, bodas, matrimonios, bautizos; turnos, tamaleadas, ferias y bingos. De lo muy público a lo familiar y privado, de la parafernalia del carnaval a la solemnidad de una graduación o un casorio. Una misma fiesta puede transformarse dentro de sí misma (que lo digan los bailarines más zafios de las bodas más tiernas), desparramarse hacia otros ámbitos de la vida y generar incluso resquicios para la política.

La virtud de ¡Por la fiesta! ha sido reunir en sus salas todas estas contradicciones sin hacerlo pesado. Es una exposición didáctica en el mejor sentido, pero no descuida el arte más riguroso y profundo; incluye curiosidades y detalles, pero estos no decoran, sino que interpelan. Una talla de madera de Mario Parra recupera una cantina añorada y remite a las barras donde se han hecho y deshecho comunidades ticas. Una instalación de Sussy Vargas nos recuerda la proliferación de las mascaradas en nuestra cultura.
Hacia el final del recorrido, la exposición toca incluso lo que pasa después de la fiesta. Copas quebradas de Zulay Soto en un ensamblaje colorido; la agonía del gallo de Otto Apuy... y al final, recuperando todas estas reflexiones en su remolino, El Gran Teatro del Mundo (s.f.) de Julio Escámez, donde estamos todos y a la vez somos espectadores. La muerte simbólica, en estas obras y en muchas fiestas, subraya justamente por qué celebramos.

“En la fiesta no hay cierre definitivo, no hay un cierre final. La mayoría de celebraciones son el cruce de un umbral”, dice Liz Rojas. “Incluso la última sala tiene una abertura grande, para que el vistante pudiese experimentar esa transición. Hay muchos elementos museográficos, muchos guiños, cintas, tarimas, y la estrategia de color que propician esa felicidad que nos trae la fiesta”.
Recorriendo los festejos que ebullen en nuestras ciudades y pueblos, también pensamos en otros umbrales. Ante la creciente uniformidad de la cultura, ¿cuáles permanecerán, cómo cambiarán, quiénes las continuarán? La exposición ¡Por la fiesta! es un recordatorio de su valor, pero si no baila con ella, no la entenderá.
La exposición ‘¡Por la fiesta!’ se puede visitar en el Museo del Jade, en San José centro, hasta julio, de lunes a domingo, de 8 a. m. a 5 p. m. Teléfono: 2521-6610.