
Hedy Lamarr encarnó a Dalila en la película Sansón y Dalila (1949). En aquel clásico de Semana Santa, Lamarr da vida a una mujer que, en una movida de guerra de los Filisteos, traicionó al hombre más fuerte de Israel: le cortó el cabello y con eso logró arrebatarle sus fuerzas sobrenaturales.
Pero fuera de la pantalla y de aquel recordado papel -en una faceta no tan conocida como científica inventora-, la actriz austríaca también luchó por frenar una fuerza militar y, por difícil que sea de creer, uno de sus inventos se convirtió en la base de lo que hoy es el wifi.
Eso sí, a diferencia de la gran pantalla, su hazaña no estuvo marcada por la traición, sino por su sentido humano y la lucha contra el fascismo y nazismo, movimientos que azotaban Europa en el siglo XX y que dejaron un saldo fatal de muerte y destrucción.
En 1941, en plena Segunda Guerra Mundial, Lamarr desarrolló para los Estados Unidos una tecnología de transmisión de información conocida como “Espectro ensanchado”. Esta permitía lanzar misiles teledirigidos sin que fueran interceptados (algo que sucedía muy a menudo).
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Curiosamente, su compañero en esta creación fue otro artista, el pianista y compositor estadounidense George Antheil. De aquella tecnología ya da cuenta un artículo de The New York Times, con fecha del 30 de setiembre de 1941, titulado Hedy Lamarr inventor (inventora, en español), y en el que no se ahondó en detalles por seguridad nacional.
“Su descubrimiento es tan vital para la defensa nacional que las autoridades gubernamentales no permiten la publicación de sus detalles. El coronel I. B. Lent, ingeniero jefe del Consejo Nacional de Inventores, clasificó la invención de la señorita Lamarr como de ‘alta prioridad’. La única pista sobre de qué se trata fue el anuncio de que está relacionada con el control remoto de aparatos empleados en la guerra”, reseña el texto del reconocido medio.

De acuerdo con National Geographic, la tecnología estaba inspirada en un principio musical, en el que las señales se iban alternando entre 88 frecuencias, como notas en un piano, para que los enemigos no pudieran localizarlas. Sin embargo, el ejército no valoró la invención, sino hasta 1962, cuando la incorporó oficialmente.
Actualmente, esta tecnología se sigue utilizando en sistemas de ubicación tales como el GPS y, gracias a esta, también pudieron desarrollarse grandes avances como el Bluetooth o el wifi. Así que si está conectado a wifi esta Semana Santa, sabrá que puede agradecerle a Hedy Lamarr por algo más que su icónico rol como Dalila.
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¿Cómo llegó Hedy Lamarr a Hollywood y a luchar contra los nazis?
Hedy Lamarr también hizo historia por protagonizar el primer desnudo total del cine y actuar un orgasmo en la cinta Éxtasis, de 1932, cuando ella aún usaba su nombre de registro: Hedwig Eva Maria Kiesler. Aquel polémico filme, además de catapultarla a la fama, vino acompañado de un infierno personal que la hizo salir de su tierra natal, que al momento del nacimiento de la actriz se conocía como Imperio Austrohúngaro.
La artista, nacida en 1914, recibió el repudio de su familia y hasta del Vaticano. Por si fuera poco, el magnate Fritz Mandl, dicen muchos, se enamoró de ella. Aunque a todo vista, lo que nació en el empresario armamentístico fue un enfermizo deseo de posesión.

La prueba de esto es que terminó casándose con ella, sin su consentimiento, porque se lo pidió a sus padres, quienes estaban escandalizados por la cinta: ellos accedieron al matrimonio creyendo que Mandl la “reformaría”. Pero el empresario no hizo más que convertir al matrimonio en una cárcel, e incluso trató de comprar todas las copias de Éxtasis con el fin de desaparecer todo rastro del desnudo de su esposa.
En aquella prisión marital, en la que según Nat Geo existían prohibiciones tan insólitas como el hecho de que solo podía bañarse o desnudarse mientras Fritz estuviera presente, Hedy retomó los estudios en ingeniería, los cuales había abandonado por su carrera actoral.
Por otra parte, su esposo, aunque era judío, era uno de los hombres más cercanos del régimen de Adolf Hitler en Alemania y de Mussolini en Italia; llegando a ser declarado un “ario honorario”. De este modo, Lamarr recolectó valiosa información sobre el armamento nazi y, un buen día, logró huir de su esposo, primero en un tren hacia París y, más tarde, zarpando desde Londres en el trasatlántico Normandie, con rumbo a Estados Unidos.
Durante su fuga conoció al productor de Hollywood Louis B. Mayer, quien le ofreció trabajo en el cine desde antes de llegar a suelo estadounidense y le pidió cambiarse su nombre. Fue así que el mundo conoció a la actriz internacional Hedy Lamarr; seudónimo que la austríaca eligió en honor a Bárbara La Marr, estrella del cine mudo.

A partir de ahí nació una carrera de más de treinta películas, de la que perduró en la cultura global el filme Sansón y Dalila. Siendo una de los grandes rostros de la gran pantalla en los años 30 y 40, también colaboró con el gobierno de Estados Unidos suministrando información sobre la ofensiva nazi y fabricando el célebre sistema de espectro ensanchado, que al final no se utilizó durante la Segunda Guerra Mundial.
Lamarr falleció el 19 de enero del 2000, a los 85 años, en Estados Unidos, a causa de un mal cardíaco. Su genio artístico y científico, y su fuerza para sobrepasar las dificultades, hicieron de su vida una historia que cualquier guionista soñaría haber creado.
Para la mayoría es Dalila, la de la película de Semana Santa, pero lo cierto es que esta afirmación es casi ofensiva para la huella que dejó. Reivindicando su recuerdo, cada 9 de noviembre, fecha de su nacimiento, se celebra en Austria el Día del Inventor.
“La esperanza y la curiosidad sobre el futuro me parecían mejores que lo seguro del presente. Lo desconocido siempre fue tan atractivo para mí… y todavía lo es”, dijo Lamarr en una frase que encierra su grandeza, que sin duda fue mayor que la de cualquier Sansón.
