Valeria Chavarría, de 17 años, tenía menos de una hora de haber llegado a playa Dominical, en Bahía Ballena de Osa, Puntarenas, cuando el fuerte oleaje la arrastró a ella y a varios de sus familiares y amigos. Todos pudieron nadar hasta la orilla, menos ella, quien falleció el pasado 8 de marzo, el mismo día que iban a celebrar el cumpleaños de su hermana mayor, Maripaz.
Valeria cursaba quinto año en el Colegio del Valle, en Pérez Zeledón y entre sus proyectos inmediatos estaban obtener el bachillerato, pagarse un curso de inglés y viajar al año siguiente al extranjero para trabajar en el cuidado de niños. “La idea era que ella después volviera con platita para pagarse la universidad”, dijo su mamá, Karina Blanco, en entrevista con La Nación.
Doña Karina recuerda a la menor de sus hijas como una joven llena de sueños y ansiosa por salir adelante.
Su madre relató que habían planificado el viaje a la playa desde la semana pasada, para celebrar los 19 años de Maripaz. Por ello, acordaron comprar un queque y llevar comida a la playa y acampar. El mismo 8 de marzo emprendieron el viaje desde Pérez Zeledón rumbo al Pacífico Sur.
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Al paseo asistieron familiares, amigos y el novio de Maripaz. Tras llegar a la playa, pasaron 40 minutos y Valeria, junto con su hermana, una amiga y su cuñado, decidió ingresar al mar. Mientras otros acomodaban sus pertenencias, los muchachos comenzaron a disfrutar del agua.

“Despuesito del atardecer estaban ahí, apenas entraron y llegó una corriente muy grande. Se dieron cuenta de que no tocaban el fondo porque, digamos, la corriente fue muy fuerte. Cuando intentaron salir, la corriente los jalaba hacia adentro y comenzaron a desesperarse”, recordó doña Karina.
En ese instante, las olas los revolcaban y el pánico se apoderó de ellos. Todos lograron ponerse a salvo, pero Valeria seguía luchando contra la corriente. Sus fuerzas se agotaban.
Instantes después, Maripaz buscaba a su hermana desde la orilla. Lo último que escuchó fue un grito.
“¡Maripaz!”, exclamó Valeria, desesperada. Fue lo último que escucharon de ella, dijo su mamá.
No era un juego
Karina y su madre caminaban por la arena cuando vieron a los jóvenes. Ellos gritaban, y Karina tuvo un mal presentimiento. Su madre, en cambio, creyó que solo jugaban. “Mi mamá me dijo: ‘Oiga a Maripaz jugando con Valeria’, y yo le respondí: ‘Mami, esto no es un juego’”, recordó Blanco.
Karina se acercó a los jóvenes, quienes le dijeron que Valeria había desaparecido tras ser arrastrada por la corriente. De inmediato llamaron al 9-1-1 para pedir ayuda. Mientras esperaban, dos surfistas que presenciaron la escena arrojaron sus tablas al agua y comenzaron la búsqueda.
Minutos más tarde, llegaron paramédicos de la Cruz Roja, personal de Guardacostas y otras personas, pero no lograron encontrarla. Lo mismo ocurrió el domingo y el lunes.

Finalmente, el martes la Cruz Roja confirmó el hallazgo del cuerpo de Valeria, a un kilómetro de donde desapareció.
“Ahí quedó el queque... No se pudo ni cantar el cumpleaños”, lamentó su mamá.
Viene lo más duro
Karina ha llorado durante estos días, pero sabe que no ha sido lo suficiente, pues lo más difícil está por venir: “sentir la ausencia de mi hija”. Explicó que la razón por la cual no ha derramado más lágrimas es porque aún “faltan cosas por hacer”.
“Ahora se queda uno con todos los sentimientos en las manos y con un vacío enorme. Pero hay que seguir adelante, porque tengo tres hijos más a quienes sacar adelante”, expresó.
Agradeció a la Cruz Roja, a Guardacostas, amigos y vecinos, quienes, al enterarse de la tragedia, llegaron a playa Dominical con toldos, cocinas y comida para colaborar en la búsqueda.
“Estamos impresionantemente agradecidos con la comunidad. Fue algo increíble. La gente llegaba con cosas”, destacó.
Señaló que enfrentan gastos fúnebres y pidió ayuda a quienes deseen colaborar a través de la plataforma Sinpe Móvil, al teléfono 7118-2193.