En apenas 13 horas, entre la noche del domingo 26 y la madrugada del lunes 27 de enero, Meribeth Mondragón, de 35 años; Sandra Oporta, de 20, y Miriam Fernández, de 32, fueron asesinadas por sus parejas o exparejas. Estos crímenes ocurrieron al cierre de una semana marcada por otro femicidio: el de Tamara Centeno, de 20 años, quien fue asesinada, al parecer, por su esposo en Alajuela.
Este domingo 9 de febrero, se registró el sexto femicidio en lo que va del 2025: una mujer de 30 años de apellidos Calvo Rojas en la comunidad de San Antonio de Ciruelas, en Alajuela, con lesiones de arma blanca en cuello y cara. Su agresor intentó quitarse la vida.
Estos hechos plantean una inquietante pregunta: ¿Puede un femicidio desencadenar otros?
Para responder a esta pregunta, La Nación entrevistó a tres expertos, quienes explicaron cómo el copycat —también conocido como efecto imitación o efecto contagio— puede influir en la ocurrencia de nuevos femicidios. Además, profundizaron en las razones detrás de este fenómeno.
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El director del Organismo de Investigación Judicial (OIJ), Randall Zúñiga, explicó que existen delitos por imitación y que, al igual que ocurre con los suicidios, los femicidios pueden incrementar la probabilidad de que se repitan.
“El efecto Werther explica que existe una correlación entre un suicidio y la motivación que este genera en otras personas para cometer actos similares. En el caso de los femicidios, esto puede ocurrir en ambas vías”, afirmó Zúñiga.
Según el jefe del OIJ, una de estas vías se da cuando una mujer se siente identificada con la víctima y, como medida preventiva, decide terminar su relación. Esto podría provocar la ira de su pareja o expareja y desencadenar un desenlace fatal.
Por otro lado, según Zúñiga, el otro mecanismo ocurre por la exposición mediática de estos casos. Cuando los medios de comunicación y las redes sociales difunden un femicidio, algunos hombres pueden sentirse motivados a cometer uno que ya tenían planeado. Además, la exposición pública y “los 15 minutos de fama” también pueden ser factores determinantes, según el director del OIJ.
Zúñiga indicó que la Policía Judicial desarrolla un estudio para analizar, a partir de los hallazgos de los femicidios recientes, si existe una correlación entre ellos.
Como ejemplo de una posible seguidilla de femicidios, mencionó el caso de Carolina Mora, quien fue asesinada por su expareja el 30 de diciembre. Apenas dos días después, en la madrugada del 1.º de enero, Ingrid Espinoza Lanza fue ultimada por su pareja, en Guararí de Heredia.
“Es parte de lo que estamos tratando de dilucidar”, agregó.
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Al respecto, la ministra de la Condición de la Mujer, Cindy Quesada Hernández, señaló que, si bien en Costa Rica no se ha realizado un estudio específico sobre la relación entre la difusión de un femicidio y el aumento de casos similares, existen investigaciones internacionales que indican un incremento en la probabilidad de nuevos crímenes en los días posteriores a la cobertura de estos casos, en un efecto similar al mencionado por Zúñiga.
Sobre los factores que pueden llevar a un agresor a cometer un femicidio tras conocer un caso reciente, Quesada enfatizó que los femicidas no presentan necesariamente alteraciones psicológicas, sino que sus acciones están determinadas por factores sociales y culturales.
Entre ellos, mencionó la interiorización de normas de masculinidad que legitiman la violencia como un medio para reafirmar el poder sobre las mujeres, la impunidad y la complicidad social, así como la deshumanización de las víctimas a través de la cobertura mediática.
Entre 2014 y 2024, Costa Rica registró un total de 631 homicidios dolosos contra mujeres, de los cuales 274 fueron clasificados como femicidios, según datos del Observatorio de Género y del Organismo de Investigación Judicial (OIJ). Esto significa que el 43 % de los asesinatos de mujeres en este período estuvieron motivados por razones de género.
El 2020 fue el año con más femicidios, con 30 víctimas, mientras que el 2019 registró la cifra más baja, con 17 casos. En los últimos dos años, la cantidad de femicidios se mantuvo estable, con 26 fallecidas en 2023 e igual cifra en 2024. En lo que va del 2025, se reportaron nueve homicidios dolosos contra mujeres, de los cuales cinco son investigados como femicidios.
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Manejo en medios y redes sociales
Para la criminóloga Tania Molina, la manera en que los medios de comunicación difunden las noticias relacionadas con femicidios tiene influencia en esta criminalidad. “¿Por qué no se trabaja con la sensibilidad con la que se abordan los temas del suicidio?”, cuestionó Molina.
Según la experta, los medios, para evitar el efecto imitativo, no difunden noticias sobre suicidios, y considera que lo mismo debería aplicarse a los femicidios. “Se le debería dar el mismo tratamiento al femicidio, porque si no, brincan todos los agresores en redes sociales a validar el asesinato de las mujeres”, agregó.
Molina también aseguró que algunos titulares responsabilizan a la víctima de su propio femicidio al mencionar presuntas infidelidades o conflictos de pareja, lo que indirectamente justifica el crimen. Además, la manera en que se presentan estos casos en los medios puede influir en la opinión pública, normalizando la agresión y fomentando la validación de la violencia.
Según la criminóloga, también se revelan detalles innecesarios que no son de interés público y que solo competen a la Fiscalía para la investigación del caso.
“La forma en la que se comunican los femicidios es un aliciente para quienes ya de por sí son golpeadores, agresores, violentan a su pareja o expareja. Todo lo que ya sabemos que tiene que ver con un sistema patriarcal que va a seguir existiendo, pero que, de alguna forma, los mismos medios inciden en que se reproduzcan esos patrones”, comentó Molina.
“Los femicidas a la cárcel no le tienen miedo, más bien la publicidad en medios los envalentona. Así como los comentarios en redes que justifican los femicidios y demuestran que socialmente está permitido matar a una mujer”, añadió.
Molina enfatizó que un femicidio no ocurre de la noche a la mañana y que la mayoría de los casos se desarrollan dentro de un ciclo de violencia en el que la víctima mantiene una relación de dependencia, ya sea emocional o económica.
Finalmente, la experta destacó la necesidad de establecer una ley que prohíba la reproducción de contenidos mediáticos que revictimicen a las mujeres o justifiquen los crímenes.
De su lado, la ministra Quesada resaltó el papel fundamental de los medios de comunicación en la prevención de nuevos femicidios.
“La exposición constante a imágenes de violencia genera desensibilización, y cuando la cobertura de un femicidio está cargada de estereotipos sexistas que justifican al agresor y culpabilizan a la víctima, se refuerza el mensaje de que estos crímenes tienen una justificación”, concluyó.
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