Steven Carballo López, de 23 años, solo jugó tres partidos con la Unión Porteña de Puntarenas, en la Liga de Fútbol Aficionado (Linafa). Este lunes, a las 7:43 p. m., dos hombres a bordo de una motocicleta lo asesinaron de un disparo en la cabeza en la vía pública, en Fray Casiano de Chacarita, en Puntarenas.
Este joven jugador, soltero y papá de un niño de cinco años, se convirtió en la víctima 100 de la ola de homicidios en el país.

Menos de ocho horas después de la muerte de Steven, un extranjero de apellido Pavón, de 45 años, intentaba abordar un autobús en Santa Ana, San José, cuando dos gatilleros lo mataron de dos disparos, uno en la cabeza y otro en la espalda.
Según la estadística divulgada por el Organismo de Investigación Judicial (OIJ), a las 4:42 p. m. del martes, en lo que va del presente año se contabilizan 104 asesinatos. Las otras tres víctimas posiblemente fueron ultimadas días atrás, pero hasta este martes se confirmó que se trata de muertes homicidas.
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En total, Costa Rica registra un fallecido cada nueve horas y 41 minutos. San José lidera la estadística con 33 crímenes; le sigue Limón con 19; mientras que Puntarenas y Alajuela suman 17 cada una. Alajuela, por ejemplo, ya triplicó la cantidad de muertos que contabilizaba en la misma fecha hace un año.
Siete de cada 10 homicidios están asociados a venganzas o ajustes de cuentas, derivados del crimen organizado y nueve de cada 10 víctimas son hombres. Además, de los 104 ultimados, ocho son víctimas colaterales.
Si se mantiene la tendencia, el año podría cerrar con más de 900 asesinatos, una cifra superior a los 880 del 2024 y cercanísima a los 905 crímenes del 2023, el año más mortífero desde que se tienen registros.
¿Debe Costa Rica resignarse a cifras tan abultadas de homicidios? ¿Seguirá el país con tasas de homicidios cercanas a 17 víctimas por cada 100.000 habitantes?
El director del Organismo de Investigación Judicial (OIJ), Randall Zúñiga, expuso que hay cinco factores clave para revertir la situación:
-Dejar de señalarse entre los actores del Estado.
-Fortalecer los cuerpos policiales con herramientas y patrullas funcionales.
-Evitar que los líderes criminales sigan dirigiendo desde prisión.
-Atender la exclusión social de los jóvenes, principalmente en Limón y Puntarenas y zonas marginales.
-Lograr mayor celeridad en los procesos penales.
“Para poder llegar a una marca inferior a los 900, ojalá 800 o 700 en este lapso que nos queda de año, hay mucho que hacer, mucho que trabajar. Pero también mucha unión y mucha cohesión social, y esto es algo difícil en momentos en que estamos en una precampaña electoral y que cada quien buscará generar rédito electoral a sus causas.
“Costa Rica debe tener claridad meridiana de qué es lo que quiere, y ahorita todos lo que queremos es vivir en paz, vivir tranquilos, con seguridad y no en esta situación en la cual nos enfrentamos a la posibilidad de que una bala perdida pueda acabar con la vida de una persona en su casa, o que un enfrentamiento de grupos criminales pueda generar que una bala venga a herir o matar colateralmente a una víctima”, manifestó Zúñiga en un video de ocho minutos divulgado el martes por la tarde.
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‘No es un tema de leyes’
Para Rodrigo Campos, criminólogo de la Universidad Estatal a Distancia (UNED), los homicidios son un “termómetro” de la situación de seguridad de un territorio, y en el caso de Costa Rica, los datos son alarmantes al compararlos con el “termómetro” internacional.
“La tasa de homicidios promedio a nivel mundial anda alrededor de 6 por cada 100.000 personas. En Costa Rica se está triplicando esa cifra; tenemos un problema tres veces más grande que el problema en el mundo”, explicó.
El discurso político y mediático se ha concentrado en reforzar la policía, lo que se refleja en la tendencia del gobierno y la Asamblea Legislativa de impulsar proyectos de ley de naturaleza represiva, dejando de lado los planes preventivos.
Tampoco se trata de la cantidad de leyes que se aprueben, aseguró Campos, pues el año pasado se aprobó la mayor cantidad de proyectos sobre seguridad en la historia reciente. Pero, por otro lado, se han desfinanciado programas preventivos y se han abandonado las comunidades con mayores problemáticas sociales, de donde salen los hombres jóvenes que conforman la fuerza laboral del crimen organizado.
“Los sicarios no asesinan con el Código Penal bajo el brazo, eso hay que tenerlo muy claro. La solución no está en generar leyes, en generar más mecanismos represivos... está en atacar los capitales, prevenir el consumo e integrar a los hombres jóvenes a la sociedad”, señaló.
Los operativos policiales sí son importantes y útiles en un primer momento, pero no son la solución, explicó.
“Hay algunos proyectos preventivos, pero son muy tímidos con respecto a la envergadura del problema. Con todas estas circunstancias, que son de entero resorte del Poder Ejecutivo, es que Costa Rica no ha tenido una atención suficientemente integral en el tema de la seguridad, y por lo visto no va a variar en lo que le queda a esta administración”, manifestó.
“Dado lo que hemos visto en los últimos dos o tres años, no cambiará la perspectiva de cantidad de homicidios para este año. Es más, conforme van apareciendo cadáveres de personas desaparecidas nos damos cuenta que el año pasado no estuvo tan diferente al antepasado, y por lo tanto, en este 2025 no podemos esperar cambios milagrosos”, concluyó.
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Por su parte, el exministro de Seguridad Gustavo Mata declaró que los homicidios se han convertido en una epidemia en Costa Rica, al mismo tiempo en que el país se transformó en la bodega principal de los carteles mexicanos y sudamericanos, de donde se exportan toneladas de cocaína hacia Europa y Asia.
Mata aseveró que la Fuerza Pública y el OIJ han tenido que enfrentar esta nueva realidad en condiciones deplorables, con vehículos dañados y equipo deficiente.
“Me preocupa además la cantidad de víctimas colaterales. No se denota que haya un accionar por parte del Poder Ejecutivo para contener eso, y el problema es que al no existir parámetros de contención, no solo por parte de los cuerpos policiales sino en materia social, pues vamos a ir de mal en peor”, aseguró.
El exministro enfatizó en que la ciudadanía costarricense no debe acostumbrarse a esta realidad, pues eso llevaría a aceptar la epidemia de homicidios como una nueva normalidad.
“Ningún país puede acostumbrarse a la actividad criminal. A Costa Rica hay que salvarla de alguna manera de esta situación, que es bastante difícil porque estamos viendo la penetración del crimen organizado en estructuras de gobierno, municipales y policiales”, aseveró.
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