“Mami, no bromee con eso. Con eso no se juega”, fueron las palabras que Mikela Castro le dirigió a su orgullosa madre, el soleado día en que una inesperada noticia irrumpió a su vida: a sus 10 años, la sonriente niña había sido convocada a la Selección Nacional Mayor de Surf.
Ese día, como es su costumbre, Mikela y su mamá, Esmeralda Bolívar, caminaban hacia la playa para que la niña entrenara, como lo ha hecho desde que tiene memoria.
Con constancia y esfuerzo, sorteando olas en un mar lleno de desafíos, la joven surfista ha logrado un hito en el deporte nacional, pues será parte del combinado tricolor que competirá en los Juegos Panamericanos de Surf, que se realizan en Lima, Perú, del 4 al 13 de octubre. Su historia es una muestra de dedicación, esfuerzo y amor por un deporte que corre por sus venas, y que apasiona también a sus papás y hermanos, quienes lo dejaron todo para emprender una nueva vida en torno al surf.
Mikela nació en Limón. En las playas de Cieneguita, donde la naturaleza y el océano se entrelazan de forma mágica, encontró en el mar no solo un deporte, sino una verdadera pasión que la impulsa a crecer y a superarse día a día.
Desde pequeña, Mikela mostró un interés innato por el surf, influenciada por su entorno familiar. “Cuando yo estaba en la panza de mi mamá, ella dice que mi hermano le enseñaba cómo hacer un movimiento y ella lo hacía embarazada. Después, cuando yo tenía meses, mi papá me metió en un río sobre una tabla grande. A los dos años ya me metió al mar en Cieneguita para empezar a surfear. Creo que surfeo antes de caminar”, narró la pequeña en una entrevista con La Nación, previo a su viaje a Perú.
Y es que sí, la familia de Mikela vive y respira el surf. Su papá, Michael Castro, además de surfear, es también entrenador y técnico deportivo. Su hermano Axel, ahora de 20 años, también fue llamado a la Selección Nacional en esta disciplina hace unos años. Su madre Esmeralda y su hermana Daniela también han aprendido todo lo relacionado con el deporte, para así apoyar a los surfistas de la casa.
De hecho, la familia está tan involucrada en el deporte y en la carrera de Mikela, que han tomado decisiones radicales de vida, todo con el fin de encumbrar a la niña. La primera de ellas fue mudarse de Limón a Jacó. Doña Esmeralda explicó que en la provincia caribeña no hay olas durante muchos meses del año, lo que impedía el desarrollo de la Mikela en el mar, así que el cambio de residencia a Jacó era necesario.
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El papá, acostumbrado a entrenar a su hija y a acompañarla a los torneos en los que participa, no tenía tanto tiempo debido a su trabajo de oficina, por lo que también decidió renunciar y dedicarse de lleno al surf.
Mikela, un ejemplo de perseverancia y pasión
A lo largo de su corta pero intensa carrera, Mikela ha logrado destacarse en diversas competencias nacionales e internacionales. En el último circuito nacional, que se realizó en Playa Guiones, fue la campeona en las categorías sub-12 (es la bicampeona) y sub-16. A nivel internacional, en el Mundial Junior ocupó el tercer lugar y llegó a la final en Open. A sus 10 años, la pequeña también ha participado en competencias mundiales en Brasil y El Salvador.
Pero, más allá de los números, Mikela encuentra en el surf una forma de expresión y conexión con la naturaleza. “Me encanta surfear porque puedo divertirme, expresar lo que siento. Puedo hacer nuevos amigas y amigos, y pasar tiempo en familia”, compartió. Algo que también disfruta es la convivencia con los animales, pues la niña ha experimentado emociones al límite al ver de cerca ballenas, delfines y mantarrayas.
“Un día que estábamos surfeando pude agarrar una tortuga del caparazón y nadé con ella, me llevó muy largo”, recordó sobre ese emocionante día, en Punta Leona.
Mikela Castro competirá en los Juegos Panamericanos de Surf, en Lima, Perú, entre el 4 y el 13 de octubre.
El equilibrio entre el deporte y los estudios es crucial para Mikela, quien asiste a la escuela Playa Hermosa. Ella entrena todos los días después de estudiar. Al salir de la escuela va a su casa, almuerza, se cambia y sale a hacer lo que ama: estar en el mar entre dos y cuatro horas diarias. Eso sí, la escuela también es algo que la apasiona, y afirmó que se puede equilibrar a la perfección el deporte con el estudio. “En mis últimos exámenes tuve dos notas de 100, un 97 y un 92”, contó orgullosa de su desempeño.
La pequeña mencionó que tiene un gran apoyo de su maestra en la escuela. Con ella, sus padres coordinan para que la estudiante pueda cumplir con sus deberes escolares cuando está en competencia. De hecho, en la maleta que preparó para llevar a los Panamericanos de Perú, empacó dos carpetas llenas de trabajos diarios y tareas que debe presentar de manera responsable; de eso se encarga su mamá.
Mikela cuenta con el soporte incondicional de su familia. Su hermano Axel, quien también es surfista, la motiva y acompaña en sus entrenamientos, mientras que su madre se asegura de que mantenga una alimentación adecuada para soportar el desgaste físico que implica el surf. Su padre también es su entrenador, junto a Diego Naranjo. “Siempre trato de darle lo mejor. Sé que está en crecimiento y necesita mucha energía”, dice Esmeralda, quien ha jugado un papel fundamental en la carrera de Mikela.
Cuando está dentro del mar, también cuenta con la compañía y el apoyo de otras personas que se han vuelto piezas importantes en su desarrollo. Mikela mencionó a sus amigos Calena, Isabella, Nico, Niles, Uri, Daya y muchos más. “Para mí, Axel es el mejor hermano. Él me enseña y me corrige cosas que debo cambiar”, afirmó la niña, quien actualmente surfea con una tabla Al Merrick Channel Island, de 5.1 pulgadas, con cola fish.
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Ella considera que su posición en el ranking nacional, así como sus destrezas en las olas, son las cualidades que hicieron que la llamaran a la Selección Nacional. Sobre sus movimientos favoritos para desarrollar en el océano, afirmó que verticalizar y sacar la tabla de la ola es lo que más la distingue, aunque también está tratando de probar trucos aéreos.
Admira a muchos surfistas, de las mujeres sus favoritas son Caroline Marks (Estados Unidos), y Brisa Hennessy y Leilani McGonagle, de Costa Rica. De los hombres, en primer lugar destacó a su hermano Axel, además de John John Florence, de Estados Unidos, y Gabriel Medina e Ítalo Ferreira, de Brasil.
Actualmente, Mikela está en camino de emular a sus grandes héroes del surf. Afirma que enfrentarse en torneos a deportistas mayores que ella no le causa ninguna preocupación, ya que tiene experiencia suficiente para lograr sus objetivos.
“Mi sueño más grande es llegar a las Olimpiadas”, afirmó con la seguridad de una surfista que entra a diario a enfrentarse con las olas. Pero también tiene otra meta que, cuando ya no surfee, le ayudará en lo que resta de su vida: la niña quiere estudiar en la universidad y convertirse en una gran diseñadora de modas.
Contrario a lo que muchos pueden pensar sobre los miedos o los riesgos de este deporte, Mikela deja todo atrás en cuanto entra en contacto con el mar y la arena. Ella no le teme a nada, aunque su mamá sí ha tenido que hacer un gran esfuerzo, pues ha tenido que acostumbrarse a tener a tres de los miembros de su familia constantemente en el agua.
La madre recordó que cuando su hijo mayor comenzó a surfear, el miedo estaba siempre presente, pero que con el tiempo aprendió a mitigarlo. “Yo lloraba cuando mi esposo se lo llevaba y le decía que sin mi hijo no volviera a la casa. Pero llegó un punto en el que tuve que vencer los miedos y bueno, con Mikela ha sido más fácil”, comentó.
Pero el riesgo siempre está latente, ejemplo de ello es lo que sucedió un día antes de viajar a Perú. Doña Esmeralda contó que ese día ella no fue a la playa con sus hijos y que, al llegar, le contaron que en Hermosa les cayó una ola gigante y que tuvieron que abandonar las tablas en el mar debido al golpe. “Axel dice que él solo pensaba en la niña, que la agarró cuando iba para abajo, que la empujó hacia arriba y salieron bien”, narró la madre.
Agregó que, pese a que Mikela nunca tiene miedo, ellos como equipo y familia siempre guardan precauciones para evitar alguna emergencia. “No quiero transmitirle a ella ninguna inseguridad”, manifestó.
Una familia, un equipo
Mikela es quien sortea las olas, la que recibe las medallas, pero detrás de su talento y tenacidad para el deporte hay una familia esmerada en que todo le salga bien a la niña. Todos trabajan por ella. Es una labor diaria que incluye los entrenamientos, la responsabilidad de la casa, el descanso adecuado, estar pendientes de los estudios y cuidar la alimentación de la deportista.
“Es un trabajo en equipo, uno que conformo con mis otros dos hijos y mi esposo, aunque también se suman mi mamá, mi papá, mis hermanos y sobrinos; ellos siempre apoyan de alguna manera”, manifestó la mamá. En ese recuento también entran amigos y otros familiares que han estado presentes en el desarrollo de la carrera de la pequeña.
En cuanto a la alimentación, doña Esmeralda afirmó que su hija es de contextura delgada y que, para un deporte de alto impacto y rendimiento como el surf, su cuerpo debe estar fortalecido para enfrentar las olas. Ahora, con un proceso de entrenamiento funcional en gimnasio, más una dieta balanceada y el surf, la niña ha aumentado de peso. Eso sí, siempre hay espacio para un delicioso helado, el postre favorito de Mikela.
La familia también se esfuerza para que Mikela nunca pierda la humildad y tenga muy claro de dónde viene, que “tenga los pies en la tierra”, como explicó su madre.
Sobre los cambios que han enfrentado como familia, confiesan que sí había miedo y preocupación al inicio, pero que lograron super todo gracias al apoyo de amigos y personas cercanas. “Mi esposo siempre ha sido fuerte y dice que él no tiene miedo porque puede trabajar en cualquier lugar, no le tiene miedo a los retos, es muy motivador y le gusta ayudar. Así que eso fue una gran inspiración para aceptar los cambios”, contó doña Esmeralda.
La perspectiva de Mikela es inspiradora, no solo para niños y adolescentes, sino también para adultos. “Nunca tengan miedo de cumplir sus sueños. Esfuércense, confíen en que lo lograrán y nunca se rindan”, concluye la pequeña surfista.
Mikela Castro está lista para enfrentar nuevos retos en el Panamericano y, sin duda, seguirá dejando huella en cada ola que surfee. Con el apoyo de su familia y su indomable espíritu, el cielo es el límite para esta joven promesa del surf.