Dejar un trabajo estable nunca es sencillo; sin embargo, en muchas ocasiones es necesario para que las personas salgan de su zona de confort y exploren sus talentos, cumplan sus sueños y emprendan nuevos proyectos que, quizá, no se materializan por falta de tiempo.
Hazel Villalobos trabajó por más de ocho años como asistente de contabilidad en una empresa. Sin embargo, el pasado mes de octubre decidió emprender un nuevo rumbo, uno que incluye esferas navideñas, pastoras, guirnaldas y otros tipos de adornos navideños.
Ella siempre había soñado con decorar casas para Navidad. No obstante, la falta de tiempo la obligó a postergar ese anhelo durante buena parte de su vida. En ocasiones lo más que podía hacer era ayudarle en la decoración a un par de amigas suyas, pero como un pasatiempo.
Este 2024 fue ese año en el que finalmente decidió que era momento de comenzar a cumplir ese sueño navideño que por tantos años anheló.
“Como me quedé sin trabajo, lo vi como un emprendimiento. Antes lo hacía como para ayudar a mis amistades, pero este año ha sido más como un negocio y, gracias a Dios, me ha ido bastante bien. Las personas han quedado muy satisfechas con mi trabajo y para mí eso es lo más importante”.
Aunque decoró una casa en setiembre, fue a finales de octubre cuando comenzó formalmente a desempeñar este trabajo; hasta inicios de diciembre, Villalobos había decorado más de 12 casas, además de una sección de oficinas del Hospital Nacional de Niños. Esto le ha permitido entender que su talento va más allá de sus propias expectativas.
La decoradora nunca imaginó que sus servicios iban a llevarla hasta el área administrativa de uno de los principales centros médicos. Según cuenta, todo comenzó luego de decorar una casa, pues la dueña quedó muy satisfecha con el trabajo y la recomendó entre varios médicos que se estaban organizando desde días atrás para que en sus oficinas se respiraran los aires navideños.
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“Me llamaron un día a las 7 p. m. y me preguntaron que si les podía ayudar con la decoración y yo les dije que sí, les hice la cotización y a las 10 p. m. de ese mismo día ya estaba ahí, decorando. Me acuerdo que pasé el turno de noche trabajando y ahí les hice el árbol, les decoré la parte de secretariado, unas oficinas de unas doctoras y la entrada de la sección”, revela.
Explica que el Hospital Nacional de Niños no puede llevar luces, entonces se tiene que resaltar la decoración como tal, con colores llamativos y adornos imponentes.
Hoy la decoradora se pellizca dos veces, pues todavía le cuesta creer que la temporada navideña 2024 la ha pasado entre arbolitos y villancicos.
“Si me lo hubieran dicho, nunca hubiera creído que iba a estar decorando casas a tiempo completo. Fue algo que salió debajo de la manga y de verdad estoy muy feliz. Es algo que, aparte de que yo disfruto hacerlo, me encanta. Las horas se me pasan y esa vez que trabajé de noche pasé 27 horas despierta y ni lo sentí”, asegura.
Hazel, de 45 años, nunca requirió de una página web o redes sociales a promocionar su trabajo, pues todo se dio de una forma natural, por recomendaciones de amigos o conocidos, quienes sabían de su habilidad. Y así su nombre fue sonando más entre las personas que ocupaban la ayuda de una decoradora navideña.
Y aunque ha disfrutado mucho la decoración navideña, también tiene claro que este es un trabajo de temporada, pues son solo dos meses en los que los clientes requieren ese servicio.
Una Navidad, muchos gustos
En cada casa, la Navidad se disfruta de una manera diferente y lo mismo ocurre con la decoración. Si bien hay algunas familias que se inclinan por el rojo y el verde, otras apuestan por el rosado, el blanco, el dorado, el morado o el azul... o una mezcla de todos los anteriores.
Villalobos afirma que esto conlleva adaptarse a los deseos de los clientes y la forma en la que se realiza la decoración, pues además cada casa es diferente.
“He encontrado diferentes tipos de gustos y no solo en cuanto a los colores. Varía bastante hasta en el árbol, que uno pensaría que es más uniforme, pero no. Hay personas que prefieren que las luces, por ejemplo, vayan de arriba hacia abajo y no de forma circular, también hay quienes prefieren solo luces blancas o amarillas o solo de colores”, comenta.
En cada decoración de hogar tarda aproximadamente un día y medio, comenzando muy temprano.
A Hazel también le ha llamado la atención que en la mayoría de las casas prefieran el árbol de Navidad artificial en lugar del natural, pues de la más de docena de casas que ha decorado, solamente en una había un ciprés.
Eso sí, la decoradora reconoce que aunque le gusta cómo se ve el árbol natural, es más difícil que queda “bien decorado”, pues con el artificial ella puede “jugar con los alambres para decorar, pero en el natural no se puede jugar con nada y es más complicado, pero no imposible”.
De hecho, lo primero que ella decora cuando llega a las casas es el árbol, pues es el que lleva más trabajo.
“Siento que el árbol es el que lleva más espacio y porque a partir de la decoración del árbol se va a hacer el resto, para que todo combine: las guirnaldas y los adornos de la pared, etcétera. Pero me hace gracia porque al final cada árbol tiene la esencia de la familia. Por ejemplo, una señora me pidió hacer una escalerita con un Santa subiendo al árbol. A otra le hice una escalerita con duendes que ponían las luces en el árbol y quedó muy lindo. Y a mí lo que el cliente me pida yo lo hago, porque yo sé que lo que quieren es que su casa se vea hermosa”.
Detalla que aunque la mayoría de sus clientes la dejan decorar a su gusto, con los adornos y materiales que tienen en las casas, hay otras un poco más “celosas”, que le sugerencias o solicitudes especiales y van supervisando el proceso, pues al fin y al cabo es su hogar.
Además, aunque en varias casas ella termina la decoración sola, hay otras en las que poco a poco las personas que ahí viven se van contagiando del espíritu navideño y acaban ayudándola. Esa es una de las experiencias más valiosas y que más ha disfrutado.
“La decoración no es solo decoración, trae alegría y me hace gracia porque en todas las casas cuando me ven decorando ponen música navideña y comienzan a planear qué van a hacer el 24 de diciembre. Esto reúne a todos en la casa porque me acuerdo que en una comencé yo con la señora a decorar y de pronto llegó un hijo a ayudarnos; al ratito llegó la otra hija y dijo: ‘hagamos chocolate con masmelos’; y el señor se puso a planear cosas que yo podía hacer con la decoración. Al final, la familia se terminó integrando y eso me llena de satisfacción”, reconoce.
También hubo otra clienta que la contrató por su estatura (1,78 metros), pues decía que en su casa nunca habían podido poner bien la estrella en lo más alto del árbol de Navidad, por más que se subieran en un banco. En cambio, la decoradora solo alzó la mano y listo.
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En otras ocasiones le ha tocado “rescatar” las extensiones de luces, pues por un bombillito que deja de encender ya las quieren botar. Recuerda que en su infancia, su papá arreglaba las extensiones de luces y ella aprendió a hacerlo también: “yo les digo: no las bote, en mi cajita de herramientas ando cinta tipo tape y las puedo arreglar”.
Siempre carga tijeras, la cinta de doble propósito, varios accesorios, follaje, pastoras y hasta esferas, pues nunca sabe cuándo le podrían hacer falta.
“A mí me gusta que las casas queden bien, porque me encanta la reacción de las personas cuando ven mi trabajo terminado, me gusta mucho cuando me halagan. Cuando veo sus rostros de felicidad me da mucha satisfacción, porque yo nunca estudié o me preparé para esto, es algo que me gusta”, dice.
Pero su decoración va más allá de los árboles y las guirnaldas, porque también le ha tocado hacer villas y portales, los que procura sean acordes al tamaño y la cantidad de piezas. Hay unos que tienen fuentes, otros lagos y unos más se hacen con lana. También están los que llevan luces blancas y escarcha.
“No es como que yo sé las tendencias de decoración ni nada de eso. Yo hago la decoración con lo que la gente tenga, lo que les gusta y lo que pidan. Muchas veces me dan la idea y yo me hago la imagen en mi mente: lo bueno es que nunca fallo”, asegura entre risas.
Debido a la buena respuesta que tuvo de parte de sus clientes este año, desde ya valora extenderse a decorar eventos, como fiestas de cumpleaños o bailes de graduación.
Una Navidad entre carreras
Hazel puede dar fe de que la Navidad ha cambiado, pues la demanda de personas que requieren de ayuda para decorar su hogar es más grande de lo que quizá ella pensaba.
Para la decoradora, el problema es que, en el mundo actual, la gente vive cargada de trabajo y pendientes que le impide llegar con fuerzas a su casa para encender la Navidad y, por ello, en muchas ocasiones requieren del apoyo de alguien más.
“Como todos sabemos, vivimos en una sociedad que está muy saturada con el trabajo, los hijos, de todo. Entonces, pasa que muchos quieren decorar, pero el tiempo no alcanza y de repente llega alguien que en día y medio le decore, le deja la casa arreglada, que le ayude a no tener que luchar con escarcha, obviamente la gente va a querer que le den ese apoyo, porque es como un alivio; es como llegar y que esté decorado como por obra y gracia”, comenta.
Pero más allá de eso, Hazel disfruta ver que a la gente le gusta la Navidad tanto como a ella y que el espíritu de la época está más encendido que nunca.
Al final, lo más bonito es transitar por las calles viendo las casas con las luces que encienden y apagan, llenando de ilusión a los amantes de la época.
“Yo soy una enamorada de la Navidad. Quienes me conocen saben que amo mucho esta época, porque me recuerda mucho mi infancia, que era muy distinta a lo que vivimos hoy. Me acuerdo que decorábamos juntos, íbamos a disfrutar como familia a la montaña y la verdad era bien bonito y creo que es de allí donde nace este gusto”.
Si bien su trabajo por la temporada 2024 ya está por terminar, hoy puede decir que está feliz, pues sabe que cumplió el objetivo y, de una u otra forma, llevó la Navidad a más de una docena de casas, al tiempo que cumplió su propio sueño.