“¿Saben qué? Me tienen sin cuidado que me llamen dictador", dijo Nayib Bukele al celebrar el primer año de su segundo mandato en El Salvador. A Óscar Martínez no le extrañaría que haya llegado a ese punto porque viene alertándolo, como jefe de redacción de El Faro, desde hace media década.
El medio digital de El Salvador ha protagonizado los debates en torno a Bukele, con un periodismo minucioso que culminó, a inicios de mayo, con la confirmación de que el gobierno bukelista negoció con las pandillas desde el inicio... y cómo ese trato ha impactado la política interna y externa del país desde entonces.
A pocos días de las publicaciones, El Faro anunció que conocía de intenciones de arresto a sus periodistas y salieron del país. Ya antes habían trasladado su personería jurídica a Costa Rica.
En el marco del Foro Centroamericano de Periodismo, que celebró su segunda edición local de San José esta semana, conversamos con Martínez sobre la persecución que ha sufrido su equipo periodístico, su valoración de la gestión de Bukele y las conexiones del mandatario con el gobierno de Costa Rica.
— Primero que todo, ¿cómo están ustedes? ¿Cómo está el equipo?
— Pues es muy complicado. Como lo hemos contado, después de la publicación que hicimos el día 1.º de mayo. los videos donde dos líderes pandilleros revelaban más detalles de los pactos con el gobierno de Bukele (que repito, habíamos publicado con antelación mucha evidencia respecto a estos pactos), se desencadenaron un montón de cosas.
“Primero, las amenazas públicas de algunos funcionarios como el director del Organismo de Inteligencia del Estado, Peter Dumas, y después la información confirmada con dos fuentes internas que nos asegura que se habían liberado al menos siete órdenes de captura contra periodistas de El Faro. Mucha gente del periódico preventivamente salimos del país, no para quedarnos fuera: la idea es volver y volver pronto.
“Después de la publicación, él empezó una escalada autoritaria en mayo que terminó no solo con la captura de una de las más prominentes voces de la sociedad civil, Ruth López, sino con la aprobación de una ley que pretende cortar el oxígeno a todas las organizaciones críticas de la sociedad civil”.
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— ¿Cuánta seguridad tienen ahorita de poder darle continuidad al trabajo de ‘El Faro’ en esas circunstancias?
— Mirá, uno de los grandes problemas para tener una evaluación más directa con todo lo que pasa con Nayib Bukele es que no hay posibilidad de acceso a la información pública de ningún tipo.
“Yo creo que él va a intentar, tarde o temprano, aplastar a toda las voces críticas del país, y eso, evidentemente, implica también al periodismo y supongo que a El Faro. Tarde o temprano intentará capturarnos bajo acusaciones infundadas, posiblemente encarcelarnos bajo el régimen de excepción con el que tenemos tres años. Lo que nosotros estamos intentando hacer es medir cuándo, es decir, interpretar en qué momento, cuándo va a ser eso”.
— ¿Cree que es inevitable? ¿No considera que queden todavía frenos o salvaguardas en el sistema salvadoreño que impidan un ataque de ese tipo?
—Después de lo que ha pasado este mayo, a mí me queda muy claro que no, menos con la presidencia de Trump en Estados Unidos, porque él se siente más fuerte que nunca y está dispuesto a subir la apuesta. No creo que él vaya a parar.
“No hemos visto recular a ese hombre, ni en su primer periodo presidencial, ni en el año que se cumple este domingo de su segundo mandato inconstitucional, porque él no echa marcha atrás. Solo lo hemos visto frenar un poco con la ley de inería, pero por lo demás nunca, jamás ha virado en su apuesta autoritaria”.
— Ahora bien, el apoyo o por lo menos la tolerancia del gobierno estadounidense es evidente por varias razones. Algo que ha cambiado en los últimos meses, sobre todo después de la deportación de los migrantes a la cárcel, es que en medios internacionales e incluso otros gobiernos, ahora sí se toman en serio las alertas que ustedes vienen haciendo hace tiempo. Y por decirlo de una manera clara, la cobertura internacional ha sido todo menos favorable de Bukele.
—Tenés razón en algo, es decir, sin duda alguna este último mes, conforme Bukele ha subido su apuesta autoritaria, el mundo lo ha volteado a ver y lo ha volteado a ver como lo que es.
“Ahora mismo a casi nadie le quedan dudas sobre los pactos que sostuvo con las pandillas, pero no solo que sostuvo con las pandillas, ya nadie tiene dudas ante la tonelada de evidencia que hay de que la construcción política de Nayib Bukele se hizo asociado con las pandillas desde que era candidato a alcalde de San Salvador en 2014.
“Bukele es alguien que nunca se ha amilanado ante la presión internacional incluso de Estados Unidos. Pasados nueve meses de la administración Biden, la encargada de la embajada de El Salvador en aquel entonces terminó yéndose del país, acusando a Bukele de parecerse a Hugo Chávez y diciendo ‘es imposible negociar con este gobierno’.
“Y Bukele subió la apuesta, incluso terminó insultando públicamente a la vicepresidenta Kamala Harris. Es decir, que no se detuvo ni cuando EE.UU. no le era conveniente. Ahora con el apoyo de Trump no creo que Bukele vaya a reflexionar de todo el ruido internacional que hay, que creo que sigue siendo importante para que no haya acelerado más su carrera autoritaria. Creo que toda esta atención internacional es importante, pero no va a ser suficiente para detenerlo”.
— Dice que no haya acelerado tan rápido como él tal vez quisiera, pero bueno, ¿qué es: que tal vez no quiere acelerar en esa dirección?
—Lo veo muy difícil. Lo que ha ocurrido en este mayo ha sido una tras otra. Aparecen las publicaciones, el gobierno responde con amenazas y preparando un caso en nuestra contra, se intenta crear una narrativa para desviar la atención. Bukele aparece anunciando seis días de transporte gratuito.
“Como eso fue caótico, arresta a seis de los empresarios de buses y uno muere en la cárcel a solo seis días de haber sido arrestado. Pensábamos que iba a parar, pero no paró.
“Después de eso, arresta a unos protestantes que estaban cerca de su casa privada, los mete presos y siguen presos, acusados de delitos que ni siquiera hemos podido confirmar. Pensábamos que iba a parar, pero después arresta a Ruth López. En la noche, cerca de las 12 de la noche, envía a la policía con mentiras a arrestarla.

“Pensábamos que iba a parar. Y después aprueba la ley de agentes extranjeros acusando a todas estas organizaciones de trabajar para lo que él cree que es una especie de conspiración internacional en su contra. Si no ha parado en todo este mes, ¿por qué creeríamos que va a hacerlo ahora? No hay evidencia de que eso vaya a cambiar en el sentido".
— Históricamente él se ha sostenido sobre la cuestión del apoyo popular. Ese apoyo popular, ¿ha variado de alguna manera significativa o se mantiene estable?
— Yo estoy esperando algunas encuestas nacionales que tienen tienen una ficha técnica que deja menos dudas. No ha habido, hasta el momento, una encuesta importante que vuelva a hacer una medición nacional que demuestre que el apoyo de Bukele continúa a los altísimos niveles con lo que cerró el año pasado.
“Pero yo no tengo duda que conserva una popularidad importantísima que otros presidentes en América Latina se pelearían por ella. Tampoco tengo duda de que esa popularidad ha venido reduciendo gradualmente. La curva ascendente de la popularidad de Bukele ya llegó a su fin”.
— ¿Por qué?
— Por varias razones. El impacto económico de la presidencia de Bukele es cada vez más sentido; hay más de 300.000 familias en la pobreza desde que Bukele llegó al poder. El costo de la vida es carísimo.
“El encarcelamiento de más de 85.000 personas bajo el régimen de excepción; es decir, uno de cada 57 salvadoreños está preso... y el juicio secreto a todas estas personas capturadas ha afectado ya un montón de familias.
“En el reportaje que nosotros hicimos sobre hambre en El Salvador, cada vez más encontramos el que una de las personas que provenía en la casa, normalmente el hombre, había sido metido preso sin argumento alguno, muchos siendo víctimas de pandillas.

“Muchas familias que ya empezaron a padecer el yugo de todo el poder en carne propia, le falta comida, le falta medicinas porque tienen que enviar un paquete a los presos.
“Pero no solo eso. Cada vez más algunas organizaciones de la sociedad civil que pensaban que podían encontrar en la súplica a Bukele alguna respuesta, han encontrado algo muy distinto. La gente de (la comunidad campesina de) El Bosque eran 50 familias que estaban afuera de la casa suplicándole a Bukele que no los desalojaran de donde ellos viven y Bukele les respondió con la policía militar. Bukele solo está dispuesto a responder con represión y eso, sin duda alguna, va a mellar la popularidad de Bukele en la siguiente encuesta”.
— ¿Qué quiere Bukele? ¿Hacia dónde va?
—Mirá, Bukele no creo que tenga exactamente un plan, porque yo creo que aún le falta el último paso definitivo para perpetuarse en el poder. Yo creo que en la agenda de Bukele el siguiente plan es que la Asamblea, que él controla, resuelva la Constitución para permitir la reelección indefinida. Ese es el último obstáculo simbólico que le queda. Digo ‘simbólico’ porque con las reformas que esta asamblea ha hecho, Bukele puede reformar la Constitución cuando le dé la gana, en cuestión de media hora.
“Bukele no creo que tenga un plan; Bukele tiene una visión mesiánica de sí mismo. En esa visión mesiánica donde hay elementos de conexión con Dios, como un pueblo al que solo él sabe entender e interpretar, lo que busca es perpetuarse en el único lugar en el que él se siente en la sociedad salvadoreña, que es en el poder absoluto, sin contrapeso, sin debido proceso, sin voces críticas. No creo que tenga un plan, creo que tiene una visión.
— ¿Eso es un discurso o las razones son más prosaicas: acceso a recursos?
— Él ha sido un hombre de muchas ocurrencias y pocos planes. Por ejemplo, de repente se le ocurrió que el Bitcoin era una buena idea y ofreció una ciudad Bitcoin y nos presentó una maqueta dorada y nos prometió que iban a vivir un montón de estadounidenses alrededor de un volcán cuya energía iba a minar Bitcoin y no pasó, terminó haciendo pactos en el Fondo Monetario Internacional, que para los bitcoiners es el demonio mismo.
“Pero también dijo que iba a hacer un plan de control territorial y con eso iba a acabar con las pandillas, pero luego se le ocurrió pactar con ellas y fue ese pacto con las pandillas el que le permitió reducir el homicidio hasta que luego se le ocurrió cambiar de la A la Z y decretar un régimen de excepción. Es decir, él no es un hombre con un plan sostenido, es un hombre con ocurrencias y con una visión de sí mismo.
“Lo que sí es un hecho es que durante su gobierno el descubrimiento de casos de corrupción ha sido masivo. Y la imposición de secreto de Estado ayuda a las compras de obras del gobierno, responde a que no quieren que sepamos cómo siguen robando. Creo que robar es parte de su mecanismo, no creo que sea el fin mismo”.

— La carta que le ha funcionado mejor contra el periodismo, contra ustedes específicamente, es que, bueno, evidentemente si están entrevistando a estos pandilleros es porque tienen acceso a ellos, porque tienen algún tipo de de vinculación.
—Sí, Bukele básicamente nos ha acusado de ser pandilleros por el hecho de haber entrevistado pandilleros. Pero nosotros, en primer lugar, hemos entrevistado pandilleros desde hace muchísimos años, cuando Bukele ni siquiera era un político trascendente.
“¿Por qué? Porque un fenómeno social tan enraizado en la sociedad salvadoreña es imposible comprenderlo, y por tanto contarlo, si excluís a todos los pandilleros de la ecuación. Entrevistamos a muchísimas víctimas de las pandillas.
“De hecho, creo que fuimos los primeros, por ejemplo, que descubrimos el esquema financiero de la Mara Salvatrucha y lo publicamos junto con el New York Times en investigación.
“Hay que recordar una cosa, quienes convirtieron a los pandilleros en actores políticos fueron los políticos, entre ellos Nayib Bukele. Quienes nos obligaron a entrevistar a los pandilleros, ya no solo para entender sus organizaciones criminales, sino sus vínculos con el poder y sus procesos de construcción de poder político fueron los políticos.
“Cuando Bukele llega a la alcaldía de Nuevo Cuscatlán, su primer cargo público, su partido, el partido de izquierda, al que él le rendía honores, ya estaba empezando una negociación con las pandillas. Bukele eso aprendió como político. Entrevistamos a los pandilleros para comprender la lógica de creación de poder político.
“Además, en términos prácticos, hay que ser descarado para acusarnos de haber entrevistado a estos últimos pandilleros. Nosotros los pudimos entrevistar porque su gobierno los liberó. Charlie estuvo capturado en el régimen de excepción con el 18 tatuado en su pecho y fue su administración la que ordenó liberarlo y fue Carlos Marroquín, su funcionario, quien según Charlie le advirtió que se fuera del país. Lo pudimos entrevistar porque según él cuenta, fue Carlos Marroquín quien lo sacó en un carro del estado por un punto ciego para que se fuera del país.

—Una de las grandes preguntas que mucha gente se hace, yo me la hago, es con este régimen de excepción y con esta contención en la cárcel. ¿Qué pasa el día después? ¿Cuál es el plan para cuando esto sea insostenible?
— No estoy convencido de que en esta administración haya un plan. No creo que haya existido un plan estructurado, al menos no hay evidencia de que lo haya, a la hora de haberle ofrecido a Donald Trump las cárceles. Nadie, ni la prensa centroamericana ni la prensa estadounidense, ha revelado el acuerdo que en teoría se firmó con Marco Rubio para alquilarle las cárceles.
“No hay un pedazo de papel que nos diga qué acordaron, que nos explique si hay un plan estructurado, si hay tarifas definidas, si hay procedimiento para juzgar a esa gente si una corte de Estados Unidos lo requiere, si hay un plazo concreto para que El Salvador los devuelva.
“Si no la hay con esa cárcel (el Cecot), la cárcel que él quiere que el mundo vea y que se ha esforzado para que el mundo vea, imaginate cómo están las otras 22 cárceles del régimen. 22 cárceles de las que la organización de la sociedad civil han salido en los últimos tres años, 400 cadáveres de gente que fue arrestada en el régimen de excepción y que en su mayoría ni siquiera había sido juzgada.
— ¿Cómo interpreta esa cercanía o vinculación entre el gobierno de Rodrigo Chaves y el de Nayib Bukele?
— Lo interpreto de dos maneras: una es de interés político muy tradicional y la otra es aspiracional. Es decir, la de interés político es claro, muchos políticos, sobre todo políticos latinoamericanos, quieren agarrarse a Bukele para ver, por así decirlo, si se les pega un poco de su popularidad (...).
“Ahora, a mí la más preocupante me parece la aspiracional. Por lo que he leído, por la manera en que lo atendió, por la forma en la que se dirigió a él, por las palabras que dijo el presidente de Costa Rica, es que él quisiera lo que Bukele tiene, y lo que Bukele tiene es todo el poder.
“Y él lo quisiera, lo que Bukele tiene es el camino cada vez más libre de obstáculos porque ha ido desapareciendo a las instituciones críticas, encarcelando, obligando a la gente a emigrar. A mí me da la impresión, por lo menos así lo expresó él, que Chaves quisiera ser un poco más como Bukele. Que Chaves quisiera ser un poco más un dictador. Y yo creo que eso a ustedes debería de asustarles.

—Lo cierto es que esa vinculación también tiene efectos prácticos. El ministro de Justicia anunció la ‘donación’ por acuerdo ‘verbal’, de los planos de un émulo del Cecot. ¿Cree que esas vinculaciones, ya a nivel práctico, vayan más allá de lo que estamos logrando ver en este momento?
— No me gustaría creerlo. Creo que estos anuncios tienen que ver más con afirmación política y con intentar justificar aquello que Martín Caparrós llamaba la ‘eficracia’ de parte de Chaves para justificar todos sus desmanes autoritarios para obtener más poder. Yo espero que no lo logre, creo que la sociedad costarricense no le va a permitirlo.
“Pero El Salvador también ofrece mucha pompa. Bukele, en términos comunicacionales, ha logrado hacerlo muy bien, pero El Salvador, y no lo digo en términos simbólicos, sino en términos económicos, es un país miserable. Lo sigue siendo.
“Cuando estamos endeudados hasta el cuello, el Estado salvadoreño ha terminado botando su joya, el juguete favorito de Bukele, que era el Bitcoin, para suplicar del Fondo Monetario Internacional que nos preste $1.400 millones porque no damos abasto. El endeudamiento de El Salvador es tremendo. Casi 1 millón de salvadoreños en un país de poco más de seis millones de habitantes está al borde de la hambruna, está en el último nivel de pobreza.
“El Salvador, por más que Bukele venda ciudades doradas y ofrezca ir a solucionar los problemas de Haití y ofrezca regalarle plano millonarios a Costa Rica, es un país miserable económicamente y endeudado, donde su gente está comiendo, en las zonas rurales, las hojas que crecen en los cercos, porque ya no hay más. Y de eso hay múltiples evidencias, un montón de informes. Es decir, Bukele es muy bueno para comunicar una realidad que no existe”.