Eran los inicios de los 2000. El Saprissa pasaba momentos complejos a nivel financiero, al punto de verse al borde de la quiebra. Las reuniones en los camerinos del conjunto morado entre los jugadores eran casi todos los días. Líderes como Erick Lonis, Hernán Medford y Jeaustin Campos mostraban su preocupación ante la falta de pago.
En ese mismo escenario estaba un juvenil de cerca de 20 años; un zurdo alto y con muy buena pegada. Su nombre: Óscar Seravalli.
Seravalli, recién ascendido del alto rendimiento, escuchaba con atención las conversaciones, ya que, pese a las circunstancias, él estaba haciendo un sueño realidad: jugar con el Monstruo.
“Es interesante, porque a mí me tocó vivir la transición en el proceso en que, financieramente, Saprissa estaba muy golpeado y a punto de la quiebra, a pasar a una época de bonanza total. Eso fue algo impactante”, aseguró Seravalli.
El lateral recordó cómo en aquel momento había salarios atrasados hasta cinco meses, pero de repente todo, como por arte de magia, se arregló. Había problemas con la Caja Costarricense del Seguro Social, también con Hacienda, y el club veía su futuro sumamente comprometido.
“Se habló de hacer huelgas, de no entrenar, y yo veía a Hernán Medford, a Jeaustin Campos y a Erick Lonnis preocupados... Eso me marcó mucho. Se hablaba de la desaparición como tal del equipo, pero de un día a otro nos convertimos en completamente otra cosa. Cuando llegó Vergara, a mí me pagaron los 3 meses que me debían y, además, a todos nos hicieron un aumento de salario buenísimo”, declaró entre risas.
Lo que sucedió fue que Jorge Vergara asumió la institución, y Saprissa volvió a ganar campeonatos y la Liga de Campeones de la Concacaf para ir al Mundial de Clubes 2005.
Seravalli formaba parte del equipo que clasificó a Japón 2005, pero él no asistió a la Copa del Mundo porque fue uno de los siete descartados por el entrenador, Hernán Medford.
“Quedé fuera de la lista. Al final yo sospechaba que no iba a ir, yo quería ir a Japón, pero la decisión fue esa y no había nada que hacer. Fue una experiencia diferente, porque nos quedamos pocos en Costa Rica y teníamos que ir a entrenar con el alto rendimiento. Nos levantábamos a ver los juegos en la madrugada, pero la emoción era como frustrante, porque uno vivía todo como en soledad. No fue sencillo”, describió.
Estar en un camerino con nombres como Wálter Centeno, Víctor Cordero, Christian Bolaños, Gabriel Badilla (q.d.D.g.), entre otros, hacía de la Cueva un lugar de buen ambiente, pero pesado y de mucho reconocimiento público, un elemento con el que había que lidiar.
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El exlateral tomó como ejemplos a Víctor Cordero, José Pablo Fonseca, entre los nombres más responsables del plantel.
“Yo lo manejaba tranquilo. Yo era de casa, casado, tenía un hijo, siempre respeté a mi pareja. El ambiente de fútbol es pesado, hay momentos en que todo el mundo te busca, pero ahí debes sacar los valores y ética. Yo se lo agradezco muchísimo a mi familia. Yo no me quise exponer nunca porque sabía dónde estaba”, agregó.
La carrera de Seravalli continuó, pero él decidió ponerle punto final en 2010 de forma sorpresiva y con solo 29 años.
Parte de la decisión de Óscar se debió a que él militaba en Cartaginés y sufrió una fuerte lesión de rodilla que lo tuvo fuera por ocho meses. Aunque los brumosos lo apoyaron en la recuperación, él terminó contrato y no se dio una renovación.
“Cuando todavía jugaba, siempre tuve la idea de montar un negocio, y monté un negocio de venta de materiales dentales. Cuando sucedió lo de Cartaginés, en ese momento estaba desilusionado, en ese momento pensé en el retiro y me centré en la empresa”, relató.
Este economista de profesión se adentró en el mundo de la odontología, y hoy todavía Dental Depot sigue en funcionamiento.
“Ahora tengo 44 años, pero si miro hacia atrás, pues el paso por Saprissa me faltó jugar más, pero entendí la presión de una afición encima, comprendí que hay que ganar o ganar. Ese ADN se transmite, uno se vuelve muy competitivo y lo aplica para todo en la vida. A uno le enseñan en Saprissa que hay que ganar, y así ve la vida”, explicó.
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El exjugador tiene tres hijos: Luciano (17 años), Estefano (22 años) y Gianna (9 años), quienes son su inspiración.
Todavía disfruta del balompié, sobre todo con Luciano. Al chico de 17 años le encanta ir al Ricardo Saprissa.
“Yo a ellos les he dicho que la fórmula para llegar a ser profesional en Saprissa también les sirve para el trabajo. Hay que tener un poquito de suerte, mucho trabajo, disciplina, sacrificio y entender que en estos momentos las decisiones que tomen son las que lo van a respaldar a usted en el futuro”, profundizó.
Óscar Seravalli vive con el recuerdo de que él vio al Saprissa, equipo de sus amores, casi desaparecer, levantarse y revivir con la fuerza que lo mantiene hoy en día como el más ganador de Costa Rica. Seravalli celebró tres campeonatos con el Monstruo y una copa Uncaf.