
En la tierra del pura vida florece una historia de tenacidad y superación, la de Eugenia Valerio Ellis, una abogada con un doctorado en Derecho Comercial y emprendedora de chocolates, cuya pasión por el deporte trasciende la retinosis pigmentaria que con el paso del tiempo le va disminuyendo la visión, al punto de que en este momento tiene menos del 5%.
A sus 48 años, Eugenia se alista para escribir un nuevo capítulo en su vida atlética: el 21 de abril correrá la legendaria Maratón de Boston, un sueño que materializa tras desafiar pronósticos y derribar las barreras del “no se puede”.
El espíritu deportivo de Eugenia se forjó desde temprana edad, encontrando primero en el ciclismo una vía para desafiar sus propios límites, como cuando junto a Santos Corea completó La Ruta de los Conquistadores, así como otras pruebas duras en bici.
Si bien empezó a hacer deporte después de que en Cuba la operaron, no para curarla, sino para demorar el avance de la enfermedad y le dijeron que su problema principal estaba en la circulación y no podía llevar una vida sedentaria, después hubo un cambio radical.
Llegó el momento en el que los médicos fueron francos. Como a ella le gusta el deporte extremo, la bicicleta se volvía un peligro. Ya no tenía el 25% de visión con el que empezó, y si se caía, se le podía desprender la retina.
Así que se retiró del ciclismo, a pesar de que ya tenía en mente buscar la clasificación a Juegos Paralímpicos. Pero no abandonó el deporte por completo. Se matuvo haciendo pesas y natación. Hoy tiene en mente incursionar en el triatlón, y desde hace tres años se inició en el atletismo.
“Yo soy de largas distancias, no soy rápida y explosiva, sino más de resistencia y me enganchó el tema de las Majors (como se le llama a las maratones más famosas y grandes del mundo: Tokio, Boston, Londres, Berlín, Chicago, Nueva York y Sídney). Si soy la primera o la última no importa, es un tema personal. Cuando yo me fijo una meta para allá voy, siempre y cuando tenga salud y Dios me lo permita”, afirmó Eugenia Valerio.
Su perseverancia dio frutos inesperados en la Maratón de Berlín 2023, su debut en la distancia, donde logró la marca clasificatoria para la emblemática Maratón de Boston, solo que hasta mucho tiempo después se enteró de eso.
“Acerca de la marca es una larga historia, mi primera maratón fue en setiembre de 2023, en Berlín y ahí fue donde hice la marca para Boston. Yo ni siquiera estaba inscrita como paratleta, sino como los demás atletas. Fui con Desiderio Solano, mi guía. La hicimos relajados y el profe me dijo que disfrutara, que no me pediría tiempo, para tener un lindo recuerdo”, apuntó con una sonrisa.
A los meses, venía la Maratón de Boston del año pasado y ella escuchó en las noticias que había una categoría de paratletas. Ahí cayó en cuenta de que desconocía algo.

Llamó a su entrenador, Geovanny Brenes y le contó. Quedaron en averiguar. Y para esa misión la ayudó su amigo Jimmy Villalobos, quien hizo todo el rastreo. Efectivamente, había una categoría para baja visión y ella entraba en la categoría de los que tienen menos visión.
“Mandamos correos y yo había hecho en tiempo la marca en Berlín para clasificar a Boston en mi categoría. Mandamos dictámenes médicos, formularios y al final me dijeron que estaba adentro. Nunca me imaginé que en mi primera maratón iba a hacer la marca de Boston.
”Yo lloraba, brincaba, pegaba gritos, llamaba a todo el mundo y nadie me contestaba cuando recibí ese correo. Pensé que me estaban vacilando. Yo estaba como loca, y nadie aparecía. Le pedí a Jimmy que entrara a mi correo y me dijo que sí, que estaba en Boston”, relató con emoción.
Para Eugenia, correr una maratón con baja visión es un esfuerzo de equipo. Integra el 4x4 Team Land Rover, una iniciativa que busca demostrar que las barreras son mentales. En cada carrera, sus guías se convierten en sus ojos.
“Para ser maratonista con baja visión no soy solo yo, somos todo un equipo. Necesito guías, porque vamos corriendo con una cuerda que nos une. Son dos muñequeras unidas por una cuerda y ellos son mis ojos, se convierten en mis ojos, me acompañan y me guían.
”Me marcan el camino a seguir, me dan indicaciones para que no me tropiece con un muerto, con un hueco, con un desnivel. Me indican si tengo que doblar, si se avecina una cuesta, en fin son varias indicaciones que me van dando en el camino para que yo pueda correr tranquila”, describió.
Para la Maratón de Boston, contará con el apoyo de dos pilares fundamentales: Desiderio Solano Umaña, quien ha sido su guía en Berlín y en Chicago. Y gracias a la ayuda de él, lograron la marca para Boston. También irá Emilia Rodríguez Aguilar, la guía que ha tenido por más tiempo.
Ella inició siendo su descanso activo y Eugenia cuenta que hoy por hoy es mejor atleta que ella y cuenta que orgullo que lo más increíble es que la meta de ella se convierte en la de todos.
“Mi primo José Andrés Aguilar en esta ocasión no nos acompaña, pero él está con nosotros siempre en los entrenos y yo le digo mi conejo, porque él sabe qué me pide el profesor y chequea que vaya más rápido o más lento”, mencionó.
Un apoyo incondicional
Su entrenador, Geovanny Brenes, ha sido una figura clave en su trayectoria deportiva durante dos décadas. Es quien la ha guiado desde hace veinte años, primero en ciclismo, luego en atletismo y pronto en triatlón.
“Él es la persona que más me comprende, porque él no hace diferencia si no la tiene que hacer entre sus alumnos y su paratleta, que soy la única paratleta que tiene. Es igual de duro que con los otros alumnos y eso es lo que a mí me gusta, que él me exige.
”Me hace dar mi 1.000% en cada entreno, en cada competencia, pero a la vez me comprende. Él no hace diferencia, pero sabe que por mi condición visiual hay ciertas cositas que él ha estudiado, ha valorado, ha tomado en cuenta en cada una de las preparaciones, ya sea para ciclismo o atletismo”, destacó.
Para ella, el apoyo familiar también ha sido fundamental. De acuerdo o no con sus metas y locuras, siempre la han apoyado. Con conocimiento en la materia, indica que los paratletas a veces se fijan limitaciones porque en la misma familia les han inculcaldo barreras. En su caso no es así.

“En todas las maratones mi mamá (Jeannette Ellis) me acompaña, es mi porrista número uno, siempre está en la meta, está pendiente de la nutrición. Mi papá (Mariano Valerio) se levanta en las madrugadas cuando hacemos los fondos largos de preparación y nos acompaña como escolta, está cuidándonos en el camino”, citó.
Considera que ese rol es clave, porque ella con sus guías no pueden correr como los demás atletas en las aceras, porque no están adecuadas. Al ser dos, no caben, o se puede tropezar, entonces tienen que ir a la orilla de la calle.
“Él va atrás de nosotros en las giras largas, cuidándonos. Mi hermana siempre me ha apoyado, igual que mis sobrinos, a quienes quiero dejarles un legado, que sepan que cuentan con una tía que siempre quiso dar lo mejor de sí, fijarse metas y vivir una vida saludable, quiero dejar eso como ejemplo”, aseguró.
El gran sentido de todo
Para Eugenia, el deporte es mucho más que una competencia; es una misión de vida que quiere transmitírsela a otras personas. Su historia es un poderoso mensaje de esperanza y perseverancia.
Su consejo para las familias de personas con baja visión o discapacidad es claro y contundente, porque afirma que todo nace en los hogares.
“Delen alas a esas personas para que puedan volar tan alto como quieran hacerlo, porque todo se puede. Si una persona de verdad quiere hacer algo, que no sean obstáculos, sino que sean facilitadores, que ayuden.
”Pero que tampoco sobreprotejan, porque nosotros merecemos un espacio, un lugar, una oportunidad, pero también que no nos subvaloren y que nos den esa oportunidad de crecer nosotros mismos, valernos por nosotros mismos y lograr nuestras metas. Que sean pilares para alcanzarlas, no una negación”, recomendó.
Fue a Berlín sin imaginarse que ahí haría la marca de Boston. Tenía en mente presionarse en la Maratón de Chicago y la corrió lesionada. Después de eso, la pararon absolutamente de cualquier deporte de impacto por tres meses y su proceso de Boston inició el 22 de enero, cuando volvió a correr. En este momento se siente tan bien, que quiere bajar su marca personal.
El sábado hizo el último fondo y este martes emprenderá el emocionante viaje. Antes de enfrentar el desafío de Boston el 21 de abril, la organización invitó a la tica a participar en la carrera de 5 kilómetros para paratletas, prevista para el próximo sábado.
Eugenia Valerio Ellis, la abogada, emprendedora chocolatera y ahora maratonista, es mucho más que la primera paratleta costarricense con baja visión en alcanzar esta hazaña.
Se vuelve un faro de inspiración, una demostración de que las limitaciones son, en esencia, mentales. Su valentía al desafiar la oscuridad y los prejuicios, su pasión por el deporte y su mensaje de empoderamiento resonarán mucho más allá de la línea de meta de Boston.
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