
En marzo de 1989 ocurrió uno de esos episodios legendarios del fútbol costarricense. Con solo un partido disputado en la pentagonal eliminatoria de Concacaf rumbo al Mundial de Italia 90, la Fedefútbol destituyó al entrenador de la Selección Nacional cuando el presidente federativo se encontraba de vacaciones incomunicado en la playa y el país estaba a punto de entrar a la pausa de Semana Santa.
Para entonces, Costa Rica nunca había ido a un Campeonato Mundial y el tema se había convertido en obsesión de prensa, dirigentes, jugadores, aficionados y cuanta persona hubiera tenido contacto directo o indirecto con una pelota de fútbol. El gran obstáculo de aquellas décadas, México, había quedado fuera por el escándalo de la eliminatoria Sub 20 de 1988, cuando llevaron un equipo lleno de veteranos pasados de edad, algunos próximos al retiro. La FIFA decidió el máximo castigo posible contra los aztecas y, sin el matón del barrio, a la Tricolor le quedó allanado el camino rumbo a Italia 90.
Gustavo de Simone fue nombrado entrenador de la Selección en 1987. Este entrenador uruguayo dirigía al Club Sport Cartaginés, era joven (apenas 39 años) y los dirigentes le encomendaron el proceso. Le dieron los dos grandes recursos que todo director técnico siempre exige: fogueos y tiempo para entrenar. En aquella época no existía el esquema de Fechas FIFA y para convocar a la Sele había que poner de acuerdo a los clubes, detener el campeonato y casi hacer un referendo organizado por el Tribunal Supremo de Elecciones (TSE).
Antes de la pentagonal hubo una ronda previa contra Panamá, en 1988, que erosionó la confianza en el equipo. Los canaleros empataron 1-1 en el estadio Alejandro Morera Soto y Costa Rica se la tuvo que rifar en Ciudad de Panamá. Contra la pared, los ticos sacaron la victoria 2-0, con goles de dos históricos del balompié nacional: Juan Cayasso y Hernán Medford. Pero en aquella época Panamá era hijo y no papá como ahora, así que la trabajosa eliminatoria abrió una brecha entre el cuerpo técnico y un influyente sector de la prensa.
Finalmente llegó el debut en la pentagonal, el 19 de marzo de 1989. Era Domingo de Ramos. La Sele perdió en Guatemala 1-0, con un gol de penal del Raúl el Flaco Chacón. Y entonces todo quedó listo para la crucifixión.
Reunión de última hora
El presidente de la Federación era Longino Soto, fallecido en el 2010. El recordado doctor ya había decidido ir a pasar la Semana Santa a playa Sámara, en Guanacaste, en un sitio donde no había posibilidades de comunicación. El teléfono celular era un artículo futurista que apenas estaba empezando a aterrizar en el país.
Longino defendía a De Simone y la Contra aprovechó su ausencia para convocar una reunión de última hora el Martes Santo en la noche, totalmente a espaldas del presidente. Casi a la medianoche, el Sanedrín federativo anunció su decisión: De Simone quedaba fuera de la Sele.
La votación quedó 8 votos a 4, así que desde el punto de vista numérico la presencia de Longino no hubiera evitado la visita del entrenador al Monte Calvario. Sin embargo, la influencia del máximo dirigente quizás podía rescatar votos adicionales de dirigentes dudosos al estilo de Pilatos.
Cuando se enteró del golpe de Estado, Longino dejó una frase para la hemeroteca: “Fue una decisión de cantina de pueblo”, afirmó sobre lo acordado por sus compañeros de la Fedefútbol.
Más de 36 años después, De Simone conserva los recuerdos. “Estábamos para clasificar”, disparó de entrada cuando La Nación lo entrevistó para este recuento. “Se aprovecharon de eso (la derrota ante Guatemala) para quitarme, especialmente una parte de la prensa acostumbrada a hacer lo que quería con los entrenadores”, afirmó el charrúa.
“Lo mismo ocurría con las convocatorias, querían ver a los jugadores de su preferencia y yo no me presté para eso. Por ejemplo, me cuestionaban porque llamaba a Óscar Ramírez, alegando su estatura, y quién no sabe lo que terminó siendo Óscar para el fútbol de Costa Rica”, añadió.
Como todo entrenador, De Simone armó una Selección con gente de su confianza. Por ejemplo, le dio espacio a un desconocido Héctor Marchena, a quien ya había dirigido en su paso por el banquillo de Cartaginés. Finalmente, Marchena se ganó un campo en la eliminatoria y hasta en el Mundial, a punta de planchetazos que desafiaban el Código Penal.

La revolución en el arco
Pero la gran revolución ocurrió en el arco. La década de los 80 estuvo marcada por dos monstruos de la portería, Marco Antonio Rojas (Saprissa) y Alejandro González (Alajuelense). En aquel momento irrumpió Gabelo Conejo desde un equipo mucho menos tradicional, como Ramonense. De Simone relata cómo abordó el delicado tema.
“Los reuní a los tres en una oficina que había en el viejo Estadio Nacional. Les dije que iba a poner a cada uno en tres fogueos que tenía la Selección y luego iba a tomar mi decisión. Así lo hice, los volví a reunir y les dije de frente que Gabelo iba a ser el titular. Marcos y Alejandro lo aceptaron con madurez y caballerosidad”, rememoró.
Eventualmente, solo Gabelo logró llegar hasta el Mundial y su actuación en Italia 90 forma parte del Santoral del fútbol costarricense.
La noche de ese Martes Santo de 1989, la destitución llegó cocinada y también el reemplazo. O más bien, los dos reemplazos: la Federación nombró al binomio de Antonio Moyano Reina (fallecido en el 2010) y Marvin Rodríguez (desaparecido en el 2017). En media eliminatoria Moyano abandonó el barco, precisamente por una polémica sobre quién debía ser el arquero titular.
Marvin logró la clasificación pero tampoco llegó hasta el Mundial: un par de meses antes también le tocó el camino de la Cruz y en su lugar llegó Bora Milutinovic.
La leyenda urbana dice que fue Moyano quien le hizo la lista a Bora, pues el entonces yugoslavo ni siquiera conocía los nombres de los jugadores. De Simone afirma que él abogó por futbolistas cuya ausencia causó polémica, como Leoni Flores, Evaristo Coronado o Pastor Fernández.
“Yo fui al hotel de la Selección para hablar varias veces con Bora y decirle que al Mundial iban 22 jugadores; para tres o cuatro partidos con 16 o 17 eran suficientes (en aquella época solo se permitían dos cambios). Entonces, ¿por qué no llevarlos como homenaje?”, se cuestionó.
Pese a la dolorosa destitución, De Simone se quedó en Costa Rica y dirigió varios equipos de Primera División. Con 76 años actualmente, fue comentarista en el programa del periodista Mario Segura y ahora está en Impacto Deportivo, junto a Víctor Piedra en Radio Costa Rica.
Ya pasaron tres décadas y media desde aquella Semana Santa en que De Simone se vistió de Nazareno. Como todo en la vida, las heridas cerraron y solo quedó como una anécdota para contar en el almuerzo del domingo.