Este sábado 18 de enero, el Tope de Palmares 2025 comenzó con una imagen alejada de los tradicionales y muy recordados desfiles que abarrotaban las calles de caballistas, y en los que destacaban largas filas de hieleras desbordadas de cervezas. Tampoco aparecieron figuras del espectáculo, que en años anteriores acudían en grupos a montar o a festejar en los toldos que rodeaban el paso del tope.
La jornada estuvo acompañada por la música de artistas nacionales que amenizaron el recorrido. La banda Los Ajenos destacó por hacer bailar tanto a los espectadores como a algunos caballos con sus pegajosas canciones. También estuvo presente el cantante Jecsinior Jara, cuya participación sumó al ambiente festivo.
En los altavoces de los toldos tampoco faltaron rancheras, corridos mexicanos ni las célebres canciones de Los Tigres del Norte, como Contrabando y Traición, junto con las melodías del recordado Vicente Fernández, que resonaron durante toda la festividad.
La primera parte del tope inició marcada por la tranquilidad y una asistencia de espectadores escasa. Algunos que otros grupos apenas empezaban a ubicarse sobre las aceras, mientras los toldos, entonces vacíos, reproducían corridos y rancheras.
La jornada comenzó un poco más tarde de lo anunciado y con un reducido grupo de caballistas liderando la marcha. Entre ellos, personalidades destacadas como Johnny Araya, exalcalde de San José, que montaba un caballo careto color café. Otra de las figuras políticas que apareció montando fue Gonzalo Ramírez, exdiputado por el partido Renovación Costarricense.
Mientras el pequeño grupo avanzaba por la clásica ruta del tope, fácil de contabilizar por su reducido número, los camiones llenos de caballos inquietos continuaban arribando al parqueo para su descarga. En uno de esos vehículos, un caballo delgado estaba amarrado con una cuerda que simulaba una jáquima improvisada, tenía una herida recién hecha sobre su ojo. En otros camiones, elegantes caballos también pateaban el suelo ante el nerviosismo.
Sin embargo, aunque se esperaba la llegada de miles de caballos, no se observó delegaciones del Servicio Nacional de Salud Animal (Senasa).
Conforme transcurrió la tarde, el ambiente fue transformándose. Poco a poco, las aceras se llenaron de familias y grupos que llegaban con sillas y mantas, e incluso algunos montaron toldos para protegerse del sol. La frialdad inicial dio paso a la energía tradicional de Palmares.
Los caballistas que se habían hecho esperar comenzaron a llenar las calles. Su llegada no solo aportó más dinamismo, sino también un aire festivo que se percibía a lo largo del recorrido. Algunos, visiblemente “alegres” por el efecto del sol y una que otra copa, daban rienda suelta a su entusiasmo, sin que el ambiente perdiera su carácter familiar.
Para el cierre de la jornada, la escena era de total bullicio: aproximadamente 500 metros de calle se vieron invadidos por caballistas avanzando con calma, disfrutando del paseo y, muchos de ellos, con cervezas en mano. Al compás de las canciones que sonaban desde los toldos y las tarimas instaladas a lo largo de la ruta, los presentes cantaban y reían.
Los caballos, como siempre, fueron los protagonistas. El desfile contó con ejemplares de distintas edades, colores y tamaños. Uno de los momentos más emocionantes lo protagonizó un potrillo de apenas tres semanas, perteneciente a la ganadería La Peña, de Orotina. Este caballo miniatura, con un pelaje blanco adornado con manchas café, fue cargado en brazos durante el desfile mientras todos los asistentes tenían que ver con él. Los niños se aproximaron emocionados a las barreras para intentar acariciar al pequeño animal.
Aunque no se lograron ver incidentes graves, hubo momentos en los que grupos de personas tuvieron que despejar las esquinas. No obstante, el evento concluyó sin mayores problemas.