
Durante los últimos 23 años, un total de 32 diputados ha renunciado a la fracción política que los llevó a la Asamblea Legislativa. Pero, ¿quiénes toman esta decisión más frecuentemente, los hombres o las mujeres?
De la totalidad de legisladores que decidieron separarse de sus bancadas en los últimos seis cuatrienios, 18 fueron mujeres y 14 fueron hombres, según datos suministrados a La Nación por el Departamento de Servicios Parlamentarios del Congreso. Las mujeres representan el 56% de los diputados que se han declarado independientes entre los años 2002 y 2025.
No obstante, las renuncias de diputadas han cobrado mayor peso en los últimos años. El grueso de las separaciones, un total de 19, se produjo en la última década, y el 68% de estas fueron protagonizadas por mujeres. Igualmente, representan las últimas siete salidas consecutivas que se han presentado desde el 2021.
En el actual periodo, 2022-2026, las cinco diputaciones independientes corresponden a mujeres. La primera en tomar la decisión fue María Marta Padilla, quien no objetó su expulsión del oficialista Partido Progreso Social Democrático (PPSD). Se le sumó Gloria Navas, quien renunció al Partido Nueva República (PNR), luego de que el líder de su bancada, Fabricio Alvarado, le exigiera dejar la curul.
La tercera en integrarse a ese grupo fue Kattia Cambronero, luego de acusar a su Partido Liberal Progresista (PLP) y a su fracción política, de perder el rumbo ideológico al centralizar el poder en la figura de su presidente, el también congresista Eliécer Feinzaig.
Le siguieron sus excompañeras Johana Obando y Cynthia Córdoba, quienes también cortaron lazos con el PLP, al denunciar una falta de apoyo ante los embates dirigidos contra ellas por el gobierno de Rodrigo Chaves.
La lista de las últimas siete renuncias consecutivas de mujeres la completan Shirley Díaz y Paola Vega, quienes renunciaron en el cuatrienio pasado. La primera dejó las filas de la Unidad Social Cristiana (PUSC), el 1.° de setiembre del 2021, y la segunda dejó el Partido Acción Ciudadana (PAC), 27 días después.
Durante el periodo de análisis, también se dieron otras tres renuncias, pero esos legisladores decidieron reintegrarse a las filas partidarias antes de que terminara su periodo como diputados. Así lo hicieron dos integrantes del Partido Acción Ciudadana (PAC): Edwin Patterson Bent y Daisy Quesada Calderón, en el cuatrienio 2002-2006.
La misma línea siguió Floria Segreda Sagot, cuando regresó a la bancada del Partido Restauración Nacional (PRN), en el periodo 2018-2022.
Aumenta participación, pero también renuncias
El aumento en la frecuencia de diputadas que se declaran independientes coincide con otro fenómeno, la mayor representación de mujeres en la Asamblea Legislativa.
En los últimos ocho años, 12 parlamentarias se han desvinculado de su fracción política, los datos coinciden con que estos han sido los dos periodos legislativos en los que las mujeres han logrado los mayores números de representación.
En la actualidad, 28 legisladoras ocupan una de las 57 curules disponibles en el Congreso, el número más grande en la historia de Costa Rica.
Si bien el periodo 2022-2026 se inició con un total de 27 parlamentarias, una nueva integrante se sumó en mayo del 2024, gracias a que el diputado Jorge Dengo, renunció a la curul que obtuvo con el Liberal Progresista. Su puesto fue ocupado por Cynthia Córdoba.
Los datos actuales superan los alcanzados en el periodo 2018-2022. En ese momento el país registró su máximo histórico de mujeres en el Congreso, gracias a la participación de 26 diputadas. Cuatro años antes, la cifra fue de 19.
¿Qué hay detrás de las renuncias?
La politóloga e investigadora Marcela Piedra explicó a este medio que no hay investigaciones específicas que se hayan efectuado sobre la materia. No obstante, de forma inicial, aseguró que se puede observar que, históricamente, los hombres renuncian a sus fracciones a raíz de algún “escándalo que salpica a la fracción”. Pero en el caso de las mujeres, parecen surgir otros elementos.
Uno es la falta de apoyo dentro del partido político. “Un poco, lo que plantean (las diputadas) es que hay una ausencia de respaldo de sus fracciones, que más bien las hacen sentir aisladas y que, ante esas condiciones, mejor se separan”, agregó.
Otro punto característico es que las mujeres, al salir, alegan la existencia de conflictos ideológicos que evitan su permanencia en la agrupación. “Lo que dicen es que hay liderazgos muy claros, con visiones muy específicas y que, ante la crítica, no son tomadas en cuenta”, detalló.
Existe también otra razón, que según Piedra, es la más clara y evidente. Hay más mujeres diputadas que antes, y con ello, viene la violencia política por razón de género que sufren estas funcionarias electas, al incorporarse a un campo que históricamente ha estado dominado por los hombres.
“Las mujeres, dentro de estas fracciones con liderazgos muy fuertes, no son tomadas en cuenta y, además, un poco lo que han planteado en diferentes momentos, es el tema de estar sufriendo acoso, discriminación o comentarios sexistas que obstaculizan su labor y, ante esas condiciones, prefieren salir de la fracción”, precisó Piedra.
La experta destacó que estas dinámicas también se producen, principalmente, en partidos con una participación parlamentaria incipiente. Son agrupaciones nuevas, pequeñas y en las que no hay una tradición de militancia tan grande como la que existe en otras fuerzas como Liberación Nacional (PLN) y la Unidad Social Cristiana (PUSC).
“En los partidos tradicionales, las mujeres que finalmente llegan a ser candidatas para las diputaciones, ya tienen toda una trayectoria, llevan muchos años de estar trabajando en el partido. Entonces, el apoyo de la estructura del partido, para bien o para mal, hace que el separarse tenga un costo muy grande.
“Porque puede ser que en esta sean diputadas y que ya se vayan, pero que dentro de ocho años quieran volver. Entonces, aunque también sufren esa violencia política y aunque tampoco es fácil, no renuncian por lo que han construido en la estructura del partido”, señaló.
Al contrario, en los partidos más pequeños, no existe esa militancia consolidada y puede que la participación de las mujeres esté más relacionada con la obligación de cumplir con las reglas de paridad, en lugar de una verdadera aceptación o consolidación de los liderazgos femeninos dentro de la estructura. La investigadora aclaró que esta es una hipótesis inicial.
Piedra indicó que estas fuerzas políticas tienen otro elemento común: históricamente, son vistas como de una sola persona, o bien, giran alrededor de una figura específica con aspiraciones a la Presidencia de la República.
“Entonces, por supuesto que a los otros liderazgos, en vez de verlos como algo que les puede generar mayor fuerza, los ven como una amenaza”, precisó.
En la voz de las diputadas
Kattia Cambronero, diputada independiente, alegó que hay un esfuerzo para tratar de acallar y minimizar la voz de la mujer. Reclamó la falta de espacios para disentir en partidos con liderazgos unipersonales, en donde existe una hiperconcentración de poder alrededor de la figura presidenciable, por lo que presentar un criterio divergente hace que esa persona sea percibida como una “enemiga”.
El asumir y defender posiciones, para la legisladora, también permite explicar por qué las mujeres deciden dejar sus fracciones. “La oposición que yo hacía desde el inicio era muy fuerte en contra de lo que estaba haciendo el gobierno, pero hubo mucho cálculo político en términos de decir si era, o no, el momento apropiado para comenzar a contradecir las posiciones que en ese momento tenía el Poder Ejecutivo”, argumentó.
Cambronero resaltó que la política es una actividad muy masculinizada, aunque se hayan dado avances considerables para abrir la participación a las mujeres. “No necesariamente, esa participación significa una toma de liderazgos por parte de las mujeres”, recalcó.
Un criterio similar externó su excompañera de fracción Johana Obando, cuando presentó su renuncia al PLP.
“Siento que las voces como mujeres fueron acalladas dentro de la fracción en aspectos que nosotros solicitábamos específicamente y no se nos tomó en cuenta. Efectivamente, creo que hay tintes de machismo, de misoginia, dentro de la fracción, y que tuvimos poco apoyo de los compañeros”, indicó Obando a La Nación.
Por su parte, Gloria Navas manifestó que las diputadas que se han separado de las fracciones en el actual periodo son todas profesionales que compiten a nivel intelectual con sus contrapartes masculinas, pero que esta confrontación de ideas termina siendo lesiva para las representantes femeninas por el uso de instrumentos desleales para frenar su actividad, por ejemplo, la censura o el freno de sus propias iniciativas de ley.
Las mujeres lograron consolidar una mayor participación parlamentaria a raíz de una orden que el Tribunal Supremo de Elecciones (TSE) giró a los partidos políticos en el 2016, para que aplicaran la paridad entre hombres y mujeres, tanto de manera vertical como horizontal en las papeletas.
Desde entonces, las agrupaciones deben intercalar hombres y mujeres no solo en las listas diputadiles de cada provincia, sino que, además, tienen que hacerlo entre los primeros lugares de cada provincia.
Antes de que se implementara dicha regla, los costarricenses nunca eligieron a más de 22 diputadas para un mismo periodo. En las 11 elecciones que se realizaron entre 1958 y 1998, las mujeres obtuvieron menos del 20% de los escaños.
