FIRMAS PRESS. - Los estadounidenses están atrapados en un pantano de deudas personales.
Según la empresa de informes de crédito Experian, el estadounidense promedio tenía una deuda de $105.056 en 2024, un aumento del 0,8 por ciento con respecto al año anterior.
Y la deuda individual promedio solamente en tarjetas de crédito llegó a $8.674, informaron el Banco de la Reserva Federal de Nueva York y la Oficina del Censo de Estados Unidos.
Los empleados a tiempo completo ganan en promedio $62.000 al año, que quedan en unos $50.000 después de pagar los impuestos sobre ingresos. La suma podría parecer razonable. Pero no es exactamente así: ese ingreso es insuficiente en muchas ciudades norteamericanas, donde el costo de la vida –sobre todo el de la vivienda– es sumamente elevado, no deja de aumentar, y da lugar a una creciente dependencia del crédito para costear gastos esenciales.
Howard Dvorkin, presidente de la empresa de asesoramiento crediticio Debt.com, señala que “un tercio de los estadounidenses están utilizando al máximo sus tarjetas de crédito”. Y observa: “Cuando todo el mundo está endeudado, nadie siente que sea un problema. La deuda se convierte en una forma de vida”.
Las tarjetas de crédito comenzaron a usarse en Estados Unidos a mediados del siglo XX. La primera tarjeta de crédito moderna fue Diners Club, lanzada en 1950 por el empresario Frank McNamara y su abogado Ralph Schneider. Era una tarjeta de cargo que debía pagarse en su totalidad cada mes y se usaba principalmente en restaurantes.
En 1958, Bank of America introdujo la BankAmericard, la primera tarjeta de crédito verdadera, que permitía a los usuarios pagar en plazos. Esta tarjeta se convirtió en Visa en 1976. Entretanto, en 1966 un grupo de bancos creó Master Charge, que más tarde se convirtió en MasterCard.
La tarjeta de crédito de American Express surgió en 1958. La Optima Card de American Express apareció en 1987 y fue la primera tarjeta de crédito de la compañía que permitía a los clientes llevar un saldo y pagar intereses en lugar de liquidar el monto total cada mes. Hasta entonces, American Express solo ofrecía tarjetas de cargo sin opción de financiamiento.
La década de 1980 fue una época dorada para el uso de las tarjetas de crédito, que se expandieron rápidamente en Estados Unidos y en el mundo, y se convirtieron en un pilar del sistema financiero moderno.
La frase “Disfruta ahora, paga después” (Enjoy now, pay later) se hizo famosa en esos años. La invitación a gastar formaba parte de las estrategias de marketing de las empresas de tarjetas de crédito y de las tiendas que ofrecían compras a crédito. Con el auge del consumo y el crédito fácil, frases como esa aparecían en anuncios para promover la idea de que uno podía comprar lo que deseara sin preocuparse por tener que pagar de inmediato. El mensaje era que el crédito daba libertad y acceso a bienes, aunque uno no tuviera el dinero en ese momento. Las consecuencias del consumismo costeado con el crédito las sufrimos hoy: un endeudamiento del que la mayoría no se puede librar.
Uno de los factores que contribuyen a esta situación es el estancamiento salarial. Mientras que el costo de la vida –particularmente en la vivienda, la educación universitaria y la atención médica– ha aumentado exponencialmente en las últimas décadas, los salarios no han seguido ni remotamente el mismo ritmo. De ahí que muchos estadounidenses recurren a las tarjetas de crédito y a los préstamos –muchas veces con tasas de interés abusivas– para cubrir gastos básicos.
Para resolver la crisis de la deuda, se requieren cambios a nivel individual y a nivel gubernamental. Muchas personas no saben administrar sus ingresos y optimizar los pagos de sus deudas. Más iniciativas que fomenten la planificación financiera podrían ayudar a los consumidores a manejar mejor sus finanzas. Pero en una sociedad donde el crédito es muy accesible y el consumismo se estimula mediante un constante bombardeo publicitario, muchos caen en la trampa de gastar más de lo que pueden permitirse. ¿Será posible cambiar la cultura consumista por una cultura de ahorro y gasto responsable?

En cuanto al gobierno, es esencial que regule las tasas de interés abusivas y mejore el acceso a préstamos más asequibles. El Congreso podría imponer límites más estrictos a las tasas de interés de las tarjetas de crédito, que en muchos casos superan el 20 por ciento, asfixiando a los consumidores. También se deben reforzar las regulaciones sobre préstamos estudiantiles, que son una de las principales fuentes de endeudamiento en Estados Unidos por el elevadísimo costo de la educación superior.
Al mismo tiempo, la desigualdad entre los salarios y el costo de la vida debe reducirse. Muchos trabajadores –especialmente en sectores donde la remuneración no suele ser alta, como los servicios o la agricultura– ganan sueldos muy bajos y algunos deben hacer milagros para dormir bajo un techo. Se necesitan políticas gubernamentales de ajuste salarial y también un fortalecimiento de los sindicatos para que los trabajadores puedan negociar mejores condiciones. Pero la inclinación política del gobierno actual no apunta en esa dirección.
Lamentablemente, todo indica que la crisis seguirá siendo por ahora una carga insostenible para millones de estadounidenses, endeudados hasta el cuello.
Andrés Hernández Alende es un escritor y periodista radicado en Miami. Sus novelas más recientes son El ocaso y La espada macedonia. También publicó el ensayo 'Biden y el legado de Trump‘.